Valiente.
Fuerte.
Irritante hasta la médula.
Testadura.
Llegó a mi vida a darme luz y a cambiar todo lo que pensaba y creía.
Llegó a mostrarme que existía un lado de esta vida de mierda que en realidad podría ser buena, pero también me destruyó po...
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Jaden Tremblay
Ya han pasado dos semanas desde que Verónica tiene orden de captura.
Dos. Malditas. Semanas.
Y no han agarrado a la maldita Verónica, solo a un par de sus trabajadores, pero ella aún está a la fuga.
Policías inútiles.
Si pudiera saldría de aquí e iría yo mismo por ella, pero no sabemos donde está, no sabemos si sus trabajadores aún merodean por aquí y lo mejor es que ninguno de nosotros salga.
No me gustaría recibir otro balazo, ya he burlado a la muerte como cinco veces y si soy sincero, no me interesaría tener una sexta.
—¿Quieres dejar de caminar de un lado para el otro? Me estás poniendo nervioso— dice Erik, estamos fuera de la mansión, en su patio. Lo miro y por milésima vez su ojo morado me causa gracia.
Ojo morado por mi causa. La broma que le hizo a Jess sobre Clara fue de muy mal gusto. También tiene un labio roto.
La hizo llorar e hizo que discutiéramos, apenas si hemos hablados dos veces desde ese día. Puto Erik.
—Ponte nervioso. Ponte muy nervioso. ¿En serio crees que Verónica se va a dejar atrapar tan fácilmente?— le pregunto.
—¿Por qué no? ¿Por qué no ser optimista?
—Prefiero ser realista.
—El realismo aburre.
—El optimismo cansa.
—Muy listo— dice burlándose, ruedo los ojos y finalmente dejo de caminar.
Mi teléfono suena en una llamada, otra vez es Fredd.
—Estamos siendo protegidos por la policía, atiende si quieres. Ahora es seguro— dice y asiento— Igual no digas donde estamos. Seguridad extra.
Asiento de nuevo y me alejo de él para contestar la llamada.
—Hola, Fredd— le saludo
—Al fin contestas. ¿Cómo estás?
—Bien, ya me sacaron los puntos de la herida y todo.
—Eres como un maldito gato de siete vidas.
Sonrío— Ajá.
—Oye, uhm... necesito hablar de algo un poco grave contigo y en serio necesito que me digas que vas a estar bien. No quiero empeorar tu salud o algo así.
Frunzo el ceño— Estoy bien, dime qué pasa.
—Bueno, uhm... ¿Cómo te digo?
—Abriendo la puta boca, tal vez.
—No seas grosero.
Ruedo los ojos— Soy todo oídos, Fredd.
—Bien, uhm... ¿Recuerdas eso que hablamos sobre Jess hace un tiempo? Eso de que oculta algo sobre cuando se fue de Beaufort y que probablemente mi querido novio lo sabe.
