𝐋𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐄𝐥 𝐑𝐞𝐲 𝐄𝐬𝐭𝐞𝐥𝐚𝐫

La Piedra Filosofal: El espejo de Oesed

Cuando el señor Evans terminó de leer, el collar de Athenea comenzó a brillar, preocupada la sacó de entre su ropa, ahí el dije en forma de Luna brillaba de manera intensa.

- ¿Pasa algo, srta. Rici? - cuestiono el profesor Flitwick

- Mi rey ya está aquí, de eso estoy segura, lo más probable es que llegue antes de la cena o mañana por la mañana - aseguró ella

- Pero dijiste que ya estaba aquí, ¿Por qué tardar en venir? - cuestiono una Gryffindor

- Porque el viaje es largo, nuestros núcleos se debilitan, así que deberán de descansar - aseguro ella

Varios asintieron, dudosos, pero seguros.

- ¿Quien desea leer? - cuestiono Rici

- Yo lo haré - dijo James

Rici se tensó, gesto que notaron todos.

- no creo que sea buena idea - dijo ella, James le miró dudoso - Es que este capítulo lo derrumbará

- entonces leo yo - hablo Marlenne

El libro voló a sus manos, la joven Rici sentía que este Capítulo lastimaría a James y ella lo impediría.

- Capítulo doce, el espejo de Oesed -

Se acercaba la Navidad. Una mañana de mediados de diciembre Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve. El lago estaba sólidamente congelado y los gemelos Weasley fueron castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante. Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo tormentoso para dejar el correo tuvieron que
quedar al cuidado de Hagrid hasta recuperarse, antes de volar otra vez.

- Odio cuando las lechuzas vuelan en invierno - hablo Pandora - ¡Es cruel!

Lucius abrazo a su prima, por eso él jamás ocupaba a su lechuza en invierno, sabía que a Pandora le molestaba.

Todos estaban impacientes de que empezaran las vacaciones. Mientras que la sala común de Slytherin y el Gran Comedor tenían las chimeneas encendidas, los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas. Lo peor de todo eran las clases del profesor Prince, abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y los hacía mantenerse lo más cerca posible de sus calderos calientes, agradecían que se les pusiera hechizos de calefacción. 

Severus sonrió, jamás dejaría a sus pequeños sufrir de una posible hipotermia.

—Me da mucha lástima —dijo Ronald Weasley, en una de las clases de Pociones— toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

Mientras hablaba, miraba en dirección a Harry y Athenea. Thomas y Miller lanzaron risitas burlonas. Harry, que estaba pesando polvo de espinas de pez león, no les hizo caso, Damián les había mandado una carta que debía de viajar a Corea con Remus por problemas en la franquicia de allá.

Remus sonrió, Damián no tendría prejuicios con él.

Después del partido de quidditch, Weasley se había vuelto más desagradable que nunca.

Disgustado por la derrota de Gryffindor, había tratado de hacer que todos se rieran diciendo que un sapo conuna gran boca podía reemplazar a Harry como buscador. Pero entonces se dio cuenta de que nadie lo encontraba gracioso, porque estaban muy
impresionados por la forma en que Harry se había mantenido en su escoba. Así que Weasley; celoso y enfadado, había vuelto a fastidiar a Harry por no tener una familia apropiada, lo que causó que Athenea, Draco y Lirio salieran en defensa de su primo al igual que un tembloroso Neville.