Capítulo 45: La verdad de mis acciones

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10 AÑOS ATRÁS

—¿Por qué me liberaste de Azkaban?

Vladimir soltó una carcajada sin siquiera mirarlo—. Esperaba que me preguntaras eso apenas pise la presión. Te tomaste tu tiempo.

Riddle apretó los puños.

—No quieres matarme.

—Creo que eso quedó más que claro —, murmuró aburrido el vampiro mirando el océano frente a ellos.

Tras haber sacado al mago de la prisión, llegaron al borde de una playa acompañados de grises nubes y fuertes ráfagas de viento.

—¿Entonces, por qué?

—Vengo a proponerte un trato, Riddle.

El mago pestañeó, asombrado.

—Tu existencia es la menor de mis preocupaciones. Hay un enemigo más poderoso que busca acabar conmigo de cualquier forma y, ahora que conocido mejor el mundo mágico, creo que es posible que él encuentre la forma de destruirme.

Riddle guardó silencio, pues seguía sin entender que tenía que ver él en todo esto. El vampiro continuó observando el océano, pero su mirada parecía perdida en algún punto.

—El día en que Azriel encuentre la forma de matarme, no será él quien lo haga. La obligará a ella a hacerlo.

—¿A ella? Te refieres...

—Si, a Valerie. Se que él logrará forzarla a matarme, pues con eso vengará el hecho de que me eligió a mi y no él. Sin embargo, no puedo dejar que eso ocurra. No puedo dejar que ella cargue con esa culpa.

—¿Con la culpa de matarte?

Vladimir se volteó y miró al mago.

—Valerie es mi mujer y mi mundo. Aun que fuera ella la que acabe con mi vida, jamás la odiaría por ello. Pero, de solo pensar en el tormento que vivirá si lo hace... —su boca se tensó unos segundos—. Es por eso que te necesito.

—¿Debo impedir que te mate? —bufó el mago.

—No.

Riddle se quedó mudo y cada vez más confundido.

—Si se presentase la oportunidad de que pudieras acabar conmigo ¿la tomarías?

—Si —respondió simplemente el mago. No valía pena mentir cuando la verdad era tan obvia.

—Y por lo mismo, se que no desaprovecharías la ocasión —rió Vladimir.

Riddle continuó observándolo, extrañado.

—Tal vez llegue un momento, no se cuando o en cuantos años... En donde a Valerie la forzarán a tomar la decisión de destruirme. No importa lo que decida, debes impedir que lo haga y ser tu quien acabe conmigo.

—No tengo como...—comenzó a decir el mago.

—Cuando esa oportunidad aparezca, lo sabrás —continuó Vladimir sin prestarle atención—. Porque será el momento perfecto también para matar a Azriel. Dos pájaros de un tiro.

—Sabes bien que no tengo como lograr semejante hazaña. En estos momentos no soy más que un simple humano.

—Pero yo te devolveré tu magia —le explicó Vladimir.

Ambos se miraron en silencio mientras el viento meció sus cabellos.

—Pero hay un precio por ello ¿verdad? —inquirió Riddle.

—Siempre lo hay.

—¿Cuál es?

—Te devolveré tu magia y, cuando el momento se presente, te brindaré también de mi poder. Para ello, deberás beber de mi sangre.

—¿Me convertirás en un vampiro?

Vladimir soltó una carcajada oscura —Jamás. Te daré de mi poder para que seas capaz de llevar a cabo la tarea de matarme cuando la oportunidad se presente. Con mi sangre y tu magia se que podrás lograr el cometido. Mientras el momento no llegue, mi sangre dormirá hasta que yo mismo la active dentro de ti y con eso, podrás cumplir con tu misión.

—¿Cuál es el precio por todo esto?

El rey de los vampiros le dio la espalda y volvió a mirar el horizonte.

—Me jurarás por tu vida que cumplirás esta tarea, y una vez que tenga tu juramento, olvidarás todo lo que hemos conversado.

—¿Eso es todo?

—No. Una vez que mi sangre se active en tu cuerpo... Tus días estarán contados—. El mago tragó en seco—. No sobrevivirás mucho tiempo, pero habrás acabado conmigo y con Azriel.

—¿Quieres que olvide para que no busque mientras tanto una forma de sobrevivir a tu sangre, verdad?

—Eres astuto, humano.

***

Riddle observó como el cuerpo sin vida de Azriel se derrumbó en el suelo y clavó su mirada en Vladimir, quien le regaló una sonrisa altiva, asintió con la cabeza y se desplomó.

—¡Vlad! —bramó Valerie y corrió hacia él—. No, Vlad, no...

El rey de los vampiros le acarició el rostro con lentitud.

—Ahora eres libre, mi pequeña... —le susurró y aquellas orbes rojas rebosantes en vida por largos siglos, se apagaron.

—¡VLADIMIR!

***

Los recuerdos del pasado volvieron a la mente de Riddle apenas la sangre del vampiro se activó dentro de él.

—¿No hay forma de que logre sobrevivir?

—No. Por qué yo volveré a la tierra y cuando lo haga, tu morirás —le respondió Vladimir con simpleza.

—¿Cuanto tiempo? —El vampiro arqueó una ceja, sin entender—. ¿Cuanto tiempo podré vivir antes de que regreses?

—Tal vez unos cinco o diez años, puede que menos. Por que volveré apenas pueda, humano —gruñió Vladimir a modo de advertencia.

—Dame veinte —le cortó Riddle.

—¿Veinte?

—Veinte años. Solo veinte años para estar con ella, después de eso, moriré. Pero moriré sabiendo que pase lo que me quedó de vida con la mujer que amo.

El mago creyó el vampiro lo mataría en aquel instante ante lo que le pedía, pero para su sorpresa, él simplemente suspiró.

—¿Estás atado de manos, verdad? —inquiró Riddle.

—Algo así. No creo que sea un precio justo lo que me pides, pero al fin y al cabo, estás entregando tu vida a cambio.

—Tenemos un trato entonces. Haré un juramento.

Vladimir asintió mientras estrecharon las manos.

—Nos veremos a los ojos cuando cumplas con tu cometido Riddle. Hasta entonces... Olvidarás todo lo que conversamos.

—¿Cómo estás tan seguro que volverás? —no pudo evitar preguntarle el mago.

Vladimir clavó sus orbes rojas en el cielo.

—Mi existencia está atada a Valerie más allá de que seamos marido o mujer, más allá de que seamos criaturas de la noche.

—¿Por qué tu alma está unida a la ella?

—Algo así.

—¿O por qué buscas en ella a Lilith?

Un gruñido bajo escapó de los labios del vampiro.

—Tanteas terreno peligroso humano —y luego le dedicó una sonrisa maliciosa—. Solo debes saber que yo siempre regresaré a la tierra y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. ¿Estás listo para hacer tu juramento?

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora