Valiente.
Fuerte.
Irritante hasta la médula.
Testadura.
Llegó a mi vida a darme luz y a cambiar todo lo que pensaba y creía.
Llegó a mostrarme que existía un lado de esta vida de mierda que en realidad podría ser buena, pero también me destruyó po...
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Jessica Jones
Pienso en Jaden.
Pienso en las últimas semanas, las cuales han sido realmente perfectas, vivir con él ha sido perfecto, él es perfecto. En todo lo que puedo pensar es en su sonrisa, sus ojos claros con un color inexistente, aún no puedo describir si son verdes, castaño claro o de tonos miel y me encantan.
He intentado suprimir el sentimiento, pero en mi interior sé que sigo enamorada de él, no se lo he dicho, pero lo amo. Lo amo con todo mi corazón y haría lo que sea para verlo bien.
Las manos del hermano de Leila me aprietan hacia él y vuelvo a pensar en Jaden, cualquier cosa sucede y mis pensamientos se vuelven a Jaden una vez más. Me siento perdida.
—Vamos a las habitaciones cerradas, las vi cuando fui a buscar los tragos con Xavier— dice Dan entre besos, al no responderle nada él toma mi mano y me guía al lugar.
Me siento mareada y completamente ebria, sé que no debería estar haciendo esto y a pesar de mis intenciones se me parte el corazón al pensar en el dolor que le provocaré a Jaden con mis acciones, pero quizá eso es lo que debería pasar. Quizá lo mejor para él es que me odie, que termine conmigo y se vaya lejos.
Entramos a la habitación y sus labios vuelven a chocar con los míos.
—Sabes tan bien— susurra caminando y obligándome a caminar de espaldas.
Tropiezo con la cama y mi espalda cae sobre el colchón, veo los ojos de Dan justo antes de que se pusieran a horcajadas de mi y sintiera sus labios contra los míos de nuevo.
No son los ojos verdes de Jaden.
En su aroma no encuentro rastros de un perfume costoso y cigarrillos.
Entro en razón cuando adentra su mano en mi vestido e intenta jalar mis bragas hacia abajo, entonces me doy cuenta de la tontería que acabo de cometer.
¿¡Qué mierda pasa conmigo!?
—No.— digo, pero no se detiene—No, no quiero.— le digo, pero sigue sin intenciones de detenerse— ¡Joder, no quiero!— grito y se aleja al fin de mi.
—¿Qué pasa?— pregunta, me siento en la cama alejándome de él y el pánico me recorre de pie a cabeza inmediatamente.
—No puedo... Dios mío ¿Qué hice?
—Aún no hemos hecho nada, por desgracia.
—¡No, ya hemos hecho mucho! ¡Joder! ¿¡Qué tengo en la cabeza!?
—Supongo que debiste haber tomado en el yo nunca nunca con lo que dije de engañar al novio— dice divertido y lo miro como si quisiera golpearle— Okay, me callo.
—Tengo que irme a casa— digo llevando mi mano a mi frente.
—Te llevo si quieres, no estoy ebrio— dice y yo asiento.
