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[Jimin, 13 años ― Jungkook, 7 años]

Jimin se despidió de Taehyung cuando llegó el momento de separarse. Le gustaba caminar desde su escuela a su casa, porque no había apuro por llegar y había un parque a mitad de camino. A veces, cuando los columpios no estaban ocupados por otros niños, aprovechaba de balancearse por 10 minutos, intentando tocar el cielo, antes de regresar a tierra y recordar que tenía tarea por hacer. Lamentablemente para él, ese fue uno de los días donde los columpios sí estaban ocupados. O algo así.

Había cuatro niños en los columpios, pero sus rostros no eran especialmente amigables. Uno de ellos estaba sentado, sin balancearse, mientras leía un libro, ignorando completamente a los otros tres que parecían bromear a su alrededor. Jimin, quizás por curiosidad o preocupación, se acercó sigilosamente, queriendo entender qué pasaba entre ellos. Eran pequeños, mucho más pequeños que él, y temía que alguno acabara llorando. Se sorprendió cuando el niño que sostenía el libro alzó la mirada, reconociéndolo como su vecino, pero lo que hizo que Jimin casi se fuera de espaldas fue lo que vino después: El pequeño se abalanzó sobre sus compañeros, lanzando puñetazos, patadas y todo cuanto pudo. Por supuesto, el trío de molestosos intentó defenderse, pero ninguno pudo contra él. Jimin corrió hasta ellos, queriendo separarlos, y el pánico de ver a alguien mayor fue suficiente para que la mayoría de ellos corriera lejos, huyendo de los problemas.

Excepto ese niño.

El chico de cabellos castaños recogió su libro y lo limpio, como si nada hubiera pasado. Sin embargo, desde cerca, Jimin pudo ver perfectamente los rasguños en su rostro y brazos. Probablemente, moretones comenzarían a aparecer en cosa de poco tiempo también.

―Hey ―Jimin se acercó a él con cuidado de no espantarlo, pero la mirada del pequeño no podía ser más indiferente―. Eres el chico que se ha mudado hace apenas unos meses, ¿cierto? ¿El de la familia Jeon? ―preguntó con inseguridad, esperando no haberse equivocado. El niño por primera vez lo miró, asintiendo una vez―. Soy Park Jimin, tu vecino ―y le extendió la mano.

―¿Y?

―Y... ―Jimin pasó una mano por su cabello, avergonzado cuando el niño no la aceptó―. No quiero ser entrometido, pero no deberías pelear con otros niños. Tuviste suerte de que ellos no fueran más fuertes que tú aun superándote en número ―intentó explicar sin sonar aprensivo. La expresión del niño siguió siendo neutral y Jimin señaló un rasguño en su brazo―. Eso se ve mal. ¿Me dejarías curarte?

―¿Por qué te molestarías en hacerlo?

―Porque es lo que la gente hace cuando alguien necesita ayuda ―volvió a extenderle su mano, esperando correr con mejor suerte―. ¿Me permites?

Jungkook tomó su mano solo porque le agradó la respuesta. Su padre siempre le había dicho que no confiara en extraños, pero, sin él ahí, entonces no existía regaño. Su madre, siempre ocupada, ni siquiera llegaría a enterarse de lo que hizo. Incluso más increíble, Jungkook sabía que podía desaparecer por días y ella ni siquiera lo notaría. Así era su madre: Distante, obsesiva con el trabajo y sin tiempo para él. Sobre todo, lo último.

Jimin se dirigió a una farmacia, revisando sus bolsillos con alivio al encontrar dinero en ellos. Pidiéndole al menor que esperara un momento, se apresuró en comprar banditas y desinfectante para regresar con el niño.

―Está bien, esto puede doler un poco ―avisó Jimin antes de limpiar las heridas de su rostro y brazos, pero, si es que llegó a doler, Jungkook no lo demostró―. ¿Por qué peleaste con esos niños?

―Me estaban molestando.

―¿Dijeron cosas muy feas?

―Lo que dijeron no me importa ―Jimin dejó de limpiar, mirándolo sin comprender―. Son niños estúpidos. Solo puedo sentir pena por los estúpidos.

Espero que seas feliz [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora