Capítulo LXXXIII.

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-Oye Bella, ¿estás bien?- Manuela se acercó a mi, disparando una vez más antes de bajar el arma.

-Claro, no es nada que no controle- sonreí a medias, alzando la cadena para atar a los tres zombies que vienen hacia nosotras.

-¿Estás segura?- preguntó y asentí.

-¿Por qué no debería de estarlo?- reí, girándome apenas para verle.

-Tus ojos se ven completamente carmesí y tus orejitas alertas- indicó Emilia, quien también nos acompaña.

-Solo es hambre- le resté importancia.

Escuché un jadeo por detrás, viendo a otro par de zombies.

-Son míos- hablé y corrí hacia ellos con las cadenas.

Retuve la respiración cuando logré estar en frente de ellos, amarrándolos a un árbol. Fui rápida, no dudé en tomar mi espada especial y arrebatarles la cabeza.

Sus cuerpos se quemaron hasta desaparecer sin dejar manchas.

-Bella, ya, en serio. ¿Qué sucede?- mis amigas se acercaron, con muecas preocupadas-. Ya se que solo somos nosotras aquí y los chicos en otra zona, pero te ves más...

-¿Salvaje?- continuó Manuela-. Vas con esa mirada terrorífica,  los colmillos a la vista, estás más agresiva y parecen loca.

-Sabemos que tu máscara se rompió en una pelea con vampiros mientras nos deshacíamos de los zombies, pero pareces aún más alterada. Y no creo que sea por la luna llena- habló Emilia-. Te ves más vampiro de lo habitual.

Mi olfato me indicó que Víctor estaba cerca.

-Los chicos están cerca- avisé.

-Lo notamos por tus orejas y tu cola- mencionó Emilia, sonriendo.

Giré apenas para ver mi cola; se está moviendo frenéticamente de lado a lado. Mis orejas giran hacia donde los escucho llegar.

-¡Cuidado!- gritó Juan y giré a ver.

Ellos están siendo perseguidos por un grupo de civiles que huyen de zombies. Acomodé mi atuendo.

-¡Son míos!- avisé y corrí hacia ellos, estirando la cadena.

Víctor tomó mi mano, tirando de mi para entrar a un callejón mientras el resto sigue corriendo. Los zombies pasaron y quise ir a atraparlos pero Víctor me abrazó, deteniéndome.

-Bella, detente- Víctor tomó mi rostro, mirándome a los ojos-. Tu padre me habló; tienes que volver a tu casa.

-Pero aún es temprano, quiero seguir en la pelea- mencioné, abrazándole también, sintiéndome segura contra su cuerpo.

-Vamos a jugar a casa si quieres, ahora es peligroso para ti- mencionó y acarició mi mejilla-. ¿Has estado comiendo bien? Te ves hambrienta.

Negué con la cabeza.

-Estoy bien- mencioné y negó con la cabeza.

-Muérdeme. Estaré bien- mencionó de forma dramática y reí.

Lamí su cuello y me alejé apenas. Escuché un grito y me alerté.

-Ten- me mostró un collar de tela elástica con sistema de ajuste propio; me lo colocó y sonreí-. Se te ve bien.

-¿Acaso fui una mala lobita y necesito ser castigada?- pregunté y negó con la cabeza.

-Tiene un rastreador; tu padre me pidió que te lo colocara.

-Está bien- un fétido olor llegó a mis fosas nasales-. ¿Puedo ir?

-Vamos.

Sonreí y comenzamos a correr hacia la zona; varios zombies están atacando a la vez. Cada vez son más y más; mis amigos no pueden con ello y ya hay un herido.

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora