Capítulo 40: Acciones sin conocimiento

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—¡Dolohov! —los hermanos Lestrange corrieron hacia el ex mortifago, pero el mago, preso de la desesperación se liberó de las dagas destrozando sus manos. Su mente bloqueó el dolor y sin siquiera prestarle atención al resto corrió hacia el cuerpo de la bruja.

— ¡Hermione, Hermione! — cayó de rodillas a su lado. Sus manos tiritaron cuando intentó quitarle el cabello del rostro, a pesar de tenerlas bañadas en sangre.

—Antonin... —susurró ella cuando sus ojos lograron enfocar su rostro.

Una de las manos de la bruja sostenía la parte de su cuello donde la vampira le cortó la piel. Si bien fue su propia magia la que la salvó de morir desangrada, el esfuerzo le había costado caro. Dolohov pudo notar la palidez en su rostro, la dificultad para respirar y los claros indicios de fatiga por la falta de sangre.

—¿Tú estás... estás bien? —murmuró Hermione y con su mano libre acarició los dedos del mago.

Antonin gruñió.

¿Qué si él estaba bien? ¡Que importaba! Era por ella por quien debía preocuparse. La culpa y la impotencia de no haber podido protegerla carcomieron su pecho con una fuerza demoledora.

—Perdón Hermione... Oh, por Merlín, perdoname...

Ella le dedicó un intento de sonrisa y negó con la cabeza.

—¿Te había dicho... que he sido muy feliz...de haberte conocido?

El exmortifago se quedó como piedra. ¿Por qué aquellas palabras sonaban como una despedida? Y entonces lo supo, aquel era el momento en que podía abrirse, confesar los pensamientos y emociones que lo llevaban carcomiendo durante días. Todas las interacciones, las miradas, el roce de labios compartidos.

Abrió la boca lentamente, pero un grito lo interrumpió.

—¡Granger! —Draco corrió hacia ellos—. ¡Hazte a un lado Dolohov!

Con agilidad, Malfoy alejó al exmortifago y movió su varita. Con asombroso talento, comenzó a curar la herida de la bruja, aunque sus facciones tensas y cargadas de preocupación no pasaron desapercibidas. Si bien sus conocimientos en alquimia y hechizos de curación eran bastante altos, tenia claro que Hermione requería de una mano mucho más experta, además de múltiples pociones, pues su estado era muy débil.

El hecho de verla en esa situación, le reveló sentimientos que ni él mismo se había percatado.

—Draco... — susurró la bruja.

—Silencio, silencio debes descansar —le reprendió el mago sin dejar de curar su herida—. Necesito que estés bien... No vuelvas a hacer algo así. No puedes... No puedes dejarme —murmuró.

La bruja intentó acariciarle el rostro, pero no logró levantar mucho la mano, sin embargo, Draco se la sujetó ágilmente y le besó los nudillos, todavía con la mirada cargada en preocupación.

Dolohov observó la escena y se sentó en suelo, abatido. La adrenalina había abandonado su cuerpo y el dolor comenzó a llenar sus extremidades. Aun así, logró escuchar las palabras de Hermione.

—¿Antonin se encuentra bien, verdad? —Draco volteó el rostro buscándolo y estaba por responder cuando la bruja agregó en un susurró —Ayudalo, por favor—, y perdió la consciencia.

El exmortifago quiso levantarse, pero unas fuertes manos se lo impidieron.

—Hemos de curar tus heridas —le reprendió Rabastran que lo sostuvo de los hombros, mientras que su hermano comenzó a realizar una serie de encantamientos para vendar y curar sus manos.

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora