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La piel alrededor de las uñas de Mía comenzaba a transmitirle un dolor agudo a toda su mano debido a las mordidas y jalones que esta recibía de sus dientes

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La piel alrededor de las uñas de Mía comenzaba a transmitirle un dolor agudo a toda su mano debido a las mordidas y jalones que esta recibía de sus dientes.

— ¿Estas seguro que tenemos que hacer esto?— Mía paso las manos por su cabello nerviosa mientras recargaba su antebrazo en el volante del auto de la Rv.— No podemos simplemente...— Mía pensó unos segundos.— mierda.— maldijo mientras cubría su rostro con sus brazos.

Walter y Jesse la ignoraron y continuaron repasando el plan. Secuestrar a Saúl, matarlo y enterrarlo en el desierto.

Gran plan para la madrugada de un jueves.

Los minutos pasaron como horas cuando Jesse y Walter salieron del Rv para tomar a Saúl. Mía encendió el Rv rápidamente cuando los tres hombres se encontraban dentro del vehículo.

Todos mantenían su rostro cubierto. Los tres narcotraficantes contaban con un pasamontañas y Saúl tenía una funda de almohada negra cubriendo su visión.

Los lamentos y súplicas de Saúl inundaron el cerebro de Mía haciéndola pensar si aquello que ella estaba haciendo era la única opción que tenían. No podrían simplemente dejar todo como estaba.

Pero aquello era imposible desde que Badger sabía demasiado de todos como para dejarlo hablar del negocio que los involucraba.

Condujo por el desierto de Nuevo México por varios minutos, hasta llegar al punto que Walter les había indicado con anterioridad.

Mía detuvo el auto frente a una gran fosa que Jesse y Mía habían cavado horas antes.

Aquella esa no era la idea de Mía de pasar tiempo a solas con Jesse.

Los cuatro bajaron del coche y dejaron a Saúl frente al gran agujero donde prontamente su cuerpo estaría enterado.

Mía se mantenía a una gran distancia de ellos no queriendo estar cerca de aquella escena, todo esto a petición de Jesse.

Ella se sentía culpable y también le tenia una gran lástima al último mencionado. El tomaría cualquier trabajo que Walter le ordenase para tenerla alejada de aquella situación, aunque tarde o temprano aquello no funcionaría.

Todos sabían que este era un punto sin retorno. No había algún lugar al que retroceder, o esconderse.

— No, no fui yo. Fue Ignacio. Fuel el.— Saúl comenzó a llorar con más intensidad.— soy amigo, siempre soy amigo.— Saúl comenzó a hablar en español, cosa que hizo Mía dudar de todas las relaciones que aquel hombre mantuviera, fueran buenas o malas.

— Cállate, idiota. — Jesse grito.— Cállate, ¿si?, solo habla en inglés.

— ¿Los envió Lalo? ¿No vienen por Lalo?.

Sober || Breaking BadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora