Capítulo XXXVII.

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-La pastilla tiene efectos en subida del libido pero es buena; funciona bien- me felicitó mi madre cuando nos vimos tras que regrese de mis clases-. No me transformé sin control y lo pude hacer a gusto, controlándolo totalmente.

-Yo no tengo problemas con el libido pero debe ser algo que cambie según cada quién; quizás pueda cambiar algunas proporciones pero deberías de volver a probar el próximo mes- hablé-. ¿Cómo estuvo la noche de ustedes?

-Bien, la verdad- sonrió papá-. La sangre de licántropo bajo luna llena es más deliciosa pero tampoco abusemos. 

Miré el cuello de mi madre; tiene pequeñitas marquitas de mordidas selladas que parecen lunares. Sonreí y asentí con la cabeza. 

-¿Cómo estuvieron tus noches? Recién llegaste para el almuerzo- mencioné mamá.

-Pues, bajo la luna llena nos la pasamos jugando antes de dormir e ir a clases, y ayer estuvo tranquilo pero Víctor me despertó sin que duerma todo lo que necesitaba así que dormiré en un rato; no pasó nada raro o novedoso- comenté-. Iré a dormir un poco.

-Descansa tranqui y haz tu tarea- habló mamá y asentí.

Fui a mi habitación y no dudé de lanzarme de cada a la cama.

Fue emocionante pasar gran parte del tiempo con ellos pero por las clases no dormí lo suficiente y me siento cansada. Cuando despierte modificaré un poco la fórmula; quizás la edad tenga algo que ver.

(...)

Un mes pasó más rápido de lo que creí, para cuando me quise acordar ya era la noche de luna llena. No logré modificar la fórmula pero sigo investigando. Ayer no pude estar con Víctor y me sentí bastante mal, muy decaída.

-¿Hoy puedo ir a dormir a la isla? Llevaré mi pastilla- hablé.

-Claro, pero te cuidas- habló mi padre y asentí.

-Iré ahora, vuelvo mañana- avisé, subiendo a mi habitación para buscar mi celular, su bolsa a prueba de agua y la mochila que había dejado preparada.

-Por cierto, hijita- me llamó mi padre-. ¿Sabes qué pasó con el vampiro extranjero? Ya no tenemos noticias de él.

-Digamos que... El viento se lo llevo- sonreí y rió-. Le disparó uno de los chicos; ni siquiera intervení, él nos atacó primero.

-Está bien. Eres una buena niña.

-Ten- mamá me dio un tupper sellado con comida dentro-. Que lo disfruten.

-Gracias.

Nos despedimos y fui a mi verdadero hogar para meterme al agua, rodeando mi mochila en una burbuja de aire. Nadé con cuidado para controlar que todo lo mío se mantenga seco. Subí por el estanque, me sequé y salí para ir al punto que mencionaron; será casi que en el centro de la isla, entrando por una zona en donde los botes se encallan al ser una marea tan baja.

(...)

-¿Por qué ellos tienen que estar aquí?- casi que gruñí, viendo a un científico loco con bata estando en medio de una carpa amplia donde dejaron todo el equipaje.

-Es nuestro médico; debe hacer un reporte de todo lo que nos suceda bajo el efecto de la luna estando aquí en Mako- aclaró Víctor.

-No me agradan- ahora si gruñí y rió divertido.

Besó la punta de mi nariz, desviando mis pensamientos.

-Está bien, pero no confío- avisé.

-Probablemente tan solo nos conecten el rastreador corporal y listo, siempre hacen eso- aclaró-. Casi que no te verán o les verás.

-Está bien- suspiré y abrí mi mochila para sacar el tupper, dejándolo en la mesa en donde está toda la comida.

Llamaron a Víctor para que le enganchen un aparato y le miré; tan solo acercaron un cable de punta redonda a la mitad exacta de su nuca, creo yo que tocando su columna vertebral. El cable no medirá más de cinco centímetros de largo y tres centímetros de ancho, es así de simple pero da algo de miedo; lo dice quien requiere beber sangre para vivir y puede cambiar de forma a un animal gigante que podría arrancar una cabeza de un mordisco o cambiar a un ser mitad pez.

-¿Si te toco te duele?- pregunté y negó con la cabeza.

Estiré mi dedo para tocarlo, sintiendo una pinche corriente eléctrica.

-Eres peligroso- gruñí.

Él lo tocó, sin recibir ese choque eléctrico.

-Oye, Emilia, toca el cable de Víctor- le pedí, ella algo extrañada lo hizo, sin recibir el choque.

Lo toqué yo y por poco me quemo el dedo. Gruñí molesta. Me abrazó por delante, sin que me electrocute.

-Mientras no lo toques directamente todo estará bien- me avisó y asentí.

(...)

Tras comer, la luna salió y tomé la pastilla. Un golpe de energía llegó a mi, como si me hubieran cambiado las pilas.

-¡Quiero jugar, quiero jugar!- pedí, sintiéndome alegre.

-¡Juguemos a la mancha!- propuso Emilia y asentí varias veces.

Con la mesa, una torre con mochilas y dos árboles, delimitamos el espacio en donde podemos correr. Se siente tan jodidamente bien el estar corriendo y estirándome, con tanta adrenalina corriendo por mi cuerpo.

Escuché algunos aullidos de buenas noches y me detuve para aullar, Víctor se me unió y el resto también, a modo de broma grupal, aún bajo la mirada del señor loco.

(...)

-Traje una soga de saltar, ¿quieren que hagamos competencias?- propuso esta vez Manuela y asentí.

Sacó dos sogas de unos cinco metros y empezó a sacudirlas a diferentes ritmos junto a Tomas mientras los otros nos quedamos saltando, pudiendo entrar y salir, pero jamás cortar el movimiento.

(...)

Cuando la luna estuvo en su máximo punto, fuimos a la cueva; el médico estaba dormido en una reposera por lo que me metí al agua sin problemas.

Dando mil y una vueltas en el agua, esta es la pura gloria. Tiré del pie de Víctor y lo besé debajo del agua, permitiendo que luego vuelva a la superficie mientras le orbito.

-Eres una bomba de energía, ¿o me parece?- me preguntó Emilia, divertida.

-¿Una bomba de energía? Soy un maldito misil nuclear- reí, girando una y otra vez-. Tengo que traer a mamá aquí.

-¿Y que le siga tu padre? Prefiero no estar presente ese día- rió Víctor.

-No te quejes, soy su hija, la personificación misma de ambos juntos- dije, volviendo a sumergirme para saltar hacia arriba, sintiéndome un delfín-. Adoro estar aquí con ustedes.

Juan corrió desde una esquina, saltando al agua y se le sumó Manuela mientras los otros se quedan en la orilla.

Sin duda, hoy es de mis mejores días. 


(Continuará...)

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