—Hola, Meteoro.
—Hola, Pietro.
Él se encamina en dirección a la puerta principal y lo siguiente que noto es que se reúne conmigo en el balcón. Se acerca y me abraza por la espalda, logrando que las pulsaciones se me disparen, incapaces de volver a un ritmo normal si él continúa abrazándome. Apoya su mentón en mi hombro e inhala lentamente, al exhalar siento su respiración sobre mi cuello. Se aparta y también apoya su antebrazo contra el balcón.
—¿Cómo has estado, Meteoro?
Desconozco la razón por la cual empezó a llamarme así.
—Bien. —es lo único que logro decirle. Sigo paralizada por la forma tan tranquila en la que me abrazó y por ahora tenerlo frente a mí. Respiro hondo, tratando de buscar más palabras, pero me siento demasiado nerviosa. Que vergüenza, ahora entiendo por qué no quiso continuar conmigo, soy tan simple que ni siquiera puedo tomar control de una conversación— Creo que iré a buscar a Tiago o a Nick.
—Ellos están ocupados.—se interpone en mi camino e inclina su cabeza un poco para buscar mi mirada— ¿Tan difícil va hacer que vuelvas a hablarme?
—¿No es acaso lo que estoy haciendo ahora?
Pietro sonríe y acacia mi mejilla— Te he extrañado mucho, Meteoro.
—¿A qué viene ese horrible apodo?
—No es tan horrible como parece. —le da la espalda al jardín y apoya sus codos contra el borde— Está esta estrella fugaz, mi meteoro que es tan incansable para este simple mortal. La conozco prácticamente de toda la vida, pero solo mi hermano logró hacerse su amigo. A los dieciséis la vi solo por hacerle un favor a mi hermano, ella estaba más hermosa de lo que la recordaba, pedí un deseo en silencio aquel día, pero ella, tan lejana a mí no pudo cumplirlo.
Pietro calla por un momento. Me mira. Suspira y decide continuar.
—Un año después ella apareció en una fiesta, todos estábamos asombrados de su presencia, porque claro, siempre la estuvimos queriendo en la distancia. La vi pasar casi que en cámara lenta frente a mí y quedé solemnemente convencido de que había llegado el momento en el que mi deseo se haría realidad, esa noche lo necesitaba más que nunca.
Él se acercó a ella y eso la hizo muy feliz pues en ese mismo instante él confesó el deseo que anhelaba, él deseaba un beso.
—Mi meteoro estuvo cumpliendo mi deseo cada que nos veíamos. Me besaba de la forma más pura y sincera en la que alguien alguna vez lo ha llegado a hacer. Me besaba sin malas intenciones y eso me hacía sentir demasiado bien porque me hacía creer que no le importaban mis vienes, ella solo me quería a mí, a lo que soy, ella solo me miraba a mí, no existía nada más cuando estábamos juntos. Pero cada que bajaba del cielo para cumplir mi deseo me hacía sentir que le estaba robando todo de ella, ella se estaba desintegrando poco a poco.
—Quizá ese meteoro quiso desintegrarse por completo a tu lado, quizá ya no quería arder más, quizá ya no quería orbitar más a tu alrededor, quizá, solo quizá ella quería aterrizar para estar a tu lado, pero tú temiste al verla tan cerca como si ella alguna vez fuera hacerte daño. Lo cierto es que ella solo quería entregarse a ti con las partes que aun conservaba.
—Erin esa noche...
Aun no me siento lista para esa conversación, aun no podría aguantar que él me mire y me diga que no le gusta de mí, aun no puedo escuchar la razón por la que no quiso pasar la noche conmigo.
—Pietro, —le detengo— no quiero hablar de eso, no esta noche.
—No sé qué tengo que hacer para que vuelvas a hablarme como antes. Dime qué tengo que hacer y lo haré.
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Mi vecino del Royal
Teen FictionUna chica que teme ser abandonada y un chico que siente debe abandonar a todos. Erin cree que su único propósito es mantenerse guapa, ser educada, agraciada y conseguir un esposo. Alexander cree que lo mejor para Erin es mantenerse lejos de él y no...