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— En 1963, James Edward Kilkelly es detenido por robar una máquina expendedora, 1975, allanamiento de morada. — Saúl les extendió las fotografías del criminal a las manos de Mia y Walter.— 1982, robo de coche. 1984, robo a mano armada. 1987, 1992. Ya de hacen la idea, y aquí está hoy. Lo conocen como Jimmy dentro y fuera. Cárceles estatales, federales, lleva 44 de los últimos 58 años encerrado.
Mía miro con asombro y terror a la fotografía delante de ella. Tomó la fotografía y la colocó junto a la cabeza de Walter buscando similitudes, el harto del comportamiento infantil de una bofetada en su mano alejó la fotografía de el.
— Toda una vida entre las rejas.
— Jimmy ofrece un servicio muy personal. Por una cantidad Jimmy ira a la cárcel por usted.
— ¿A propósito? ¿Va a la cárcel a propósito?.— Jesse pregunto.
— ¿que clase de tipo hace ese tipo de cosas?— Mía dijo para si misma mientras lanzaba la fotografía hacia Saúl.
— Se siente más cómodo dentro.— Saúl se reclinó en su silla con una sonrisa burlona.— el mundo exterior no le ha tratado bien.
— Me pregunto por que.— Mía dijo sarcásticamente mientras observaba la multitud de fotografías en la mesa.
— Durante la administración de Clinton, Jimmy di curio para sacarle partido a su talento.
— ¿Y cuando va a ocurrir?— Walter preguntó.
— Ya está ocurriendo. La venta será mañana. La policía detiene a Jimmy, Badger sale, todos contentos y solo les costara 80 000 y medio kilo de su mejor cristal.
Mía soltó un suspiro desde el fondo de sus pulmones. Paso su mano por su frente y cabello mientras relajaba su cabeza dejándola caer hacia atrás para después ser observar a Walter esperando a que tomara una decisión.
Por otro lado la vista de Jesse fue hasta Mia. No había duda que ella era una mujer hermosa, podría decir que era una de las mujeres más hermosas que sus ojos habían visto, y eso que su vista había pasado por varias paginas porno y revistas eroticas, y aún así Mía siendo su preferida.
Pero los acontecimientos de aquella noche seguían trastornando su mente, los recuerdos comenzaban a desvanecerse con el pasar de los días. Comenzaba a pensar que estaba dejándolo todo atrás, claro, con ayuda de Jane y el cristal, que había estado consumiendo con regularidad apartir de aquella noche.
La extraña, no había ningún argumento que mostrara lo contrario. Pero había algo que lo detenía, Walter White.
— 80 000 dólares por ocho años de su vida, ¿eh?.
— Lo primero, no serán ocho años. Le represento yo, y les garantizo... que habrá problemas inesperados durante el juicio. Segundo, el se lleva 30. 50 son para mi.
