Capítulo 39.

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17 de diciembre.

Apenas es de madrugada, deben ser casi las dos. Me acomodo el bolso y apago la luz antes de salir de casa. Me subo la chaqueta y empiezo a caminar hacia Alexander quien ya espera por mí.

—¿Y esa camioneta? —pregunto, señalando el vehículo en el que él se apoya.

—No me lo vas a creer.

—No es tuya y eso es seguro, no te gustan. —él se ríe y asiente— ¿De quién es?

—Es de Gabriel, anoche cenaba con él y mamá así que cuando escuchó que iríamos a las afueras dijo que podía prestarme la camioneta pues se adapta mejor al tipo de camino para el que vamos.

—Que buen padrastro el que tienes —le digo, entregándole mi maleta para que la deje en el baúl.

—Joder, Erin. —masculla— No.

Yo me rio— Ya, un chiste no más.

—Tus bromas y chistes apestan.

—¿Vas a iniciar una cita diciendo que algo que hago apesta?

—¿Qué clase de cita me hace salir de mi casa a las dos de la madrugada?

—La clase de cita que tú no quisiste planear.

Él se ríe— Te dije que podíamos ir improvisando.

—Pues yo improvisé diciéndole a Tiago que me prestara las llaves de la casa del lago.

—Es demasiado especial hacerme conducir por horas.

—El que dijo algo de especial fuiste tú.

Él se vuelve a reír y me abraza— ¿Por qué te gusta intentar crear discordia conmigo? —pregunta, apoyando su frente contra la mía.

—Para crear tensión y así más tarde tengas ganas de liberarte.

Él suelta una carcajada, besa mi mejilla y después me abre la puerta— Más bien dime que han dicho tus padres —pregunta al subir y encender el vehículo.

—Es claro que me han dejado ir sin compañía.

—Tiago y Nick podrían estar por ahí escondidos.

Me rio— No, están durmiendo.

—Bien, ¿y lo otro?

—También han dejado que me quede contigo los dos días.

—Perfecto.

Me percato de que no me he puesto el cinturón así que lo hago— Es absurdo que quiera tener esa sobreprotección a este punto. Digo, tú ya me metiste la lengua y yo ya me metí tu...

—No empieces o vamos a tener que hacer una parada.

—En mi boca. —termino mi oración y él se ríe— ¿Te molesta si descanso un rato?

Me mira de reojo— Increíble, no duermo, tengo que manejar y ahora pasar el recorrido en silencio. —dejo de removerme en el asiento ni buscar una buena posición. Él se ríe— Duerme si quieres, eso no me va a molestar.

Bajo el asiento y me quedo despierta solo por unos minutos hablando con él, pero cuando empieza a hablarme de la comida que trae en el maletero termino por quedarme dormida.

La puerta de mi lado se abre después de unas horas y Alexander empieza a mover mi brazo. Le hago un mal gesto y él se ríe— Hubiese sido lindo que me cargaras hasta adentro.

—No me parece lindo cargarte y después a las maletas. Demasiado trabajo.

Me rio— Se te da fatal lo de ser romántico e intentar una cita especial.

Mi vecino del RoyalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora