Capítulo XXXIV.

20 0 1
                                    

-Me estoy empezando a arrepentir de esto- dije en voz alta, viendo a mi madre a lo lejos corriendo tras un lobo pequeño.

Me detuve y se detuvieron conmigo.

-¿Por qué?- preguntó Manuela desde la base.

-Porque vi un lobo del otro lado de la cuadra- mencioné la dirección contraria.

-¿Cómo es que no lo notamos antes? ¡Vamos!- Thomas corrió hacia donde le indiqué.

-¡Esperen!- les detuve-. ¿Y si nos ataca?

-Hace rato te defendiste como una maestra, ¿y ahora temes por un perrito?- Emilia me miró divertida; suspiré y asentí.

Caminamos hacia donde indiqué; miré de reojo, viendo a mi mamá alcanzar al menor, tomarlo en brazos y salir corriendo.

-No veo nada- Juan fue el primero en hablar al haber hecho dos cuadras.

-Los deben de haber ahuyentado. Busquen por la zona; el rastreador debe de estar fallando porque indican que están en el punto, pero sigan buscando- habló Víctor.

Escuché el aullido de mi madre; está herida. Mi instinto reaccionó antes que mi mente; tiré todas mis cosas y salí corriendo a toda velocidad hacia su dirección. Papá había llegado primero; tomó en brazos a mi madre y huyó, dejando al cachorro solo que está temblando.

-Ven aquí pequeño- me agaché y abrí mis brazos.

Corrió a abrazarme, lloriqueando.

-Tranquilo pequeño, ya están bien- mencioné.

Vi una una nodriza acercándose y le di al cachorro.

-Mi madre está ahuyentando a unos civiles aquí cerca, vuelve con cuidado- le avisé y asintió, retirándose con el crío.

Suspiré y volví con el resto, quienes llegaron corriendo hacia mi muy algo agitados.

-Si que corres rápido- Emilia habló entrecortado por la falta de aire.

-¿Qué te pasó allí, novata?- me preguntó Juan.

-No lo se- murmuré.

-¿Estás bien?- me preguntó Víctor desde el auricular.

-Volvamos a la base, no me siento bien- murmuré y asintieron.

-Damos por terminada la búsqueda de hoy- Manuela dio la orden de retirada.

Sentí a uno de mi delegación de vampiros pasar corriendo una calle al lado y el rastreador empezó a enloquecerse. 

-Víctor, ayúdame- pedí en un susurro.

-Se detectó a un vampiro próximo. Tengas cuidado- avisó Manuela-. Manténganse juntos.

Caminamos con cuidado. El vampiro corrió hacia nosotros pero usé una mirada propia de jefe; obligándole a detenerse.  Su mirada pasó de euforia a miedo total pero no de detuvo; avanzó más rápido, le abrimos paso pero aún así me empujó con el hombro, casi tirándome.

-¡Ve a casa idiota!- grité.

-¿Estás herida?- me preguntó Víctor.

-Estoy bien- confesé-. Vamos antes de que suceda un desastre.

Escuché dos vampiros enfrentándose a unas cuadras.

-Retomamos la caza de hoy- habló Manuela-. Bajen por la calle y doblen a la derecha.

Empezamos a correr pero me adelanté. Aún cuando corro, le mandé por mensaje la dirección a mi padre, para que aparezca y solucione el problema antes de que lleguemos.

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora