19 Algo Inesperado

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Jacob se le quedó mirando lleno de confusión.

- ¿Qué? ¿Estás intentado hacerme creer que esto... que los vampiros... menstrúan? — pregunto Jacob

- No — Edward se las arregló para contestar sin sofocarse —, no, Jake

- ¿Por qué pusiste eso en tu maleta? — pregunto Jacob intrigado

- Yo no hice mi maleta — dijo Edward — fue Alice

- ¿Por qué puso Alice eso en tu maleta? — pregunto Jacob intrigado

- Buena pregunta — susurro Edward y la expresión de su rostro continuó impertérrita. Era como si no hubiera hablado — No creo que me haya intoxicado — añadió.

Jacob no contestó, se había convertido en una estatua.

- Las pesadillas — masculló, para sí, con voz monótona —, el dormir, el sueño que tenía, las ganas de llorar, toda esa hambre... Oh, oh. Oh.

La mirada de Jacob se había vuelto vidriosa, como si fuera incapaz de verlo. Edward apoyó su mano en el estómago de forma casi involuntaria, como si fuera un acto reflejo. "¡Oh!" — chilló de nuevo.

Se puso en pie tambaleándose para salir de entre las manos inmóviles de Jacob. No se había quitado la camisa, así que la abrió de un tirón la tela y se quedó mirándose fijamente la barriga.

- Imposible — susurró.

Aunque no tenía ninguna experiencia con embarazos, bebés o cualquier cosa relativa a ese mundo, no era ningún idiota. Había estudiado medicina, sabía que esto no funcionaba así. Él no menstruaba. Él no se embarazaba. Y en el irrisorio caso de que de verdad estaba embarazado, su cuerpo no podría haber registrado aún ese hecho. No podía tener mareos matutinos, y desde luego, no habrían cambiado sus rutinas de alimentación y de sueño.

Y aún más claramente, no podía tener un pequeño, pero definido, bulto sobresaliendo entre las caderas.

Giró el torso hacia delante y detrás, examinándolo desde todos los puntos de vista, como si fuera a desaparecer debido al modo en que incidía la luz. Recorría aquel pequeño bulto casi imperceptible con los dedos, sorprendido por lo duro que se sentía bajo la piel.

- Imposible — repitió otra vez, porque con bulto o sin él, no había forma posible de que estuviera embarazado

Era imposible. Él era un hombre, la única persona con la que había practicado sexo en toda su larga vida era con otro hombre, hablando alto y claro.

Un hombre que en ese momento estaba clavado al piso. Así que tenía que haber alguna otra explicación, entonces. Tenía que haber algo que iba mal en él. Alguna extraña enfermedad sudamericana con los síntomas del embarazo, sólo que acelerados... ¡y afectaba solo a vampiros!

- ¿Edward dime que es una broma? — exigió Jacob e instintivamente la mano de este viajo hasta su vientre

Algo hizo clic en la mente de Jacob y recordó una mañana en la que hizo una exploración en Internet que en ese momento parecía haber sucedido hace mucho tiempo. Sentado en el viejo escritorio en su habitación en casa de Bill con aquella luz gris mate brillando a través de la ventana y con la vista fija en su viejísimo ordenador ronroneaste, leyó con avidez una página web llamada «Vampiros de la A la Z». Habían pasado menos de veinticuatro horas desde que había descubierto el mundo sobrenatural en el que vivía, que aquellas leyendas Quileute en las que ni siquiera él creía, eran todas ciertas y que los Cullen eran vampiros.

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