Los Santos, así es como Alexander me ha dicho que se llama el vecindario dónde estamos. Es muy probable que, si él no me trae, nunca me hubiese pasado por aquí. Es muy diferente a como es el Royal. Siento que las personas aquí tienen más la oportunidad de verse todos los días e incluso compartir tiempo. Se ve un vecindario demasiado familiar.
Estamos frente a una casa de color azul petróleo con puerta blanca. Vuelvo a tocar con fuerza sintiendo como Alexander está a nada de salir corriendo. Él se aferra a mi mano cuando vuelvo a tocar. La motivación con la que venía la perdió en el camino.
—¡Por un demonio, ya voy! —una voz ronca y rasposa grita desde el interior de la casa.
La puerta se abre y veo a un hombre mayor asomarse, veo en su pecho un collar con el símbolo de la rueda del Dharma, subo mi mirada y solo puedo ver su ceño fruncido al verme, pero después su expresión cambia al ver por encima de mi hombro
—Muchacho. —dice apenas en un susurró— Joder, hijo —su voz se entrecorta.
Me giro para ver a Alexander. Ahora tiene los ojos rojos y las lágrimas han empezado a correr. Me hago a un lado y Alexander casi que cae en brazos de quién ahora supongo es Brent. Alexander empieza a llorar de forma descontrolada cuando Brent lo recibe, la escena me encoge el corazón.
—Perdóname, Brent. —le ruega en medio de sollozos— Perdóname por lo de Helen.
Los ojos de Brent se cristalizan y abraza con fuerza a Alexander— No tengo nada que perdonarte, muchacho.
—Lo siento... Lo siento muchísimo.
—Ya está, hijo. —le susurra— Ya está. —repite— No te sigas castigando.
Las piernas de Alexander se debilitan y Brent lo sostiene con el abrazo. Otro sollozo atraviesa a Alexander y eso rompe a Brent. Me quedo helada por la escena. Brent luce demasiado rudo, seco y fuerte, con ese ceño fruncido que tenía de seguro que espanta a más de uno, Alexander a veces es muy igual a él, pero ahora, esas fuertes capas que los dos llevan quedan en el suelo, dejando sus dolores y debilidades a flor de piel.
Ahora los dos también lloran, creo que aquello es bueno, espero esas lágrimas sirvan para lavar todo el dolor que estuvo llenando sus corazones. Siguen abrazados por unos minutos más, después Brent empieza a darle palmaditas a Alexander en la espalda cuando nota que ya se ha calmado.
—Ya, Alexander. —le dice— Maldita sea, si nos quedamos un minuto más aquí vamos a llamar la atención de todo el vecindario.
Alexander se ríe y retrocede hasta quedar a mi lado. Brent vuelve a mirarme
—¿Tu vecina?
—Así es —responde Alexander.
—Que bueno ver qué te disculpaste. Pasen, por favor.
Alexander entra como perro por su casa, antes de siquiera cruzar el marco de la puerta me detengo— Mucho gusto, señor Brent. —estiro mi brazo para estrechar su mano— Mi nombre es Erin.
Aunque hay tristeza en sus ojos, él sonríe de forma sincera y alegre— Se ve que vienes del Royal, muchacha. Yo soy Brent.
Me adentro a la casa y me siento al lado de Alexander que ya está en el sofá. Brent pasa directo a la cocina y empiezo a escuchar como las ollas empiezan a moverse.
Miro a Alexander, lo veo en su forma más humana, en la más transparente, en esa dónde reconoce que como todos, también tiene partes débiles.
—Nunca creí ver esta versión de ti. —le digo— Esta que seguramente muy pocos conocen o conocerán. Sé que no es un momento oportuno, pero es importante para mí verte de esta forma, esta en la que confirmo que entre los dos no hay necesidad de estar fingiendo que siempre estamos bien.
ESTÁS LEYENDO
Mi vecino del Royal
Teen FictionUna chica que teme ser abandonada y un chico que siente debe abandonar a todos. Erin cree que su único propósito es mantenerse guapa, ser educada, agraciada y conseguir un esposo. Alexander cree que lo mejor para Erin es mantenerse lejos de él y no...