Capítulo 16.

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Erin Loughty.

Mi almohada es un duro pecho, mi manta ha sido remplazada por un par de brazos tonificados que me envuelven. Alzo mi cabeza y apoyo el mentón sobre el pecho del contrario. Pietro está despierto y al notar que yo también lo estoy empieza a acariciar mi mejilla después de sonreírme.

Sus ojos reflejan su cansancio, sus ojeras son la prueba de que ha pasado lo que quedaba de noche en vela— Finalmente despiertas. —me dice— Me tuviste preocupado, creí que te habías intoxicado, pero te negabas a vomitar, casi golpeas a Nick cuando propuso que te metieras los dedos y así descansaras de ese malestar. —hago un mal gesto. El dolor de cabeza está por matarme— Después caíste como piedra.

Me tiro de lado y me acomodo sobre la almohada— ¿En dónde está Nick? —inquiero al percatarme que no se encuentra presente.

—Hace unos minutos Valeshka vino a buscarlo, necesitaban hablar.

Giro mi cabeza y lo miro— Un malestar es lo que ha hecho que te quedaras. Siempre te ibas en algún punto de la madrugada.

—Sabias que lo hacía por ti, nada bueno hubiese salido si tus padres me veían salir de aquí en la mañana.

—¿Y esta vez que cambió?

—No saben que estoy aquí. Tu madre es quien falta por salir. Me iré en un momento, después de cerciorarme que mis padres tampoco estén.

—¿Por qué?

—Porque se supone que soy el buen hijo que come libros.

—Vale. —me giro, dándole la espalda— No olvides cerrar la puerta después de salir.

Él suspira y lo siento removerse en la cama hasta que su brazo se posa en mi cintura y su rostro se hunde en la curvatura de mi cuello y hombro para dejar un pequeño beso— Tenemos que hablar de lo que pasó, Meteoro, realmente tenemos que hacerlo.

—De hecho, no es necesario. Somos amigos, eso es lo único que importa.

Pietro me hace girar para que lo mire. Sé que quería darme mi tiempo y espacio, pero ansia que volvamos a hablar como antes.

—Esa noche, —empiezo— ¿qué quisiste decir con "no quiero que termines como yo"?

Él se pone boca arriba, entrelaza sus dedos y pone sus manos a la altura de su pecho, su mirada primero viaja al techo de mi habitación antes de empezar hablar— Dejamos algo de nosotros en cada cama por la que hemos pasado, cada persona con la que hemos estado se queda con algo de nosotros. No quiero que eso te pase a ti, no quiero que nunca te desintegres en pequeños pedazos por lugares en los que un día ni recordarás.

Entonces él siempre ha sentido eso, nuestra amistad podrá ser eterna, pero una relación amorosa solo sería pasajera porque yo siempre he sido fugaz para él.

—No me hubiese importado. —confieso— Siempre supe que no estábamos enamorados, pero realmente me hubiese gustado haber estado contigo, no sé por qué, solo llevo conociéndote mucho tiempo y eres alguien realmente cercano, ya sabes, me hubiese gustado sentirte más cerca.

Él sonríe, meneando su cabeza— Eso dices ahora, pensarías diferente si hubiese dejado que pasara algo más esa noche.

—No lo creo. No sé conmigo por qué si te dio esa pena de dejarme al día siguiente.

Me mira— Porque te amo de tal forma en la que no quiero que una parte de ti termine en mi cama como si fueras una más del montón. Te amo tanto que no quiero que tu vida se conecte a la de este hombre que ya no tiene nada de amor y solo va robándolo de cama en cama.

Mi vecino del RoyalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora