Capítulo 8 - Secretos y más secretos.

355 17 1
                                    

Apenas pasaron dos meses desde que iniciaron las clases y en mis tiempos libres logré hacer una pastilla que logra que no me transforme en sirena por ocho horas. El verano ya se fue pero el logro quedó; esto me ayudará mucho. Sigo intentando cambiar de cremas a pastillas ya que no todos los vampiros disfrutan de las cremas corporales pero buscan sus efectos.

(...)

-¿Puedo decirles?- pregunté, sin más.

Ahora mismo estoy sentada frente a mis padres, con la intención de convencerles de que me dejen contarle mi secreto a Víctor y a Perla, quienes ya tienen sus sospechas hacia mi.

-¿Por qué lo preguntas ahora?- preguntó papá, sin entender bien.

-Perla dice que siente que no le estoy contando algo; cuando jugamos verdad o reto, siempre trata de encontrar lo que pasa y no puedo decirle nada del gran secreto familiar. Víctor dice tener sospechas y le preocupa que me esté pasando algo por más que le digo que no es nada- mencioné-. En el día que tuvimos colegio, me junté primero con Perla, luego con Víctor, luego con Alex, luego acompañé a Víctor a una exposición y más tarde Perla se quedó a dormir, vieron que no dormí más de los tres minutos de siempre y se preguntan por qué pasa esto. Víctor dijo algo de que debería hacerme estudios médicos pero no logro encontrar otra respuesta para esto y ya no quiero mentirles.

Tomé mi vaso y le di un trago.

-Ellos confían en mi para sus mayores secretos, es injusto que no les devuelva el favor- musité, algo triste.

-Ya sabes mi respuesta; no deberías de decirles- dijo con gran seriedad mi padre, apoyando su brazo sobre los hombros de mi madre.

-Sabes que es muy arriesgado...- dijo mi madre, con una mueca preocupada-. También se que les conoces hace tiempo, pero eso no quita el peligro.

-Son mis amigos de toda la vida- dije, seriamente-. Saben que ellos guardan todos los secretos, son verdaderos amigos. Han hecho la prueba, ¿recuerdan? Le dije que en secreto tenía un perrito y entre ellos me ayudaron a encubrirlo de ustedes por más de un mes hasta que lo dimos en adopción; fue la prueba, ustedes no supieron del perrito y lo ocultaron como los mejores. Se que no harán nada para dañarme ni le dirán a alguien sobre esto si se los pido.

-Recuerdo de aquella vez; realmente no supe nada del perrito y nadie más se enteró, ni siquiera se habló después de saberse la verdad- habló mamá-. Entiendo que sea seguro para ti, y quizás debas confiar en ellos, pero con precaución.

-Me sigue pareciendo peligroso- suspiró papá y ambas gruñimos.

-Tranquilas, mis amores- dije él en un tono cariñoso, apoyando sus manos en su regazos y me miró-. Si tu madre dice si, es un si por mi parte también.

-Ve a decirles. Si es que ellos no lo aceptan o no guardan el secreto, ya sabes lo que pasará- dijo ella y sonreí.

-¡Gracias! Los quiero- dije y me lancé para abrazarlos.

Corrí a mi habitación para llamar a mi mejor amiga y a mi mejor amigo, para que nos reuniéramos esta tarde en la isla, indicando un pequeño mapa, a pesar de que en otras ocasiones hemos ido a pasar un rato.

(...)

Tras almorzar algo liviano, fui a la isla un rato antes de lo acordado con mis amigos, yendo por el agua y subiendo por la cueva. Llegué al punto de encuentro y a los pocos minutos llegaron los dos, y nos saludamos como lo hacemos siempre.

-¿Qué nos querías decir?- preguntó Perla.

-¿Por qué en un lugar tan lejano?- preguntó Víctor.

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora