Capítulo 30 - Futuro.

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Tras varias semanas, regresamos al ciclo escolar. Este es el último año. Alex volvió al barrio junto a su familia por que Perla vive alegre y más ahora que se declararon y son pareja. Y la única diferencia que he tenido fue que he notado que tengo más sed de sangre de lo normal.

Víctor quiere estudiar medicina el año próximo por lo que está estudiando más luego de clase; Perla comentó que quiere ser maestra para niños de capacidades distintas y en las tardes va a clases de lenguaje de señas. Alex decía querer ser abogado pero se toma este último año con calma. Y yo ocupo mis tardes en la manada o en casa investigando.

Como otros días, aproveché para ir a nadar y me quedé en el estanque. Perla y Víctor están estudiando y eso quita tiempo para que nos juntemos pero no está tan mal porque nos reunimos cuando podemos.

-Hijita... ¿Qué pasa mi cielo?- dijo mi madre, entrando al estanque.

-Nada- dije.

-¿Cuál es el problema?- preguntó, sacándose los zapatos para sumergir sus piernas en el agua, permitiendo que apoye mi cabeza en su regazo.

-El problema es que no pasa nada- dije-. No hago nada; Perla, Víctor y la mayoría de los de mi curso se preparan para el año próximo.

-Sabes que puedes venir a la manada cuando quieras- me invitó-. Y a tu padre también le vendría bien que vayas a ayudar en los colegios para novatos.

-Eso es aburrido- me quejé-. No quiero hacer algo relacionado a eso, quiero hacer algo normal.

-¿Qué es algo normal?- preguntó.

-No se... Ya no lo se- suspiré y salí del agua, apoyándome contra la pared; ella se colocó a mi lado, permitiendo que apoye mi cabeza contra su hombro-. De cierta forma me aburre... Siento que no he madurado ni he mejorado como persona.

-Sabes que todo es diferente en ti- habló con su típico cariño maternal, empezando a acariciar mi cabello-. Y si quieres intentar algo, hazlo.

-No se que hacer- me resigné-. Sería mejor saber que me gustaría ser de grande como le dicen a los niños, pero ni siquiera se hasta que edad viviré, por lo que no se cuando "seré grande" o qué. Mi destino es ser la alfa y líder, pero desperdicio mi lado humano.

-Únete a un clan de sirenas y ve por el mundo.

-Aquí no hay... Ya no vienen aquí- suspiré de nuevo-. Y no pienso ir hasta la otra punta del continente para encontrar al grupo, ya que sería dejarlos a ustedes y no quiero eso.

-¿Qué quieres?- preguntó, en un tono serio.

-No lo se- dije, sintiendo como mis piernas volvieron, estando de nuevo en una forma más humana y al instante me tapé la cara, enojada, sintiendo mis colmillos pincharme los labios-. Quiero comer.

-Vamos a comer- dijo ella, con una pequeña sonrisa.

-Esto me preocupa- dije, para luego lanzarme al agua, logrando que mis colmillos desaparecieran, volviendo a aparecer la extremidad de pez-. Hace bastante que llevo así.

-¿"Así" cómo?- se acercó al borde.

-Con hambre. Me preocupa morder a Perla mientras me comenta todo lo que estudió o a Víctor mientras me habla sobre algo de magia que se relaciona a la ciencia... Me ha pasado varias veces, pero lo logro controlar un poco.

-¿Lo has hablado con tu padre?

-Si- suspire triste-. Dice que es algo hormonal de seguro, ya que hay etapas en la vida de un vampiro en el que el apetito aumenta, que tome la sangre que quiera cuando quiera, que no es problema para él. Pero me da miedo...

-¿Tus amigos saben de esto?

-Ambos se ofrecieron para darme sus sangres en caso de que me de hambre y papá no esté cerca para rescatarme- confesé con temor-. No quiero lastimarles o algo, así que, siempre me niego, por más que mi instinto pide todo lo contrario... He inventado pastillas para quitarme el hambre pero cada vez me duran menos. Esto es un asco.

-Vamos a casa y lo hablamos con tu padre... Quizás todo esto tenga una explicación y puedas solucionarlo- sonrió y besó mi cabello-. Te espero en casa.

Se fue y volví a casa nadando, siguiendo la sombra de la lancha de mi madre.

Me sequé y rápidamente fui a casa, junto a mi madre.

Ya casi caía el sol, así que desperté a papá, quien me miró algo preocupado. Fuimos hacia mi madre, quien preparaba la comida de mi padre.

-¿Pasa algo, mis amores?- preguntó, en cuanto se sentó en su silla y mamá le dejó una taza de sangre de cabra.

Miré la taza, sintiendo un atractivo aroma salir de ella. Cerré los ojos con fuerza, apretando los labios, algo enojada.

-Creo saber lo que pasa- dijo mi padre y le miré-. Ya es hora de que muerdas a alguien por primera vez.

-¡¿Qué?!- solté sorprendida, ya que me esperaba de todos menos eso.

-Suele pasar en los vampiros de nacimiento que aún no han mordido, que a cierta edad el hambre los persigue constantemente y si o si tienen que morder a alguien, ya sea vampiro, humano, licántropo o quien sea, pero debe ser alguien vivo- dijo lo último mirando a mi madre, quien sonrió dando ánimos-. Elije a quien tu quieras y si te da permiso, hazlo. Sabes como hacerlo por naturaleza pero te vas a controlar bien, no te preocupes por eso.

-Pero... ¿Y si tomo demás?- pregunté, angustiada-. No quiero matar a nadie.

-Sabes controlarte en todos los aspectos- afirmó mi madre-. Si quieres me quedo al lado tuyo para que estés más segura.

-No se que hacer- quise abrazarme-. No quiero lastimar a nadie.

-Ve a bañarte, descansa y luego hablamos- dijo mi madre-. Yo iré a dormir. ¿Si?

Sonreí para darle calma e hice lo que sugirió. No quiero lastimar a nadie, así que, buscaré la manera de hacer pastillas más potentes.


(Continuará...)

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora