29 Estomago de Hierro

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Carlisle y Rosalie salieron disparados escaleras arriba en un abrir y cerrar de ojos. Se los escuchaba debatir sobre la conveniencia de calentar o no la sangre antes de suministrársela. Seth quería vomitar. Se preguntó qué tipo de atrezo de casa del terror tendrían guardado por allí. Una nevera llena de bolsas de sangre. ¿Qué más podía haber? ¿Una cámara de tortura? ¿La estancia de los féretros?

Daba la impresión de que a Jacob le faltaba la energía para mantener viva la llama de la esperanza que antes había prendido en él. Se quedó junto a su esposo. Ambos se tomaron de la mano y se miraron a los ojos, pero no era la típica escena pastelosa. Era como si estuvieran manteniendo una conversación. A Seth le recordó a las de Sam y Emily.

No, no era pastelosa, pero eso lo hacía aún más duro.

Sabía que a Leah le ocurría lo mismo: tenía que presenciar cosas como aquélla de continuo y oírlas en la mente de Sam. Todos se sentían fatal por ella, por descontado, no eran monstruos (bueno, al menos no en ese sentido) pero suponía que sí no podían culparla por lo mal que lo encajaba, pues los increpaba a todos en un intento de hacerlos sentir tan mal como ella

Rosalie bajó como un bólido al cabo de un segundo y entró en la habitación como una racha de viento tras hacer un alto en la cocina, donde se escuchó el chirrido de la puerta de una alacena. Removía un líquido caliente.

- No la elijas transparente, Rosalie - murmuró Jacob, y luego Edward puso los ojos en blanco

- Soy un vampiro Jake - dijo Edward sonriendo

- Si pero a Seth le da nauseas - dijo Jacob

- ¿a mí? - dijo este

- Si a ti - siseo el alfa

- Cierto a mí - dijo Seth y Edward sonrió

- Te descompuso cuando fuimos a cazar en la isla Esme - dijo Jacob

La interpelada volvió sobre sus pasos a través del cuarto de estar y desapareció de nuevo en la cocina.

- ¿Ha sido idea tuya? - susurró Edward con voz rasposa. Hizo un esfuerzo para hablar con el volumen necesario para que pudiera oírlo olvidando lo fino que andaba Seth de oído

- A mí no me culpes de esto - dijo Seth - tu lobo ha elegido unos cuantos comentarios sarcásticos que hice. Ya sabes para eliminar la tensión

- No esperaba verte de nuevo - admitió, a la vez que sonreía un poco.

- Es mis sobrino - dijo Seth sonriendo.

Los vampiros habían retirado todo el mobiliario para instalar en su lugar un equipo médico. Estar de pie o sentado no importa mucho cuando eres de piedra.

- Jacob me conto lo que se han visto obligado a hacer. Lo siento.

- Está bien. Jacob es como mi hermano, eso te convierte en mi cuñado y él o ella ¿mi sobrino o sobrina? - dijo sonriendo.

- Gracias Seth - susurro Edward en voz baja - Lamento meterte en problemas.

El chico soltó una risotada que tenía más de ladrido que de risa. Edward suspiró débilmente.

- No tienes por qué quedarte a ver esto - comentó, sin articular apenas las palabras.

- En realidad, no tengo ningún sitio adonde ir - replico Seth, haciendo un gran esfuerzo para que su voz no delatara emoción alguna -. Y menos desde que se nos unió Leah

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