Capítulo 18.

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Alexander Hosk.

Aún recuerdo la vez que nos conocimos, yo estaba por cumplir mis diecinueve y él ya se encontraba en sus veintidós. Aquella noche yo buscaba a quien llamaban "Caca", me dirigí hasta "La olla" un lugar conocido por ser un expendio de drogas, allí me dijeron que podía encontrar a Caca y él tendría justo lo que necesitaba.

Caca resultó siendo Caleb Cabrales, un hombre que ya estaba muy lejos de casa. Él quiso probar suerte, mudándose a otra ciudad, pero las cosas no salieron como esperaba y terminó por más de cuatro años agregando cannabis a todos sus postres para así poder venderlos a mejor precio. Él día que lo conocí, él me dijo que su compañero aun no le había llevado producto, que me podría ofrecer alguna galleta o brownie mientras esperaba, pero negué, necesitaba algo más fuerte, él me dijo que a lo mejor lo que necesitaba era una fría ducha y una cena caliente.

Desde que lo conozco siempre le ha gustado pasar tiempo en la cocina, recreando o inventando recetas. Le dije que le haría los domicilios como paga por alimentarme y dejarme quedar con él. Caleb fue la persona que me ofreció un hogar cuando yo ya me encontraba en las calles, deambulando. Él vive en Los Santos, vecindario donde también vive Brent, mismo vecindario donde la conocí a ella, a la mujer especial, pero eso ya es otro recuerdo.

Poco tiempo después de mi accidente, Caleb dejó de cocinar para los de La Olla, quiso buscar trabajo, pero por su no muy limpio historial se le fue prácticamente imposible conseguir algo legal. Caleb como buen vendedor, nunca consumió de cualquiera de los productos, pero el siquiera haber estado enredado en ese mundo dañó su hoja de presentación. Al no encontrar un trabajo correcto, trató de regresar a La Olla, pero allí ya no lo quisieron devuelta.

Lleva meses enteros, cocinado día tras día en su casa, comprando harina, levadura, huevos y demás productos por montones. Yo suelo pasarle dinero, como agradecimiento por el tiempo en el que él me cuidó y de paso para que vaya y visite a Brent, algunos de sus vecinos a veces le compran postres o lo que sea que él hornee, claro que ninguno de esos tiene cannabis, nunca más volvió a dedicarse a eso. Realmente me gustaría que pronto pueda conseguir algo que le dé mayor empleo y ganancias porque siento que terminará perdiendo la cabeza si solo se queda hora tras hora distrayéndose con recetas.

—Mirá, Alex, pero échale gafa a esto. —dice Caleb, queriendo que le preste atención— Te dije que me pasaras eso y vos ahí todo perdido. Ya sé que vas a salir esta noche, pero justo ahora estás aquí, así que concéntrate.

Me echo a reír mientras me levanto y le largo la bolsa que me había pedido. Me quedo a su lado, prestando atención a cómo termina de preparar un budín demasiado dulce y lleno de chocolate por donde lo mires. Después de unos minutos, los dos nos sentamos en el sofá y disfrutamos de unas trufas de oreo que él había preparado en la mañana.

—Deberías acompañarme a la fiesta. —le digo— ¿No te dan ganas de ir a "azotar baldosa" así como sueles decir?

Él niega con un movimiento de cabeza— Ya no me animo al descualquiere y vos lo sabes, la guachafita se acabó hace mucho tiempo en mi vida

Me quedo en silencio mientras termino de comer las trufas, no es que quiera sacarlo a una fiesta exactamente es solo que me gustaría que haga algo más que solo estar preparando postre tras postre como un loco que pronto va a perder la razón de todo.

—A mí lo que me tiene curioso es verte tan emperchado últimamente. ¿Sigues viéndote con la nenita de la que me hablaste la otra vez?

—Se llama Erin y sí, hoy también saldré con ella, de hecho, insistió mucho para que la acompañe a esa fiesta.

Mi vecino del RoyalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora