Capítulo 32: La primera caída, parte II

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El retorno a Inglaterra fue uno de los peores viajes que Abraxas Malfoy había tenido en su vida. El repentino cambio en el ambiente y la tensión que los rodeó los acompañó durante todo el trayecto, sin embargo la incertidumbre era la peor sensación que rondaba en su interior.

No logró saber el por qué ni la razón por la que regresaban tan rápidamente a Londres, pero tampoco había podido hablar con Valerie, la cual tenía el semblante tenso y la mirada perdida mientras Vladimir la conducía con una de sus manos sobre su hombro.

El rey de los vampiros también parecía intentar contener las emociones que lo embriagaban, pues su mandíbula estaba apretada y sus labios formaban una linea recta.

Algo había ocurrido, eso no le cupo duda, pero la gran pregunta era ¿qué podía haber obligado a ambos vampiros a dejar su castillo con tanta prontitud? La única diferencia de su retorno era que, en esta ocasión, la general Ileana los acompañó tras señalar que no dejaría a los reyes solos. Sin embargo, el abrupto retorno no había permitido formar y armar un ejército como habían querido.

Abraxas estudió con pesar la espalda de su amiga y de pronto notó la mirada de Greyback sobre él. Mago y hombre lobo se observaron por unos segundos, haciéndole saber al otro de sus preocupaciones simplemente con la mirada.

***

Encontraron el cuerpo de Walburga en el patio.

La imagen fue devastadora. Su cuerpo yacía sobre una mesa de piedra, sus brazos habían sido cruzados sobre su pecho y entre sus dedos descansaba su varita. Sus facciones estaban relajadas y su piel blanca como la nieve. Su ropa estaba estirada y limpia, mientras una rosa negra descansaba a su lado. Sin embargo, todo atisbo de paz fue interrumpido por las horribles y profundas heridas que dejaron su cuello destrozado y con rastros de sangre.

Dumbledore actuó con rapidez y con un complejo encantamiento selló las heridas, como si nunca hubieran existido, y cubrió las extremidades de la bruja con una burbuja transparente para evitar la descomposición de su cuerpo.

Valerie cayó de rodillas frente a su vieja amiga y se quedó congelada observando su cuerpo completamente conmocionada.

—Azriel —murmuró iracundo Vladimir y apretó lo puños.

Ileana dejó escapar un siseo de frustración ante las palabras del rey.

—No fue él... —señaló Razvan enfurecido—. Las heridas no calzan.

Las palabras del vampiro parecieron traer de regreso a Valerie que comenzó a respirar con dificultad e, inesperadamente, un fuerte temblor remeció el suelo.

—¿Qué está pasando? —chilló Ginny sorprendida.

Vladimir y Razvan se miraron entre ellos, alarmados, pues la vampira parecía a punto de perder el control.

La visión de Valerie se volvió borrosa cuando las lágrimas de sangre llenaron sus ojos. Su pecho agonizó por el dolor y la imagen del cuerpo sin vida de su amiga aplastó sus entrañas con fuerzas.

Y entonces lo sintió, su ira, su fuerza y sobre todo su poder. Toda esa energía que la había abandonado ahora estaba de regreso y se removió, expectante, ante las fuertes y dolorosas emociones que giraron en su interior. En cualquier otro momento habría resistido y se habría asegurado de controlar como sus sentimientos afectaban su poder, pero en esta ocasión no pudo y se dejó llevar por la ola de ira y desesperación que la ahogaba.

A su alrededor todo se volvió un caos. El suelo tembló nuevamente y gruesas llamas de fuego emergieron de este para luego esparcirse por el lugar. Una sensación agobiante cayó sobre el resto de los presentes, a quienes les costó respirar y observaron a la vampira aterrados.

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora