7 Decisión Precipitada

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Lobo y vampiro se miraban fijamente conteniendo la respiración

- ¿Qué? — dijo Jacob — ¿no quieres...?

- ¿Tú... quieres besarme? — pregunto Edward

- Que importa... — dijo Jacob

- Si nos besamos — dijo Edward — será porque los dos lo queremos. Y serás tú el que me bese a mí. No te rogare mas

Los minutos parecían una eternidad, Edward se iba ir cuando una mano sujeto su brazo suavemente. Jacob tomó su cabeza entre sus manos y sus labios se encontraron con un entusiasmo rayano en la violencia. Edward al principio se sorprendió cuando Jacob movió una mano hacia la nuca del vampiro, encerrando su cabello desde las raíces en un puño retorcido. Con la otra mano le rodeo con rudeza el hombro, sacudiéndolo y después arrastrándolo hacia su cuerpo.

Su mano se deslizó por su brazo, subiendo su muñeca y poniendo su brazo alrededor de su cuello. Edward lo dejo allí, con la mano todavía encerrada en un puño, inseguro de cuán lejos estaba dispuesto a llegar en su desesperación por estar a su lado. Durante todo ese tiempo, sus labios, desconcertantemente suaves y cálidos, intentaban forzar una respuesta en los contrarios.

Tan pronto como se aseguró de que no dejaría caer el brazo, le liberó la muñeca y buscó el camino hacia su cintura. Su mano ardiente se asentó en la parte más baja de la espalda de Edward y lo aplastó contra su cuerpo, obligándolo a arquearse contra él.

Sus labios liberaron los del vampiro durante un momento, pero sabía que ni mucho menos había terminado. Siguió la línea de su mandíbula con la boca y después exploró toda la extensión de su cuello. Le acaricio el pelo y buscó el otro brazo para colocarlo alrededor de su cuello como había hecho con el primero.

Y entonces sus brazos se cerraron en torno a la cintura de Edward y sus labios encontraron la oreja.

- Quédate por favor — susurró hoscamente —, Te juro que lo arreglare — dijo Jacob y Edward se estremeció cuando sintió cómo sus dientes se aferraban al lóbulo de su oreja. — quédate conmigo. Esta vez no estoy jugando

Edward sacudió la cabeza de modo mecánico hasta que una de sus manos se deslizó otra vez por su pelo y lo detuvo. Su voz se tornó acida.

- ¿Estás seguro de que quieres que regrese o lo que en realidad deseas es que muera? — susurro vampiro

La ira inundó a Jacob como un fuerte calambre después de un golpe duro. Esto ya era demasiado, no estaba jugando limpio. Los brazos del lobo estaban alrededor de su cintura, así que lo empujo lo más que sus brazos pudieron pero sin soltarlo. Edward lo malinterpretó. Sin embargo el vampiro también era fuerte y las manos no le causaron daño, Edward en vez de ira, creyó percibir pasión. Pensó que al fin le correspondía.

Con un jadeo salvaje, volvió su boca contra la suya, mientras Jacob lo aferraba con los dedos clavados frenéticamente en la piel de su cintura. El ramalazo de ira desequilibró su capacidad de autocontrol; su respuesta extática, inesperada, lo sobrepasó por completo. Si sólo hubiera sido cuestión de orgullo habría sido capaz de resistirse, pero la profunda vulnerabilidad de su repentina alegría rompió su determinación, y lo desarmó. Su mente se desconectó de su cuerpo y le devolvió el beso.

Contra toda razón, los labios Edward se movieron con los suyos de un modo extraño, confuso, como jamás se habían movido antes, porque no tenía que ser cuidadoso con Jacob y desde luego, el lobo no lo estaba siendo con él. Los dedos de este se afianzaron en su pelo, pero ahora para acercarlo a él.

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