Capítulo 34: Diálogos con el enemigo

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La imagen de Valerie encogida en el suelo y ahogada en sus propias emociones no lo dejó en paz en todo su trayecto. Sus pies avanzaron de manera automática mientras que su mente quedó atrapada en un sin fin de preguntas. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Debía arriesgarse de esa forma? ¿Era la manera de lograr lo que quería? ¿Estaba seguro que sabría dónde encontrarlo?

Tom Riddle levantó el rostro y estudió las diferentes tumbas del cementerio de Brompton. No supo bien que lo llevó a regresar a ese lugar, pero su magia lo arrastró en esa dirección y él solía confiar en sus instintos.

—Siempre supe que tendríamos la oportunidad de conocernos antes de tiempo — murmuró una voz.

El mago giró sobre sus talones y se encontró con un hombre de elevada estatura a sus espaldas que le regaló una mueca maliciosa. Su cabello castaño estaba peinado hacia atrás revelando un rostro fresco, pero marcado por innumerables historias. La frondosa barba del mismo color que su pelo cubría su mentón y parte de sus mejillas, mientras una singular argolla dorada colgaba de su oreja izquierda. Una cicatriz que comenzaba desde la parte inferior de su mejilla izquierda se extendía hacia su pómulo, en tanto una más pequeña estaba ubicada en la parte derecha de su frente.

Al fijarse en su cuello, Tom notó una fina cadena de plata que contenía una particular moneda desgastada por el tiempo.

La postura erguida del hombre era imponente y reveló que bajo aquellas ropas de alguna época antigua se escondían unas fuertes extremidades. Mientras tanto, sus orbes rojas estudiaron al mago con diversión y al sonreír dejó entrever unos blancos dientes.

—Azriel.

—Riddle —le respondió el vampiro todavía con una sonrisa en el rostro.

—¿Me esperabas?

—Había una gran posibilidad de que nos conociéramos antes de lo previsto —Riddle alzó una ceja ante sus palabras y una mueca de irritación cruzó su semblante.

—¿Y por qué tenías considerada esa posibilidad?

La sonrisa de Azriel se ensanchó.

—Por que ambos compartimos un mismo fin.

—Me cuesta creer que un vampiro que ha recorrido por tantos siglos la tierra pueda tener las mismas metas que un simple humano.

El vampiro dejó escapar una carcajada.

—La humildad no es algo que te quede bien, Riddle —le dijo con ironía y luego le dedicó una mirada cómplice—. Tu y yo podremos querer cosas diferentes, pero los dos sabemos que para lograr lo que tenemos en mente debemos eliminar a Vladimir del mapa.

—Una teoría bastante interesante —replicó Riddle con el mismo tono irónico que él.

—Acertada diría yo —añadió el vampiro complacido.

—Tal vez...

—Tom, Tom... —murmuró Azriel negando con la cabeza—. Reconozco a un aliado cuando lo veo —el mago frunció el ceño, molesto. —Pero, no eres un hombre que le guste irse por las ramas, puedo notarlo, así que por qué no mejor nos centramos en los negocios.

—¿Quién dijo que deseo hacer negocios contigo?

Azriel alzó una mano y un movió un dedo de un lado a otro de manera reprobatoria.

—Puedes negarlo todo lo que quieras, pero al final solo te estarás mintiendo a ti mismo. Tus pies no te trajeron acá por casualidad... Inconscientemente me estabas buscando.

Riddle apretó los dientes.

¿De qué manera había podido saber sus pensamientos y acciones?

Como si Azriel le hubiera leído la mente le regaló otra pequeña sonrisa maliciosa.

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora