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Mía tomó su cabeza entre sus manos mientras el irritante sonido del despertador viajaba hasta la sala de estar donde ella se encontraba

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Mía tomó su cabeza entre sus manos mientras el irritante sonido del despertador viajaba hasta la sala de estar donde ella se encontraba.

Observó a su alrededor y vio el lugar donde se encontraba. El mismo lugar donde la noche de ayer ella había terminado rendida por su largo turno de mesera en una cafetería de Nuevo México donde ella residía.

Un gran quejido salió de sus labios al momento que se levantó del sillón y su espalda comenzó a doler debido al gran dolor que había sido ocasionando por dormir en aquella posición poco favorable.

Su hogar era algo pequeño, fue el hogar de soltero de su padre antes de que conociera a su madre y claro, antes de su muerte.

Mía había tenido una gran relación con el, pero su adicción con el alcohol al pasar de los años hizo que esta rompiera y que también se llevara su vida de por medio.

Su madre, una mujer honrada que después de la muerte de su esposo trató de seguir adelante con sus dos hijos, pero estos dos se fueron eventualmente dejándola sola, hasta la llegada de Hannah.

Cuando la pequeña apenas tenia 6 meses de nacida fue entregada por las autoridades debido a la irresponsabilidad de su hijo.

Mia tenía una meta. Llevarse a su hija lejos junto con su madre. Este no era un lugar seguro para las tres mujeres debido a las decisiones de su padre y hermano. Pero con un trabajo de tiempo completo era casi imposible para ella ahorrar tan siquiera un poco.

— Necesito comprar comida— se dijo a si misma mientras observaba su alacena, donde escasamente se encontraba una bolsa de pan junto una botella de salsa picante.

Cerró los gabinetes y se dirigió a su habitación. Tomó su ropa y se adentró al baño. Lavó sus dientes y comenzó a ducharse. Después de varios minutos dentro salió y envolvió su cuerpo con la toalla.

Después de vestirse y cepillarse el cabello salió de su habitación y comenzó a tomar sus cosas. Salió de su casa y camino hasta la parada de autobuses.

Ella tomo asiento en la banca y comenzó a esperar. observo la hora en el reloj barato en su muñeca. Suspiro cuando aún faltaban varios minutos para el autobús llegará.

Recargó su espalda sobre el frío respaldo y comenzó a observar a su alrededor ya que no tenía alguna otra distracción.  Ella no vivía en un vecindario demasiado amigable, la verdad es que era algo peligroso, pero ella ya había tenido demasiados incidentes que ya había aprendido a defenderse.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una camioneta repleta de agentes de la DEA sobre ella. Esto lo supo por las siglas dibujabas en sus chalecos. Detrás de ellos lo acompañaba una camioneta con tres personas dentro.

Mía los siguió con la mirada hasta que desaparecieron en uno de sus vecindarios vecinos. Ella regresó la vista hasta su reloj, solo habían pasado dos minutos desde la última vez que había checado el reloj.

Dejo caer su cabeza sobre el respaldo cerrando sus ojos, tratando de que el tiempo pasara con más rapidez.

Sus ojos fueron abiertos una vez más debido al fuerte sonido de aceleración de un auto. Un auto rojo pasó a toda velocidad provocando el enojo de los conductores ya que lo habían demostrado con el sonido de sus claxons.

Mía siguió con la mirada al coche de igual forma. Ella rio al ver el nombre de las placas "THECAPN". Ella rodó los ojos antes de tomar su bolso y adentrarse al autobús que había llegado segundos atrás.

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Mia rodó los ojos al momento que su jefe se adentró a la cocina gritando y ordenándoles a todos de una manera grosera.

— No puedo esperar el momento para largarme de aquí— Comentó Calvin uno de sus compañeros meseros.

— Dímelo a mi— Le respondió atando el delantal en su cocina.— Si por mi fuera ya le hubiera derramado el café en el rostro, pero necesito el dinero.— Esto último con un tono desanimado.

— todos lo hacemos.— Calvin tomó los menús de la mesa y salió de la cocina.

Mía comenzó a atar su cabello en una coleta alta antes de comenzar a atender.

— !Vamos, Mia!— Gerry el dueño le gritó mientras aplaudía con sus manos frente a su rostro.— Te pagó para que estes haya afuera con los clientes, no metida en la cocina.

— Ya voy— Mía tomó su pequeña libreta donde anotaba sus órdenes junto a una pluma y salió de la cocina.

— Creo que alguien no está de buenas.— Calvin bromeó mientras tomaba la jarra de café de la cafetera.

— Lo detesto.— Mía rodó los ojos antes de caminar hasta los nuevos clientes que se adentraban por la puerta.

Ella aún no entendía la razón por la cual este era un lugar bastante concurrido. La comida para su gusto era asquerosa, si ellos pudieran ver a los cocineros saldrían corriendo de aquel lugar, pero a muchas personas les fascinaba.

Después de tomar las órdenes y entregarla ella descansó en la barra esperando que la comida estuviera lista.

El teléfono en su bolsillo comenzó a vibrar. Observó a su alrededor en busca de clientes nuevos o de Gerry, pero al no encontrarlos ella tomó el teléfono y respondió a la llamada.

— ¿Hola?— Pregunto a lo bajo mientras trabaja de esconder el teléfono.

— ¿Hija?— La voz de su madre se escuchó a través de la línea.

— ¿Si?.

— Hannah necesita su medicina.— Su madre hablo con pena. Mía sabía que a su madre no le gustaba llamarle y mas si era por cuestión de dinero.

— Si, yo... te llevaré el dinero más tarde.— Ni siquiera tuvo la oportunidad de despedirse ya que su madre colgó la llamada de inmediato.

Mía guardo su teléfono y suspiro mientras aprestaba los ojos con fuerza.

— !La comida está lista!— El cocino grito desde la cocina haciendo que Mía tuviera que adentrarse nuevamente a esta.

"Va a ser un largo día" pensó mientras amas acercaba a los clientes y les daba una falsa sonrisa antes de alejarse.

Sober || Breaking BadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora