Capítulo LVII.

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-¿Creen que siga viva? Ya es casi hora del almuerzo- escuché una voz femenina algo lejana.

-No la despierten- habló un chico-. Estuvo trabajando duro estos últimos días.

-¿Nos estará escuchando? Se que tiene una audición más aguda y más sensible...- habló otro chico.

Me estiré y acomodé mi ropa. Aún escucho al grupo hablar desde otra habitación; no están gritando pero es el único ruido entre todo el silencio. Ya puedo controlar mi cuerpo de nuevo por lo que puedo esconder mis partes físicamente no humanas; dormir si que me hizo bien.

Salí de la habitación, viendo como los cinco seres se sobresaltaron.

-¿Qué pasó con tus ojos?- me preguntó Víctor-. Están de un color rojo.

-Carmesí es el tono- aclaró Thomas.

-¿Dónde hay un espejo?- pregunté y señalaron el baño.

Ingresé y me vi; mis pupilas son completamente rojas, aunque mis colmillos no sobresalen. Ahora que lo pienso, hace varios días no consumo sangre.

-Es hambre nomás...- le resté importancia, volviendo con el grupo, sin encontrarlos-. ¿Chicos? ¿Chicas?

Sentí que algo malo está pasando; mis sentidos se pusieron alerta. Dejé mis uñas largas a la vista, lista para defenderme. Vi unas cuantas pistolas de plata con sus respectivas balas anti~vampiros y anti~licántropos sobre la mesa: agradezco llevar guantes puestos, aunque la punta de mis dedos está a la vista, puedo sostener el arma sin problema.

Escuché unos murmullos fuera; salí con cuidado. Hay cuatro vampiros sosteniendo a mis amigos; todos ellos están embadurnados en algo blanquecino y tan solo requieren un ser para sostener a ambas chicas. Les están sosteniendo de la nuca, manteniéndoles arrodillados y con las manos delante, bajando la cabeza; parecen lobos regañados.

Escondí mis uñas y levanté mis manos, rindiéndome. Uno del grupo se alejó de Víctor, quien fue tomado por el mismo que sostiene a Juan.

-Arrodíllate ante tu ser superior- habló-. Deja esa tonta arma, no te servirá ante nosotros.

Lancé el arma, dejándola contra Víctor. El vampiro estiró su mano para poder inmovilizarme pero se quedó a centímetros de mi, sin poder tocarme.

-Es ella- indicó el ser-. La gran y falsa monarca que declaró que nuestra líder se quedara sin colmillos.

-Nos dieron la orden de arrancarle los colmillos, pero podríamos aprovechar- mencionó el que sostiene a ambas mujeres-. Debemos usar nuestros órganos si queremos que sigan funcionando, ¿no es así?

El vampiro se relamió los labios y sin controlarlo hice una mueca de asco. Sus labios comenzaron a quemarse por lo que se giró, haciendo sombra con su propio cuerpo para regenerarse.

-Quitar los colmillos es solo un castigo humillante. Si quieres matar a alguien, ve a por su cabeza- indiqué, levantándome, dejando ver un aura macabra, sin siquiera enseñar colmillos-. ¿Debería de darles una lección? Aléjense de los humanos y arrodíllense.

Tres de los cuatro seres se alejaron, agachándose, arrodillándose en el lugar, bajando la cabeza. Tan solo el que sostenía a Thomas quedó de pie. Las chicas se abrazaron y Juan se paró frente a ellas, cubriéndolas. Víctor quedó inmóvil, mirándome estático.

-Lo siento, princesa. Yo soy de otro territorio, fiel a otro rey- mencionó con una sonrisa divertida, apretando el cuello de Thomas, quien no se inmutó; de echo parece paralizado-. Ríndete si no quieres que ellos mueran.

Asentí y cerré los ojos. Se escuchó un disparo y nada caer. Abrí mis ojos, sin ver al vampiro.

-¿Están heridos?- pregunté y a su manera fueron diciendo que no.

La HíbridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora