Capítulo 15.

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Pietro De Sousa.

Meses atrás.

«Es mi mejor amiga, te lo suplico, Pietro, si no la amas por favor para con eso. Llevan más de un año en ese cuento en el que solo vienes, la besas y te vas sin más.

No quiero que ustedes se conviertan en Nick y Valeshka. Eso no es sano y lo sabes. Erin no merece que la tengas como la distracción del fin de semana»

No era solo mi distracción, pero tampoco podía asegurar que estaba enamorado de ella como para pedirle que fuese mi novia.

Yo llegué a Erin con el corazón roto, antes de ella hubo alguien más, alguien de quién espero no volver a hablar.

Katherine fue mi primera novia, de hecho, a la única que he llamado por ese título, nos conocimos en el instituto cuando los dos teníamos quince años. Yo realmente estaba muy enamorado de aquella chica de mejillas rosadas, de labios tan dulces como la miel y de ojos tan brillantes como el mismísimo sol. Me costó conquistarla, yo realmente tuve que esforzarme para que ella fuese mi novia. A mis quince años la verdad es que aún no poseía un buen cambio y seguía viéndome como solo un niño. Katherine era la chica más hermosa y codiciada de mi año, ya se imaginarán como me sentí cuando logré hacerla mi novia.

En los más de tres años que estuvimos juntos yo me esforcé por darle lo mejor, le hacía realidad todos sus caprichos. La llevaba a los mejores lugares a cenar, le compraba las cosas que me pedía, le costeaba viajes a ella e incluso a sus amigas, yo era su maldito marrano. Aunque me esforzará mucho nunca sentí que ella me quisiera de la misma forma en la que yo lo hacía.

¿Por qué no dejarla? Porque la quería, porque me había acostumbrado a ella, porque era un crío que no quería soltar a la buenorra que tenía como novia.

Las cosas cambiaron en la universidad, ya teníamos diecinueve años y nos encontrábamos en el mismo campus. Habíamos discutido porque ella estaba celosa de las chicas que se me habían empezado a acercar, a los diecinueve ya había tenido un decente cambio. Fui a su habitación para sorprenderla y así dejar de un lado la discusión por estúpidos celos, pero el que se llevó la sorpresa fui yo al encontrarla con otro hombre en la cama.

Aquel día terminamos, una infidelidad de tal tamaño es algo que nunca perdonaría, nadie debería hacerlo. Es absurdo llamar a la infidelidad como un pequeño error, un desliz, una pequeña caída. Un infiel nunca debería ser perdonado porque si realmente hubiese amado y respetado a su pareja nunca se abría fijado en otra persona así hubiese sido "un error de una noche"

Creo que muchos de nosotros creemos ser amados por quienes amamos, pero cuando realmente necesitamos sentir esos "te amo" los labios se vuelven fríos, las caricias lastimas y los susurros son irritantes sonidos. Muchas veces terminaremos descubriendo que hay personas que nos quieres y mucho, pero no un querer de amor, es un querer de poseer, nos quieren para el rato. Otras veces, descubriremos que quien nos ama verdaderamente está tan cerca como ese amigo de toda la vida o tan inesperado como el que aún seguimos considerando un simple conocido de toda la vida, y eso lo aseguré con Erin Loughty.

Fue el fin de semana en el que celebramos los dieciséis años de Nick, Valeshka había organizado todo para él, sé que ella lo ama, pero también sé que teme por el que dirán de una relación en la que la mujer es la mayor. Tiago me escribió que comprara unos barquillos de chocolate para su mejor amiga, ellos dos se aman realmente, tienen una de las amistades más leales y sinceras que conozco. En aquel entonces yo no consideraba a Erin mi amiga, ella era solo mi conocida, pero entonces, aquel día que la vi algo cambió, me pregunté que se sentía besar a alguien que no quería solo pasar el rato, deseé besar esos labios rosaditos, anhelé tocar esa piel que no había sido tocada por nadie más, aquel fin de semana no se me dio la oportunidad, pero no dejé de pensar en aquella estrella que solo me dejó verla para pedir mi deseo.

Mi vecino del RoyalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora