25 Suplicas Desesperadas

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Seth bajo la mirada y exhalo hondo y despacio en un intento de mantener controlada su rabia.

- Esto va a salir bien, chicos — dijo mientras le palmeaba el pelo y le acariciaba la mejilla de Bella —. Shhh. Todo va estar bien.

No levantó la vista. Edward jadeó y se aferró la barriga. La furia de Bella cesó con la misma inmediatez que la luz en cuanto pulsas un interruptor.

- Me encuentro perfectamente — jadeó —. No es nada.

Sin embargo, Seth no le prestó atención. El movimiento de sus manos había retirado la sudadera, dándole ocasión de verle la piel. Unos enormes lamparones de color púrpura oscuro le salpicaban el vientre como si fueran manchas de tinta.

Se reajustó la prenda en cuanto se percató del semblante de espanto de sus amigos.

- Él es fuerte, nada más — repuso ella a la defensiva.

Esas manchas cárdenas eran hematomas. Seth contuvo un ataque de náuseas y comprendió a qué se refería Jacob cuando hablaba de ver cómo el feto le hacía daño. De súbito, él mismo se sintió un tanto mareado.

- Edward — empezó Seth —, Edward, no lo hagas.

- Seth...

- Escúchame y no te levantes otra vez, ¿vale? — dijo Seth — Tú sólo escucha, ¿y qué pasaría si...?

- ¿Que qué pasaría si...?

- ¿Y si no fuera un acontecimiento irrepetible? ¿Y si no fuera una jugada a todo o nada? ¿Qué pasaría si hicieras caso a Carlisle como un buen chico y siguieras vivo?

- No voy a...

- Aún no he terminado — dijo Seth —. Si lo hicieras, podrías seguir con vida e intentarlo de nuevo. Este embarazo no va a salir bien. Haz otra intentona.

Frunció el ceño y se llevó una mano al punto de entrecejo donde se unía el trazo de las cejas. Se acarició la frente durante unos instantes mientras intentaba buscarle un sentido a las palabras del chico.

- No entiendo a qué te refieres con lo de hacer otra intentona. ¿Acaso piensas que Jacob va a dejarme...? ¿Y qué diferencia puede haber? Estoy seguro de que cualquier bebé...

- Sí, las cosas no van a cambiar si él es el padre y tú... la madre — dijo Bella

- ¿Qué...? — dijo Edward y aumentó la confusión escrita en su semblante extenuado.

Pero no fue más lejos. No tenía sentido. Jamás iba a ser capaz de salvarlo de sí mismo. No iba a conseguirlo en la vida.

Entonces, Edward pestañeó y pudo ver que ya se había percatado de por dónde iba yo.

- Oh, uf, ¡Bella, por favor! ¿Crees que voy a ser capaz de matar a mi bebé y reemplazarlo con cualquier otro sustituto, engendrado por inseminación artificial? — ahora estaba enfado —. ¿Por qué iba a querer el niño de un desconocido? ¿Acaso no hay diferencia o es que vale cualquier bebé?

- No me refería a eso — musitó —. No a un desconocido.

- ¿De qué hablas Bella?

- Olvídalo — dijo esta

- ¿De dónde ha salido semejante idea?

- Solo olvídalo

Edward frunció el ceño, receloso.

- No te habrá dicho él que digas eso, ¿verdad?

- No — Vacilo unos segundos, sorprendida porque la hubiera cazada al vuelo.

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