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Mia tomó asiento frente a Walter en el establecimiento. Ella tomaba por el popote la bebida que el hombre había comprado junto a su combo.
— ¿Podrías dejar de beber? tu vejiga va a explotar.— Walter la regaño arrebatando el vaso de sus manos.
— Lo lamentó, no puedo controlarlo.— Ella se excusó regresando la vista a sus alrededores.
La atención de los dos fue hasta la puerta, Jesse se acercó hasta su mesa tomando asiento junto a Mia.
— Llegas tarde— Walter hablo.
— Si. Ahora estamos con los grandes.— Jesse observó a su alrededor al igual que aquellos dos.— ¿Donde esta el líder?.
— Tengo la misma idea que tú.
— ¿No sabe como se llama?— Jesse pregunto.
— No.
— A ver si lo entiendo. El sabe nuestros nombres... como somos, pero ¿nosotros no?.
— ¿Por que no te compras algo de comer?— Walter sugirió.
— ¿Para estar aquí con nuestras cajitas felices... como tres idiotas?.
— Eso es en McDonalds.— Mía finalmente hablo desde la llegada de Jesse.
— ¿Que?— Jesse pregunto.
— Las cajitas felices son de Mcdonalds, aquí venden pollo.
— Señores... y señorita.— Un hombre de Tez morena y con una sonrisa pintada en su rostro los llamo.— ¿Esta todo bien?.
— Si, gracias.— Walter respondió rápidamente para regresar la vista a Jesse y Mia.
— Nos están tomando el pelo.— Jesse hablo.— No lo entiendo, hombre. Hace una semana hablaba como si quisiera dejarlo.
— Tenemos casi 20 kilos qué hay que vender.— Walter le recordó.
— Si, ¿y después?— Mía rompió su silencio.— ¿Que vamos hacer más kilos solo por su bien?.
— ¿Que quieres que diga, Mía? Las cosas han cambiado.
— Si, lo se. Hicimos que mataran a un hombre.— Jesse recordó. La mirada de Walter pasó de enojo a una de arrepentimiento.— ¿Sabe que?. Esto es una estupidez. Me largo.
Walter lo llamo discretamente, pero este al no responder decidió dejarlo ir.
Mia lo observó con la espera de decir algo.— Yo también me voy.— Mía segundos después de que el saliera de la puerta se levantó del asiento.— Lo siento.
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Mia sonrió mientras se acostaba en el sillón de su hogar. Hannah frente a ella jugaba con sus muñecas mientras la televisión proyectaba el nuevo programa favorito de la pequeña.
La infante ya no portaba su ropa vieja y descuidada que Mía había comprado en la tienda de segunda mano , ahora vestía nuevos vestidos y resplandecientes zapatos a juego con su nueva ropa.
Su cabello castaño recogido en dos coletas a cada lado de su cabeza le daban un estilo mas alineado y prolijo.
— ¡Por dios!—La pequeña grito.— Olvide darte algo.— Hannah corrió por la sala llegando a hasta la cocina donde conservaba la mochila de su escuela.
La pequeña regresó con su mochila nueva y con una gran sonrisa en su rostro.
— ¿Que tienes ahí?
Hannah saco una hoja de papel de su mochila arrugada por las orillas debido a la falta de cuidado al transportarlo.
En la parte más alta de la hoja de leía la letra de Hannah con la palabra escrita: "MI FAMILIA" junto con un dibujo de las dos en el centro de la imagen.
— Nos pidieron que dibujáramos a nuestra familia.— La pequeña explicó.— todos los demás dibujaban a sus padres y hermanos. Yo fui la única que solo dibujo a una persona. Pero no me molesta, tu eres todo lo que necesito.
Los ojos de Mía se aguardaron ante las palabras de Hannah. Sus brazos rápidamente la rodearon apretándola fuertemente entre sus brazos.
— Por favor nunca me dejes.— La pequeña hablo con miedo al perderla como lo hizo con su padre o su abuelo. Y su abuela, que simplemente se encargaba de darle de comer o llevarla a la escuela, pero ella nunca la había llevado a un parque o tomado el tiempo de tener una conversación con ella, por lo que sus únicos momentos donde ella se sentía amada era cuando se encontraba con Mia.
— Nunca.— Mia le respondió hundiendo su cabeza en el cuello de la pequeña.
— Se que te estás esforzando mucho por comprarme mi ropa y mis juguetes.— Hannah se separo de ella observando los ojos de su Tía.— Pero quiero que sepas que yo ya soy feliz.
Mia asintió con la cabeza mientras que Hannah limpiaba las lágrimas de sus mejillas.
— Te amo tanto.— Mía hablo abrazándola una vez más.
