Capítulo 17 - Misión suicida.

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Mi plan no tenía fallos. Todo iba a ir perfecto. Víctor me informó que sus amigos saldrían hoy a buscar criaturas en cierta zona. Él siempre se queda en la base de datos, por lo que eso me facilita toda la información.

Le avisé a mis padres que prohíban a las criaturas ir a la zona del plano marcadas, ya que había peligro pero que iba a solucionar el problema. Ellos aceptaron, mientras sea que esté a salvo.

Agarré un vestuario simple; calza negra, remera negra con una campera encima también negra, que al quedarme grande la capucha me tapa el rostro. Por si acaso, me coloqué una máscara de cara completa de color negra sin rasgos.

Al asegurarme que Perla siga descansando tranquila, salí corriendo hasta donde estaba el peligro. Los amigos de Víctor estaban allí con trajes de tipo militar, cinturones con armas cargadas, municiones en cajas y un aparato extraño parecido a un GPS en el bolsillo, indicando que una criatura mágica se acerca.

Me mordí el labio con fuerza, provocando que sangrara, dejando ver mi lado vampírico.

Escuché el aparato sonar como si no hubiera un mañana. El ruido es realmente molesto, pero lo soporté.

Sentí como me seguían, así que, empecé a caminar despacio para que me sigan.

-¿Será un vampiro?- preguntó Emilia, en un susurro.

Reí. Metí una mano en el bolsillo, sacando mi celular para llevarlo a mi oído, reproduciendo el ruido de una licuadora.

Era divertido hacer eso, ya que sentí como me grababan atentos. Sus pulsaciones se aceleraron de la emoción.

-Hemos encontrado algo- anunció en un susurro Juan.

-Procedan con precaución- dijo Víctor, a través del auricular de los amigos que lo escucho desde aquí-. Intenten acercarse. Sean amables.

Me di vuelta para que me vean, a pesar de que no podrían distinguir mi cara. Estiré mi mano hacia ellos, señalando a Thomas.

Volví a reproducir el ruido, a la vez que me acercaba. Estaban paralizados. Paré el ruido en cuanto sacaron sus armas.

Rápidamente empezaron a disparar y traté de esquivar a la par que retrocedo. Una bala atravesó mi brazo, como reflejo gruñí y me lancé hacia ellos, empujándole para irme corriendo entre ellos. No les hice nada, empecé a huir pero siguieron disparando; muchas balas empezaron a perforar mi cuerpo, sin llegar a tocarme nunca la cabeza.

Tan solo si me decapitan y me queman podrán matarme, ya que todo mi cuerpo puede regenerarse, pero es algo doloroso.

Rodé hacia un lado y con mis pocas fuerzas empecé a correr lo más rápido posible, hasta que vi a mi padre a la distancia, quien me agarró en brazos y corrió a casa.

-Me duele- susurré con un hilo de voz.

-Resiste pequeña- me dijo, sosteniéndome con cariño.

Llegamos a la casa y entramos de golpe. Mamá está dando vueltas en el living, y al verme, se acercó con preocupación.

-No despierten a Perla- pedí casi sin voz-. No toquen las balas...

Rápidamente abrieron el kit de emergencias que tenían a mano y con unas pinzas comenzaron a sacar la munición atorada en mi piel. Sentí a mi amigos asustados pero el dolor es demasiado como para preocuparme.

(...)

-Creo que esa es la última- dijo mi madre, dejando toda la munición que estaba dentro de mi en una bolsa hermética.

Mi padre me sentó y me dio una taza grande con un popote, del cual tomé.

-Esto es jugo, sangre humana, un poco de la mía y de tu madre mezclada- me avisó mi padre.

El sabor es delicioso. Mientras tanto, mi madre tomaba mi mano, preocupada, con los ojos cerrados.

Una vez que mi cuerpo terminó de sanar, pasé al baño para limpiar las manchas de sangre seca.

-¡¿Qué te pasó?!- gritó Perla, quien está en la esquina del baño, abrazándose.

Me quité las vendas manchadas de sangre, mostrándole que estoy sana.

-¿Por qué estás así?- preguntó preocupada.

-Es una larga historia, pero estoy bien- informé y seguí limpiando casi que en seco-. ¿Qué hacías en el baño?

-Me desperté con todo el ruido y estaba asustada- mencionó, tomando un poco de papel.

Ella me ayudó y al terminar, fuimos a la cocina donde mamá está cocinando.

-Aún falta para el amanecer, pero estaba preparándoles algo rico para el desayuno y para el almuerzo- avisó-. Si quieren les preparo algo para que vayan a dormir.

-Estaría buenísimo- comentó ella, más tranquila.

Escuché como golpearon la puerta y mi padre fue a atender. Víctor entró de golpe, corriendo para abrazarme por detrás.

-¡Idiota! ¡La vas a lastimar aún más!- gritó Perla, separándome de Víctor rápidamente.

-Estoy bien- reí por lo bajo.

-No toques a mi hija- mi padre enseñó los colmillos, bastante enfadado.

Mi madre apareció en un instante gruñéndole, para luego llevarse a mi padre a la habitación de ellos.

-Deja a los niños charlar en paz- le pidió, cerrando la puerta.

-¿Qué te pasó?- me preguntó Perla, de nuevo.

-Solucioné el problema- dije, sonriendo.

Les expliqué brevemente lo sucedido, desde la reunión a lo que hice, a pesar de que casi me cuesta la vida.

-Mis amigos me informaron que encontraron una criatura no conocida, pero no sabía que eras tú o era alguno de los tuyos- comentó triste Víctor, volviendo a abrazarme-. Perdón. Perdón. Perdón...- lo callé con un beso.

-Estoy bien, ya le dije- sonreí tranquila.

Agarré la bolsa que estaba sobre la mesa y se la di a Víctor.

-Nomás dale una lavadita con agua y estará bien- dije, mientras él me miraba con miedo.

-¡¿Todo esto estuvo dentro de ti?!- gritó Perla, asustada.

-Seh- dije, sin darle importancia.

Perla se puso pálida y caminé hacia ella. Se desmayó pero llegué a atajarla, levantándola en brazos para dejarla en el sillón con delicadeza.

Agarré un algodón que estaba allí mismo, le coloqué alcohol y lo acerqué a la nariz de Perla. Rápidamente reaccionó, aunque estaba algo mareada.

-¿Te duele algo?- le pregunté, preocupada.

-La que casi se suicida recién eres tu- rió bajito-. Aún cuando estás herida te preocupas por los demás... Serás una buena líder.

Sonreí.

-Es mi deber- dije, en tono de broma.

Víctor me miró, saliendo del shock, aún con la bolsa hermética en mano.

-Por favor, nunca más hagas algo así- pidió con preocupación.

-Lo haces de nuevo y te mato- reclamó Perla enojada.

-Niños... Siéntense en la mesa, les serviré algo de comer- dijo mi madre, saliendo de la habitación tras sonar el horno.

Sonreí y fuimos a comer. Mamá hizo una torta de vainilla con chispas de chocolate y nueces picadas.

-Espero que les guste, y repitan las veces que sean necesarias- indicó ella, cortando la misma-. Aún está caliente, pero está rica.

Nos sentamos y empezamos a comer.

Regenerar todo mi cuerpo da hambre y no me negué a comer todo lo que necesito. Dentro de todo, ya logré mi objetivo y no creo que tengamos problemas hasta dentro de bastante.


(Continuará...)

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora