JESSICA || #2 Trilogía NOSOTROS

Un par de días

Jaden Tremblay

Entro al departamento y veo todo vacío, así que me dirijo a la habitación, ahí me encuentro a Jess hablando por teléfono, tiene sus ojos rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando todo el tiempo en el que me fui.

—Brownie, te llamo luego— le dice a Peter y cuelga la llamada en cuanto me ve, se pone en pie y se acerca a mi despacio y en silencio, tiene el cabello mojado y solo lleva puesta una de mis remeras.

Mi mandíbula está apretada y siento demasiado enojo, pero al mismo tiempo pena, quiero entender por qué carajos hizo lo que hizo, quiero entender porque quiso besar a otro hombre cuando me tiene a mi. 

—¿Cómo estás?— pregunta abrazándose a si misma.

—¿Cómo crees?— le respondo serio y cortante, camino por su lado y me siento en la cama dejando mis codos sobre mis muslos.

—Y-yo.... yo puedo....

—Puedes explicarme, lo sé. Habla.

Suelta un suspiro y se sienta a mi lado.

—Estaba ebria y... él me llevó a bailar, conversamos un poco y yo...

Mis manos se forman en dos puños fuertemente apretados, una parte de mi quería que me diera una buena excusa, una muy buena para que se me hiciera fácil perdonarla.

—Así que simplemente pasó— digo como un imbécil.

—No... no, no entiendes, yo... yo no quería.

—No entiendo. No querías, pero lo hiciste de todos modos. ¿Te obligó o qué carajos?— pregunto sobresaltado y mirándola con el ceño fruncido, me mira asustada.

—No, no me obligó, yo...

—Realmente esperaba que me dieras una excusa buena, pero solo escucho mierda— digo poniéndome en pie dándole la espalda.

—Te quiero... esa es la verdad y estaba muy confundida, de eso se trata. Me sentía confundida— dice y me sorprende.

Me giro y la veo de pie enfrente de mí.

—¿Confundida?— pregunto y ella asiente soltando un par de lágrimas, dirige su mirada a otro lado, no puede verme a los ojos— ¿Confundida por qué? ¿Es que ya no me quieres más? ¿De eso se trata? ¿Eh?— pregunto y no dice nada— Se sincera de un puta jodida vez.

Lleva sus manos a su rostro, escucho como suelta un sollozo y quiero abrazarla para que deje de llorar, pero no me lo permito.

—No se trata de eso— logra decir finalmente.

—¿¡Y de qué mierda se trata!?

Traga grueso— Yo... yo...

Niego con la cabeza.