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―¿Te estás adaptando bien a Corea? ―preguntó Myeonghee. Jungkook, que estaba perdido mirando un centro de mesa hecho por su hermana por el día de la madre, miró a su progenitora por primera vez―. Has estado fuera por 8 o 9 años, ¿no? La ciudad ha cambiado mucho en ese tiempo

―Sí ―musitó―. Pero nada que no pueda manejar.

―¿La universidad te mantiene muy ocupado? ―continuó preguntando sin dejar de ocuparse de la cena. Jungkook volvió a perderse en sus pensamientos al verla revolver la olla―. ¿Jungkook?

―Lo siento ―sacudió su cabeza―. ¿Qué decías?

―¿La universidad te mantiene muy ocupado? ―volvió a preguntar―. Llevas más de dos meses aquí, pero apenas has venido a vernos dos veces, contando esta. Yoobin siempre me pregunta cuándo vendrás, pero pareces demasiado ocupado incluso para contestar el teléfono.

Jungkook sonrió con amargura. Simplemente, jamás había encajado en esa casa y lo sabía, por lo que, ahora que estaba de regreso, lo que menos deseaba era esforzarse por entrar en una familia que no era la de él. En su niñez, fue un niño solitario esperando la atención de mamá, pero esta jamás llegó. Su madre tampoco cocinó la cena para él ni puso sus manualidades a la vista de todos, mostrando con orgullo lo que había hecho. A ella, concretamente, jamás le importó. Y, si lo hizo, no lo demostró. Pero no era así con la pequeña Yoobin. Con su hermana, su madre era lo que se esperaba de cualquier madre. Y él no tenía un problema con eso, pero sí con la mujer que ahora preparaba la comida para esa familia.

Esa mujer, su madre biológica, era una extraña para él. Si Jeon Myeonghee había cambiado para el bien de su nueva familia, entonces era fantástico. Pero nada borraría la imagen que Jungkook tenía de ella. Y era por esa imagen, esos recuerdos, esa infancia con sabor a amargura, que no podía fingir que estaba bien. Porque no lo estaba.

―¿Sigues con la cabeza en otro lado? ―continuó la mujer―. Porque creo que estoy hablando sola.

―Lo siento ―se disculpó, levantándose―. Estoy ocupado, sí, pero no lo suficiente como para no venir. Sencillamente, no me es grato estar aquí ―admitió abiertamente, pero conservando la calma―. Lo siento, madre. No esperes ni pidas demasiado de mí, porque no puedo... no puedo jugar en esta familia ―intentó explicarse―. Solo vine a saludarte, pero ya lo hice, así que ahora me iré.

―Pero estoy preparando la cena y...

―Lo siento ―repitió, cerrando su abrigo para darse la vuelta, dirigiéndose a la salida.

―Si lo sientes, al menos podrías demostrarlo ―Myeonghee dejó caer el cucharón con molestia, deteniéndolo―. Dices que no puedes esforzarte por esta familia, pero apuesto que lo haces con la nueva familia de tu padre. En 8 años, no volviste a Corea ni una sola vez, ¿y te preguntas por qué no encajas aquí? ¡Ni siquiera lo intentaste! ¡Dong Chan, Yoobin y yo estábamos listos para darte un lugar aquí!

―Esto no se trata de Dong Chan o Yoobin ―respondió, dándose la vuelta para mirarla a los ojos―. Se trata de ti, madre. ¿Qué quieres decir con que estabas lista para darme un lugar en esta familia? Me diste a luz, no tenía que esperar a armar una familia para hacerme sentir parte de ella, ¡debiste hacerme sentir como tu hijo desde el día en que nací! ―explotó―. ¿La razón por la que sí pude darle una oportunidad a la familia de papá? Sabes la razón ahora: Estuve ahí desde el principio.

Myeonghee no fue capaz de responder. Jungkook salió de la cocina sin agregar más, odiando la sensación de haber arruinado el día de los padres para la familia Ki cuando esa jamás había sido su intención. Se encontró con la mirada incómoda del esposo de su madre, pero, para su suerte, este no intentó detenerlo. Solo Yoobin, su pequeña hermana, corrió en su dirección cuando lo vio dirigirse a la puerta principal.

―Oppa... ―Jungkook se detuvo al escuchar esa pequeña voz. Girando hacia su hermanita, se odió a sí mismo por no ser la figura que tal vez ella esperaba, pero no podían pedirle que se convirtiera en un hermano mayor de la noche a la mañana―. ¿Te vas? ¿Es porque estás enojado con mamá? ―preguntó con tristeza.

―Lo siento, corazón ―Jungkook se inclinó frente a ella, acariciando su cabeza―. Tu hermano mayor es un poco rebelde, pero no sigas su ejemplo ―sonrió, apagado―. Tengo que irme ahora, pero asegúrate de celebrar bien a tus padres.

―¿Vendrás nuevamente?

―Yo... no puedo prometerlo ―musitó―. Pero al menos me reuniré contigo de nuevo, ¿de acuerdo?

Yoobin asintió, volviendo a sonreír cuando su hermano selló su promesa entrelazando sus meñiques. Suponía que a la niña le hacía ilusión tener a su hermano mayor finalmente en su vida e incluso Jungkook tenía interés en conocerla, pero era difícil manejar la situación dentro de casa. Dejando la que solía ser su residencia de infancia, miró su celular para comprobar que apenas había pasado media hora desde su llegada y probablemente Jimin aún estaría compartiendo con su familia. Mirando en dirección a la casa de los Park, suspiró con rendición, caminando hasta ella para esperarlo fuera. Al menos, ahí estaría lejos de la vista de su madre.

 Al menos, ahí estaría lejos de la vista de su madre

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Espero que seas feliz [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora