Capítulo 10: Revelaciones en la oscuridad, parte II

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Riddle alzó la vista encontrándose con la anonadada mirada de Valerie Deanoff.

Lucía tranquilo, su pelo negro estaba corto y se había dejado una ligera y bien cuidada barba en su mentón de donde se asomaban algunas canas. Si bien se le notaba que había envejecido diez años, convirtiéndose en un hombre de cuarenta y cinco, sus facciones continuaban siendo, innegablemente, muy atractivas.

Vestía de manera impecable y su postura seguía siendo igual de recta que siempre. Ya no traía consigo aquella aura de peligro y muerte, sino más bien de poder e inteligencia. Del hombre sentado en aquel trono ya no quedaba rastro de Lord Voldemort, aquel mago corrompido por el alma de Salazar Slytherin, sino al mismísimo Tom Marvolo Riddle

— Imposible... — susurró Potter al verlo y sin poder evitarlo se llevó una mano a su frente, pero su cicatriz no parecía verse afectada ante la presencia del mago.

Hermione y Ginny quedaron estupefactas observando entre el mago y la vampira reiteradamente.

Draco y Ron apuntaron a Riddle con sus respectivas varitas, sin embargo él no pareció inmutarse y les lanzó una mirada retadora.

Algo se removió en el aire y Harry se estremeció fuertemente. Valerie abrió los ojos sorprendida al percibirlo, la había sentido... Había sentido la magia de Tom viajando por su cuerpo y moverse hacia Harry, pero aquello era imposible. ¡Él no podía hacerlo! ¡Ella misma le había quitado su magia! ¿Cómo entonces logró recuperarla?

— Tom... — susurró la vampira demasiado sorprendida como para saber como actuar.

— Valerie... — la respuesta de Riddle fue más apagada de lo que ella hubiera esperado, sin embargo, su mirada decía lo contrario. Esas orbes oscuras la observaron con el mismo deseo e interés que ella recordaba, mezclado con rabia y... ¿Veía preocupación en sus ojos?

La vampira comenzó a analizar los recientes acontecimientos pues en todo lo que estaba ocurriendo había algo que no calzaba.

¿Qué tenía que ver Riddle con el ataque al Ministerio? ¿Por qué robar información sobre ella cuando la conocía bastante bien? Y lo mas importante ¿cómo recobró su magia?

Por más que Tom fuera un hábil y poderoso mago era, aun para él, muy difícil poder recuperar su magia, lo que significa una sola cosa: no estaba actuando solo.

— Tu.. Tu no estás solo... ¿Quién te ayudó? ¿Quién te devolvió tu magia?

El semblante tranquilo del mago desapareció y la fulminó con la mirada, como si no quisiera tener que responder a esa pregunta en ese momento.

— No deberías estar acá — fue lo único que le dijo en un susurro mientras apretaba los posa brazos del trono.

Valerie frunció el ceño molesta.

— ¿Qué yo no debería estar acá? ¡Eres tú el que no debería estar escondiéndose en una cripta como un cobarde...! — pero antes de que pudiera gritar algo más una siniestra risa resonó en la oscuridad. Las llamas de las antorchas se agitaron, haciendo que las sombras se movieran como si estuvieran vivas, y todos los presentes se quedaron rígidos por la sorpresa y el miedo.

"No. No. No. No puede ser cierto".

Valerie se negó a aceptar los pensamientos que explotaron en su mente y clavó sus ojos en Tom, rogándole con la mirada a que él negara sus suposiciones, pero él simplemente bajó el rostro, incapaz de mirarla a la cara.

Harry, Ron, Draco, Hermione y Ginny comenzaron a sentir como, rápidamente, el ambiente se puso tenso y pesado mientras una oscura y tenebrosa aura los rodeó. La perversa risa volvió a resonar, ésta vez más fuerte, emergiendo desde las sombras y por cada rincón del salón, sofocando a los jóvenes. Tan pronto como la risa acabó, las llamas de las antorchas se agitaron y su cálida luz hizo que toda la atención se dirigiera hacia donde estaba sentado Riddle.

Por detrás del trono emergió la silueta de un hombre oculto entre la sombras. Tom, sin parecer sorprendido por el recién llegado, se levantó y dio unos pasos para alejarse del trono permitiéndole a la figura del hombre acercarse.

Las llamas volvieron a agitarse, como si le dieran la bienvenida, haciendo desaparecer las sombras que lo ocultaban. Ante la luz, se reveló la faceta de un hombre alto y musculoso, su pelo negro como el carbón se encontraba peinado hacia atrás amarrado en una cola suelta mientras argollas doradas adornaban cada una de sus orejas. Vestía una tenida anticuada, una camisa blanca de cuello alto con un broche dorado que en el centro tenia una piedra roja circular del cual colgaba un pañuelo blanco. Sobre sus hombros descansaba una chaqueta azul marino de corte militar.

La ropa revelaba cierta importancia, como si fuera el traje de un general, sin embargo, sus facciones eran su aspecto más llamativo sin lugar a dudas: rasgos atractivos y con dejo de misterio. Una corta, arreglada y frondosa barba cubría parte de su rostro, su nariz era recta y delgada mientras que sus labios eran gruesos y seductivos.

Finalmente, estaban sus ojos, orbes rojas como el vino tinto, las cuales recorrieron con oscura diversión a los presentes mientras tomaba asiento, para luego quedarse clavadas en Valerie. Una sonrisa pícara apareció en aquellos gruesos labios revelando unos blancos y perfectos dientes junto a dos largos colmillos.

La mera presencia de ese hombre irradiaba vigor, autoridad, pero sobre todo, peligro. Tenía un aura tan oscura que ni el mismo Voldemort fue capaz de transmitir alguna vez.

Apenas el hombre tomó asiento, Valerie temió que sus amigos pudieran estar un inminente peligro, por lo que rápidamente se acercó unos pasos al trono, puso una rodilla en el suelo y realizó una reverencia inclinando su espalda mientras bajaba su cabeza.

Su voz sonó sería y distante cuando dijo — Es un honor volver a verlo, mi señor...

Un silencio sepulcral reinó unos segundos y los amigos de la vampira quedaron mudos de la sorpresa. ¿Quién era aquel hombre ante el cual Valerie Deanoff se arrodillaba?

La sonrisa del imponente hombre se ensanchó ante las palabras de la vampira y chasqueó la lengua, gustoso.

— Oh, mi querida Valerie... — su voz era profunda, ronca y transmitía la misma potestad que su cuerpo irradiaba, sin embargo pronunció el nombre de la vampira con un tranquilo deleite, como si saboreara cada letra. — Tantos años que no te escuchaba llamarme así que casi había olvidado lo placentero que sonaban esas palabras en tus labios... — se puso de pie con peligrosa calma, dio dos pasos y abrió los brazos. — Sin embargo, ¿no sería mejor que te refirieras a mi como corresponde y saludaras con un beso a tu querido marido?

Valerie tensó el cuerpo y respiró con dificultad, alzó el rostro para encontrarse con esas orbes rojas que la observaban expectante.

— Vladimir... — susurró ella.

Una especie de gruñido bajo mezclado con un ronroneo brotó del pecho de quien, como los demás presentes pudieron distinguir, era un excepcional vampiro.

— Mi querida Valerie... ¿Pensaste que podrías escapar eternamente de mi? — a una velocidad inhumana se acercó a ella, invadiendo todo su espacio personal.

Valerie lo miró con los ojos abiertos como platos, sin poder emitir ni una sola palabra. Vladimir, por su parte, alzó una mano y acarició la boca de la vampira con lentitud.

— Igual de suaves y apetitosos como siempre — y para sorpresa de todos, la besó.


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Estuve cerca de no poder publicar el capítulo (estoy agotada jajaj) pero lo logré!

¡Y es que por finnnnn ha aparecido el único e inigualable... Vladimir!!

Ya estoy a la espera de sus comentarios y sin nada más que decir (mi cama me llama de manera sensual) nos vemos el próximo lunes!!

Próximamente --> Capítulo 11: El Rey de los Vampiros

Los quiere, Florence!

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora