[08]

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Otra semana terriblemente pesada, sin embargo, Jimin ni siquiera sintió alivio con la llegada del viernes y, por tanto, el final de su jornada. Fingiendo una sonrisa, se excusó con Hoseok cuando este lo invitó a cenar, diciéndole que prefería ir directo a la cama, pero, en cambio, se detuvo en unos de los locales cercanos a su departamento para beber.

Desde que Seokjin y Yoongi habían anunciado su compromiso, su grupo en kakaotalk se había llenado de corazones y bromas a los novios, sofocándolo un poco. De por sí, Jimin había dejado de ser participativo desde hace un tiempo, pero ahora ni siquiera sabía cómo integrarse sin sentirse incómodo. Sus planes de hace un año seguían rondando en su cabeza, tirando de él a un profundo agujero, y temía no encontrar retorno. No obstante, ya había pasado un año, cierto, y él no quería aceptar ante sus amigos que, efectivamente, tal como estos presentían, no había podido cambiar de página con su ex.

¿Todavía la amaba? No, no se sentía como amor. ¿Pero apestaba? Cómo el infierno.

―¿Puedo sentarme?

Jimin alzó la vista cuando una dulce voz preguntó en su dirección. El par de ojos más brillantes que había visto en su vida entraron en su campo visual y sonrió apenas, asintiendo para él. No tenía idea de cómo Jungkook Jones hacía para aparecer ante él en sus momentos más lamentables, pero tampoco pretendía esconder su miseria.

En ese punto, era en vano y cansador esconder su miseria.

―Iba camino a hacer unas compras cuando te vi entrar aquí ―puso una bolsa con compras sobre la mesa―. Como pasé de regreso y todavía estabas aquí, pensé que quizás te haría bien algo de compañía ―inclinó su cabeza, mirándolo con detenimiento―. ¿Algo está mal, hyung?

―No me llamaste de nuevo ―respondió con voz rasposa, frotando sus ojos con pereza.

―¿Eso es un reclamo?

―En realidad, pensaba que quizás no te caí tan bien como creí y no tenías intención de volver a verme, así que me sorprende tenerte aquí ―bebió un trago, sin apartar sus ojos de él―. ¿Te agrado?

―No estaría aquí si no ―rio en voz bajita―. Pero ¿sabes algo? Puedes llamarme también ―apoyó su rostro contra su palma, mirándolo con dulzura―. Todos podemos dar ese primer paso, hyung.

Jimin suspiró, recargándose contra el respaldo de su asiento. Claro, él había sido así de valiente en el pasado, pero ya no. Nadie era atrevido después de convertirse en una molestia. Quizás Jungkook notaría que era una mala idea estar ahí la próxima vez que abriera la boca.

―Francamente, tenía pensado hablarte esta noche para que saliéramos mañana a trotar ―comentó el menor―. Pero, viendo tu estado, no estoy seguro de que estés listo para madrugar un sábado.

―No estoy ebrio ―se quejó.

―No totalmente, supongo ―frunció sus labios―. ¿Qué pasa? Si tuviste un mal día, deberías estar con tus amigos en vez de beber solo.

―Es que ya ni siquiera parece un mal día ―rio con amargura, volviendo a llenar su vaso de soju―. No creo que quieras escuchar esta historia.

―No me hubiera sentado aquí de no querer escucharte.

―Mierda... ―sacudió su cabello―. Es solo que...

―¿Es algo difícil de hablar?

―Todavía, sí ―asintió, bebiendo su vaso hasta el fondo―. Es somo si me quemara por dentro, siento que terminará por matarme.

―Entonces, solo déjalo ir ―aconsejó, extendiendo su mano sobre la mesa para tomar la de él antes de que fuera capaz de llenar su vaso de nuevo―. Estoy aquí, hyung ―enfatizó, mirándolo a los ojos.

Espero que seas feliz [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora