14 El Gesto

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La ceremonia desembocó suavemente en la fiesta de recepción, correspondiendo con el plan intachable trazado por Alice. En esos momentos se ponía el sol sobre el río: la boda había durado exactamente el tiempo necesario para permitir que el sol se desvaneciera entre los árboles. Las luces del jardín relumbraban mientras Jacob conducía a Edward hacia las cristaleras traseras, haciendo brillar las flores blancas. Ya sabía perfectamente moverse dentro de la casa

Allí había otras diez mil flores más que ejercían la función de carpa fragante y aireada sobre la plataforma de baile, alzada sobre la hierba entre dos de los cedros más antiguos.

Las cosas se detuvieron, relajadas como la apacible tarde de agosto que los rodeaba. El pequeño grupo de personas se extendió bajo la suave iluminación que ofrecían las luces titilantes y los amigos que acababan de abrazar los saludaron de nuevo, pero ahora como los radiantes esposos Black. Ahora era tiempo de hablar, de reír.

- Felicidades, chicos — les dijo Seth Clearwater, inclinando la cabeza bajo el borde de una guirnalda de flores.

Su madre, Sue, se mostraba algo rígida de pie a su lado, vigilando a los invitados con una cautelosa intensidad. Su rostro afilado resultaba fiero, con una expresión que acentuaba su pelo corto de estilo severo; era tan bajita como su hija Leah y Edward se preguntó si se lo había cortado del mismo modo como una forma de mostrarle solidaridad. Billy Black, al otro lado de Seth, no estaba tan tenso como Sue.

Cuando Edward miraba al padre de Jacob, su suegro, siempre se sentía como si estuviera viendo a dos personas en vez de a una. Por un lado, estaba el anciano en silla de ruedas de rostro arrugado y sonrisa blanca que todo el mundo podía ver; y por otro, el descendiente directo de una larga línea de jefes de tribu poderosos y llenos de magia, envuelto en la autoridad con la que había lucido. Aunque la magia había esquivado su generación, debido a la ausencia de un catalizador, Billy Black todavía formaba parte del poder y la leyenda, que fluían directamente de él hasta su hijo, el heredero de la magia a la que había dado la espalda. Por eso, ahora Sam Uley actuaba como el jefe de las leyendas y de la magia...

Billy estaba feliz como muy pocas veces se lo había visto. Sus ojos negros brillaban como si tuvieran un fuego misterioso en su interior. Edward se sintió feliz por su compostura. Esta boda debería haberle parecido algo muy malo, lo peor que le podía pasar a su hijo, pero en cambio los había apoyado desde el primer momento. Jacob le había contado que había sido quien más había influido en él para que aceptase su imprimación

- Te voy a repetir lo que te dije el día de su compromiso — dijo Billy —. Tú hazlo feliz y yo me encargo de los problemas

- Le tengo uno mucho mejor — dijo Edward y Jacob lo miro curioso — voy a hacerlo feliz sin darle problema

- Me parece un buen trato pero tus antecedentes dicen otra cosa — dijo Billy sonriendo ampliamente mientras la pareja reía — Muchas felicidades

- Gracias viejo — dijo Jacob abrazando a Edward mientras le besaba la frente

Sabía que al principio no había sido fácil para él contener sus sentimientos, considerando el desafío que esa unión iba a proyectar sobre el antiguo tratado entre los Cullen y los Quileute. Gracias a Dios, diría Carlisle, ahora que se conocían mejor unos a otros, el tratado estaba más fuerte que nunca

Como si fuera una respuesta a esa idea, Seth se inclinó hacia Edward con los brazos extendidos y Edward le devolvió el abrazo con la mano que le quedaba libre.

- Me alegro de que te hayan salido las cosas tan bien, hombre — le dijo Seth —. Me siento feliz por ti.

- Gracias, Seth. Eso significa mucho para mí — Edward se apartó de Seth y miró a Sue y Billy —. Gracias por todo.

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