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―¿Qué prefieres para cenar? ¿Bimbimbap o ramen? ―preguntó Jimin, eligiendo qué comprar.

―¿Me estás invitando a cenar?

―Bueno... es tarde, estás aquí, ando en mi auto... ―enumeró, girando a verlo―. ¿No sería un desperdicio no cenar juntos?

―Pienso exactamente lo mismo ―chasqueó con los dedos―. Lleva ramen. Incluso si es a prueba de tontos, te prometo que mi ramen es el mejor de Estados Unidos.

―Sería más alentador si me dijeras que es el mejor de Corea ―rio, agregando unas bolsas al carrito.

―Lo diré cuando un verdadero coreano haya probado mi ramen ―bufó―. Aunque, pensándolo bien, mi hermano es coreano y él dice que mi ramen es lo mejor.

―¿Sabes? Todavía no comprendo del todo tu familia ―Jimin empujó el carrito―. Es decir, tu hermano luce como coreano, pero, cuando vi las fotos de tu departamento, tus padres... no tienen ni un solo rasgo asiático ―vaciló, cuestionándose si estaba tocando un tema sensible o no―. ¿Acaso ustedes fueron adoptados? Porque eso tendría más sentido para mí. Siento si estoy siendo imprudente. ¿Y al menos son hermanos de sangre? Porque, hey, no intento dudar de sus lazos sanguíneos, pero no te pareces a tu hermano ―Jungkook comenzó a reír―. ¿Qué significa eso?

―Eres tan lindo ―continuó riendo―. Déjame ir por mi banana milk y luego hablamos de esto.

―¿Qué? Pero quiero saber ―hizo un puchero, sin embargo, Jungkook se limitó a agitar su mano y desaparecer por un pasillo―. Quizás sí hice preguntas incómodas, después de todo.

Jimin suspiró, mirando dentro de su carrito mientras revisaba su lista mental, preguntándose si se había olvidado de algo. Perdido en sus pensamientos, se sobresaltó cuando cajas llenas de leche aparecieron frente a sus ojos.

―¿Jungkook...?

―¿Crees que con esto tenga para un mes? ―preguntó, cargando los que parecían ser 20 litros de leche como si fueran una caja de huevos.

―Creo que con eso tienes para una vida.

―¿¡Quién sobreviviría por el resto de su vida con 30 litros de leche!? ―preguntó exaltado, pero Jimin fue el más consternado con la respuesta.

―Mierda, son 30 ―agitó su cabeza, estupefacto―. ¿De verdad planeas beber todo eso?

―¿Acaso lo compré para decorar mi departamento? ―preguntó de vuelta, caminando hasta la caja―. Vamos, hyung, debo aprovechar el espacio en tu auto.

―¿Esa es la verdadera razón por la que me seguiste hasta aquí? ―continuó preguntando, empujando su carrito para ir tras el menor―. Por cierto, no me explicaste lo de tu familia.

―Somos hermanastros.

―¿Sí...? Sé que debería tener más sentido ahora, pero no, realmente no termino de entenderlo ―no obstante, Jungkook solo rio sin contestar sus dudas.

Ambos se dirigieron a la caja para pagar y, aunque el plan de Jimin era empujar el carrito al estacionamiento tras haber guardado todo nuevamente, tuvo suerte de notar que Jungkook no iba tras de él. Deteniéndose poco antes de salir, giró sobre sus talones para encontrar al menor a solo pasos atrás mirando un puesto de lotería donde no habían más de cinco personas haciendo fila.

―¿Quieres probar suerte? ―preguntó Jimin, regresando con él―. Tienes un tiro gratis si enseñas tu boleta de compras. Hay bolitas de tres colores: La dorada, que es única y cuenta con el mejor premio; las rojas, que son cinco y corresponden a los premios menores; y las azules, que son innumerables y, básicamente, son los premios de consuelo ―arrugó la nariz graciosamente―. Dejé de intentarlo hace tiempo, porque odio hacer fila y jamás gano, pero quizás tú eres más afortunado que yo.

Espero que seas feliz [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora