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Antes de nada mil gracias por el apoyo en esta aventura.

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Edward Cullen siempre espero que su primer beso con ese lobo fuese brusco, con ira, con rabia y algo de desprecio. Sin embargo estaba siendo todo lo contrario. Suave, dulce, delicado. Era como si...

- ¡Estás pensando en Bella! — reclamo Edward empujándolo

- ¿Aún quieres ser mi imprimación? — dijo Jacob con una sonrisa

- Tú lo decidiste Jacob Black — dijo Edward en el mismo tono — me desharé de Victoria, porque es mi responsabilidad pero después... — y sonrió

- ¿Mataras a Bella? — dijo el lobo con sorna — ¿condenaras a tu familia?

- Solo me matare yo — dijo Edward con simpleza. La sonrisa de Jacob se desvaneció. Sabía las implicancias de ese hecho. Su lobo enloquecería por la pérdida de su imprimación y al creerla responsable terminaría asesinando a... sin contar que la chica primero lo odiaría

- No te atrevas... — dijo Jacob

- Si tú no me quieres, qué más da — dijo Edward —, Por cierto, olvide decirte que antes la convertiré en vampiro — y regreso a la casa lo más veloz que pudo

Jacob pensó en seguirlo ¿pero cómo explicaría que estaba ahí para evitar que Edward se acercara a Bella más de la cuenta? No sabía que le causaba más rabia, si saber que Bella se convertiría en una chupasangre más o que Edward... Sin pensarlo golpeo una roca y la pulverizo. Y se repitió todo el regreso a la reserva que su rabia era por Bella. Le importaba solo la hermosa chica. El monstruo le era completamente indiferente

Al regresar a los terrenos de la casa, Edward Cullen paso la casa sin entrar. Tenía que tranquilizarse. No podía lastimar a Bella por más que la quisiera fuera de su camino. Eso solo lastimaría a Jacob.

Una sonrisa boba se le escapó de sus labios al pensar en el lobo. ¡Se habían besado! ¡Se habían besado! Había sido el mejor beso de su vida, claro, hasta que se dio cuenta que Jacob pensaba en ella. ¿Cómo salvarlo si lo rechazaba? Tal vez lo mejor sería dejarlos en paz e irse de Forks y aceptar que los monstruos no tenían derecho a amar y ser amados

Entro a la casa y le comunico a su novia que era hora de que se fueran al punto de encuentro. Alice quiso hablar con ellos pero Edward la evito, llevándose a Bella consigo

El camino hasta el claro les pareció el doble de largo que otras veces. Edward tomó un desvío para asegurarse de que el aroma no aparecía en ningún lugar cercano al rastro que Jacob iba a disimular más tarde. Llevó a la chica en brazos, y se echó la voluminosa mochila a la espalda donde, por lo general, cargaba el peso de esta.

Se detuvo en el extremo más lejano del claro y la puso en el suelo.

- Bien — le dijo — Ahora camina un trecho hacia el norte tocando todas las cosas que puedas. Alice me ha dado una imagen clara de su trayectoria, y no tardaremos mucho en cruzarnos con ella.

- ¿Hacia el norte? — pregunto Bella

Edward asintió y señaló la dirección exacta que debía seguir. La chica se adentró en el bosque, dejando atrás el claro y la luz amarilla y diáfana de aquel día extrañamente soleado. Tal parecía la visión borrosa de Alice se había equivocado con respecto a la nieve. El cielo estaba casi despejado, aunque el viento silbaba con furia en los espacios abiertos. Entre los árboles soplaba con más calma, pero aun así era demasiado frío para el mes de junio: a pesar de que llevaba un jersey grueso y debajo una camiseta de manga larga, bella tenía la piel de gallina en los brazos. Caminó despacio para dejar su rastro con los dedos sobre todo lo que quedaba a su alcance: la corteza rugosa de los árboles, los helechos húmedos, las piedras cubiertas de musgo.

JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora