Capítulo XL.

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Sus voces son aterradoras; realmente no quiero estar a la defensiva pero no logro sentirme a salvo. Estoy en una esquina, buscando el momento para atacar o huir; no me gusta esto.

Todos ellos los ojos azules, vacíos de alma pero llenos de energía. Están discutiendo sin parar, insultándome y protegiéndome; es tan absurdo que no entiendo nada. A medida que gritan sus cabellos se van decolorando de raíz a punta a un tono puro.

Escuché que tocaron la puerta pero ninguno hizo nada.

-Oigan...- intenté llamar la atención pero no me escucharon.

La ventana fue abierta de golpe y sucedió en cámara lenta; Emilia sacó un arma y disparó, pero mi padre, entrando por la ventana, esquivó la bala y se acercó a mi.

No dudé en refugiarme en sus brazos en cuanto me dio la oportunidad.

-Mi pequeña niña, que bueno que estás a salvo- me sonrió aliviado, acariciando mi cabello con cariño, como hace con mamá cuando necesita tranquilizarse-. Escuchaba tantos gritos con un aura tan mala que daba miedo; toqué la puerta una y otra vez pero no recibí respuestas. Me asusté y subí por el árbol- suspiró, alejando sus manos de mi cabello; miró al grupo-. ¿Se pintaron el cabello? Les queda bien, pero esas lentillas no tanto, busquen colores más naturales- se giró a verme, analizando mi rostro-. No identifico sangre o golpes, ¿cómo estás?

Miré atrás viéndolos callados pero no tan normales y volví la mirada a papá.

-Hablamos mañana, ¿oki?- contesté y asintió.

Besó mi frente y se retiró con la puerta.

-Okey, eso fue raro- suspiró Emilia y se levantó, acercándose a mi y estiró su mano.

Me quedé firme, esperando recibir un golpe pero tan solo quedó con su mano extendida.

-¿Podemos declarar la paz? Desperdiciaste el agua de Mako como para que podamos solucionar nuestros problemas a golpes y regenerarnos luego- habló, aún con su mano extendida.

Aún está con el aspecto no habitual pero asentí algo dudosa y estiré mi mano para estrecharla pero me dio una jodida patada eléctrica que erizó todo mis bellos. Me alejé, frotando mi mano; me quedó la sensación de dolor.

-¿Qué demonios con eso?- maldije, sobando mi mano hasta recuperar la movilidad.

-Lo siento, realmente se me olvidó eso; es la primera vez que enfurezco ante un humano, o bueno, en parte humana- se alejó de mi, algo nerviosa-. En serio lo siento.

-Está bien- volví a abrazar el almohadón de antes.

-¿Por qué no vamos a Mako?- propuso Víctor, con la voz algo macabra aún-. Todos necesitamos relajarnos y es la mejor idea que se me ocurre.

Nadie dijo nada en contra por lo que fuimos allí, todos caminando en silencio. Tiré un comentario a mitad de camino y allí inició una tímida charla.

Para cuando llegamos al puerto, ya dialogamos con normalidad.

-¿Bella?- escuché una voz y me giré; es un vampiro.

-Adelántense, nos vemos allí- le avisé al resto y asintieron, alejándose.

Víctor dudó un poco pero también se fue. El vampiro se acercó a mi, algo temeroso.

-Tengo demasiada hambre, ¿me podrías ayudar?- pidió, enseñándome colmillos, juntando sus manos para suplicarme.

-Ve al reino o a un hospital de sangre y pide algo de comer- respondí.

-Estás con un grupo de humanos, ¿no compartes?- sonrió perverso.

Tomé mi celular y le envié un mensaje a mi padre indicando ubicación y situación en resumen. Me avisó que viene en camino por lo que sonreí.

-Claro, te daré lo que te mereces, ¿qué te parece?- propuse y asintió, con algo de ansiedad.

-Por si lo olvidaste, morder humanos sigue siendo ilegal- me padre apareció por detrás, asustándole-. Te ves muy vivo, ¿estuviste bebiendo directamente?

-No, jamás señor- empezó a moverse nervioso-. Solo tengo muchísima hambre, hace mucho que no como.

-Lo solucionaré- avisó y me sonrió.

-Me retiro- indiqué y lo hice, corriendo hacia otra zona del puerto.

Vigilé que no haya nadie y salté al agua, nadando a gran velocidad hacia la cueva, ingresando por la parte de agua. Todos ya están con sus pies metidos, sanando heridas recientes que no tenían antes de subir al bote.

-¿Me voy por un momento y se matan entre si?- hablé y me miraron; sus expresiones varían de la pena al orgullo-. Ya qué, no soy su niñera.

Elevándome con el agua, me senté en el borde también.

-Nunca pensé que entraríamos seis personas sentadas aquí y quedaría espacio- confesó Víctor, con voz normal.

Coloqué mi cabeza contra su hombro, permitiendo que pase su brazo a mi alrededor.

-Pues, es un lugar amplio- contestó Juan.

-¿Ya somos amigos de nuevo?- preguntó Manuela, algo apenada.

-Claro- sonrió Juan-. Seamos híbridos raros, humanos o sirenas, con diferencias y similitudes, siempre seremos amigos.

-Eso sonó muy gay- rió Tomar y se dieron un golpe amistoso.

-¿Ves?- Víctor tomó mi mano-. Todo se puede solucionar sin tener que sobrecargarnos.

Asentí.

-Bella, ¿quién era ese chico?- me preguntó Manuela-. Me está carcomiendo la curiosidad.

-Un viejo amigo del colegio, nadie importante; se sorprendió de verme, justo cuando se está por mudar a un lugar muy muy lejano- sonreí tranquila.

-Que genial- Tomas se recostó en el suelo-. Sería genial poder ir a otras partes del mundo, ¿no creen?

-No hay fuentes de agua mágica en otras partes del mundo; estamos unidos a Mako de por vida- Juan trajo la fea realidad a tierra, recostándose también.

Salí completamente del agua y me sequé, recostándome contra la pared de la cueva.

-Que loco, ¿verdad?- dije-. Estamos atados a algo tan simple y tan complejo como un pozo con agua.

-Tu puedes viajar lejos, mudarte; tienes más opciones- declaró Emilia, recostándose hacia atrás junto a su amiga-. Nosotros nos quedaremos aquí por siempre; nos moveremos de un lugar a otro pero siempre en el perímetro de Mako ya que requerimos el agua.

-Tampoco te creas que la tengo tan fácil- suspiré agotada-. Si que cansa esto.

-¿Venir a nadar?- preguntó Thomas, confuso.

-El tener tanta carga de la cual somos responsables por alguien más- indiqué y asintieron-. Y si, mis padres son algo así como políticos; por eso su aspecto y el que casi no estemos en casa.

-Eso explica todo lo que faltaba- suspiró Emilia-. Supongo que no te sientes cómoda dando más detalles, así que, está bien.

-Gracias.

Esa frase me llenó de paz; me sentí realmente bien. Sonreí aliviada y dejé salir todo el aire que había en mis pulmones.

-Esto si es vida- sonreí y abrí mis ojos, notando cómo están algo confundidos.

-En menos de doce horas lloraste, te enfadaste, fuiste atacada, nos viste de la peor manera, dices estar cansada y aún así ¿esto si es vida?- rió Tomas.

-Claro, tuvo una solución sin muertes en el camino- comenté y asintió, bastante convencido.

-No se en qué clase de mundo vivirás, pero si te sientes bien, pues que bueno por ti- pronunció Manuela.

-Gracias. Ustedes si son una grata compañía... ¿Quién diría que iba a encontrar tan buenos amigos en una cueva en una isla en la mitad de la nada?

-Vaya que si que es una casualidad.


(Continuará...)

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora