26 Lo Que Jamás Querría Hacer

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La manada comenzó a avanzar en formación siguiendo las órdenes de Sam mientras Jacob continuaba en el suelo. Embry y Quill lo flanqueaban a la espera de que se recobrara y marcara el ritmo. El lobo sintió la urgencia y la necesidad de ponerme en pie y liderarlos. La compulsión fue en aumento por mucho que intentara reprimirla allí, en el suelo, encogido y con náuseas.

Embry lloriqueó quedamente en su oído. Él no quería pensar las palabras, temeroso de atraer otra vez hacia Jacob la atención de Sam. Este percibió la muda súplica de que se levantara, se sobrepusiera y acabara con aquello de una vez.

Los componentes de la manada sentían pánico, no tanto por ellos mismos, sino por el conjunto. Nunca se les había pasado por la imaginación que todos fueran a salir con vida de aquella noche. ¿Qué hermanos iban a perder? ¿Qué personalidades se perderían para siempre? ¿A qué familias deberían consolar al día siguiente? ¿Llegaría a ver él la luz del día si algo lo sucedía a Edward o... a su hijo? ¿Cómo lo tomaría su padre?

La mente de Jacob comenzó a razonar al ritmo de los demás y a pensar al unísono mientras iban capeando esos miedos. Se incorporó de inmediato y enderezo el pelaje. Embry y Quill lanzaron un resoplido de alivio. El segundo le tocó el lomo una vez con el hocico.

El desafío de la misión y el cometido asignado ocuparon sus mentes. Recordaron todos juntos las noches en las cuales habían observado las prácticas de lucha de los Cullen a fin de derrotar a los neófitos. Emmett era el más fuerte, pero Jasper les daría más problemas con esos movimientos suyos tan similares al zigzagueo de un relámpago: energía, velocidad y muerte, las tres en uno. ¿Cuántos siglos de experiencia podía tener? Los suficientes para que el resto de la familia le contemplase como guía.

"Puedo lanzar un ataque frontal si tú prefieres el flanco" ofreció Quill, mucho más entusiasmado que la mayoría de la manada.

Quill llevaba muriéndose de ganas de poner a prueba sus habilidades contra el vampiro desde aquellas clases nocturnas de adiestramiento impartidas por Jasper. Él consideraba todo esto como un concurso, y no iba a cambiar de punto de vista a pesar de saber que se estaba jugando el pellejo. Paul era otro que tal, y también los jóvenes Collin y Brady, que todavía no habían presenciado una batalla. Seth habría pensado lo mismo que ellos si los oponentes no hubieran sido amigos suyos.

¿Cómo quieres que le hagamos morder el polvo, Jacob? le preguntó Quill a Jacob tras atraer su atención con el hocico.

Este únicamente logró sacudir la cabeza, incapaz de concentrarse en nada. La compulsión para seguir las órdenes era tal que se sentía como un títere con alambres en todos los músculos del cuerpo. Iban a matar a su familia, con su ayuda, y él solo podía dar un paso y luego otro.

Seth se vio arrastrado detrás de Collin y Brady, en un grupo donde Leah había asumido el papel de cabecilla. Jacob vio a la loba ignorar a Seth mientras planeaba con los demás, dejándolo fuera de la pelea. Había un punto maternal en los sentimientos que profesaba hacia su hermano pequeño, pues ella deseaba que Sam le enviara a casa. Seth no se daba cuenta de las dudas de Leah, pues también él era una marioneta sujeta por alambres.

"Quizá si dejaras de resistirte..." sugirió Embry

"Limítate a centrarte en nuestra parte: los grandullones. Podemos acabar con ellos, ¡Claro que podemos!" dijo Quill dándoles ánimos, como esos jugadores que se arengan a sí mismos antes del partido.

Jacob se dio cuenta de lo fácil que podría ser pensar exclusivamente en su parte del trabajo. No le espantaba la idea de atacar a Jasper y Emmett. Habían estado a punto de hacerlo con anterioridad y había pensado en ellos como enemigos durante mucho tiempo. Sin embargo hacia un par de meses que eso había cambiado. Se sentía capaz de hacerlo de nuevo.

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