Capítulo LXX.

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Falta poco para que caiga el sol, mamá me llamó; hubo un ataque en las afueras de la manada. Dos adolescentes estaban regresando de la ciudad y fueron atacados por detrás; fueron rasguños tontos pero aún así fue un ataque.

Me pidió que vuelva a casa pronto y que vaya con cuidado. Todo el grupo se iba a quedar a dormir en lo de Emilia por lo que fui la única que se fue.

Quisieron acompañarme pero me negué.

-Les avisaré cuando llegue- mencioné.

Tomé el resto del vaso de jugo y me despedí.

Subí mi capucha y salí de allí, caminando de manera tranquila.

El atardecer es hermoso realmente, hay varias personas en la calle caminando tranquilamente. Es un buen día.

Sonreí despreocupada y seguí con mi camino.

Saliendo de la ciudad, caminando hacia la zona de la manada, escuché ligeros pasos detrás de mi. Mi cuerpo se puso en alerta.

Al instante alguien me tocó el hombro y giré a ver. Es un muchacho de aura humana.

-Hola- me sonrió-. Estoy perdido, ¿me ayudarías a conseguir una dirección?

-Claro- sonreí amablemente-. ¿A dónde quieres ir?

-Estoy buscando una pastelería, es color naranja por fuera- indicó.

-¿Sabes el nombre por lo menos?- pregunté.

-"Doña Amelia", o "Doña Angelina", o alguna doña- indicó y reímos.

-¿Tienes celular? Quizás puedas buscarlo en internet- hablé.

-Mi celular se quedó sin batería hace rato; estuve un rato caminando para ver si encuentro el local pero terminé a las afueras- mencionó, avergonzado.

-Está bien. Ahí te enseño en mi celular.

Giré mi mochila, abriendo el cierre para buscarlo, revolviendo entre mis cosas. ¿Dónde está mi celular?

Algo me sostuvo del cuello con fuerza, apretando tan solo en dos puntos, complicando el que respire bien.

Intenté ver quién es mi atacante, sin poder ver más que un brazo. Puedo respirar aún pero es jodidamente difícil moverme.

-Lo siento niña, son órdenes de los reyes supremos- indicó el chico, mirándome con una sonrisa amable.

Vi cómo sacó un celular del bolsillo delantero de su pantalón y lo colocó en vertical, grabándome. Quien me sostiene de atrás destrozó mi campera y mi remera de un tirón, dañando incluso parte mi corpiño.

Intenté liberarme pero es mi cerebro parece no estar funcionando bien.

-Miren que cosa tan fea- mencionó el chico, girando alrededor mío para grabar-. Muéstranos esos colmillos si es que de verdad eres vampiro.

Desde detrás, abrieron mi boca, quitándome los protectores y tiraron de mis colmillos, haciéndome doler. Comencé a jadear; tengo muchísimo miedo. Estoy escuchando un pitido constante.

-Gírala; veamos si realmente la cola sale de ella- indicó el que me está grabando y quien está detrás mío me hizo girar, bajando la cabeza.

No puedo ver su rostro, el movimiento me mareó y es cada vez peor. Sentí un tirón horrible desde la punta de mi cola y no pude evitar quejarme, sintiendo mis lágrimas caer.

-Bájale el pantalón; quizás ni siquiera es mujer realmente- dijo.

Me liberaron de la presión en el cuello y no pude evitar caer de rodillas, intentando recuperarme del mareo. Levanté la mirada, viendo una montaña en el pantalón; seguí levantando la mirada, viendo a Tristeza con la misma mirada que pone papá cuando bebe la sangre de mamá.

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora