Capítulo 43: La batalla final, parte II

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Valerie observó con horror las cadenas que atraparon el cuerpo de Vladimir. Una sensación de vulnerabilidad se apoderó de ella al intentar analizar la situación para poder proteger tanto al rey de los vampiros como a sus súbditos.

Sin embargo, repentinamente, un nuevo ejército de nosferatus apareció de entre las sombras. Valerie y Vladimir observaron desconcertados como el escenario cambió abruptamente y las filas de nosferatus formaron un muro impenetrable que los rodeó.

Al mismo tiempo, magos y brujas también se vieron rodeados por los nuevos enemigos. Sus rostros se llenaron de temor y ansiedad al darse cuenta que la victoria momentánea se había vuelto en su contra, pues las esperanzas de escape se desvanecieron mientras las filas enemigas se cerraron, dejándolos atrapados y acorralados.

—Nunca está de más prevenir —se burló Azriel con una sonrisa maniaca.

Vladimir gruñió por lo bajo mientras una mezcla de ira y desprecio llenó su pecho. Si bien el escenario actual no le beneficiaba, jamás se rendiría ante Azriel. Por el contrario, su sed de poder y deseo de asesinarlo se intensificó al ver a aquellas criaturas que se atrevían a hacerle embargo, su principal preocupación en ese momento era la singular figura de Valerie que tenía el rostro crispado por la tensión.

La vampira se encontró ante una difícil decisión. Sus amigos estaban en peligro, sus súbditos sufriendo y Vladimir aprisionado por haberla protegido.

Su pecho se apretó ante el dilema. ¿A quién debía salvar primero?

Los nosferatus gruñieron, bramaron y se inclinaron para atacar, pero Azriel alzó una mano y los detuvo. Clavó sus orbes sobre Valerie con una mirada cargada en maldad y regocijo, revelando su perversa satisfacción. La expresión de sus ojos fue acompañada por una sonrisa satisfecha y sutil, que curvó la comisura de sus labios de manera casi imperceptible.

Azriel se acercó a la vampira, que parecía erguirse, sola y desamparada. Se paseó alrededor de ella mientras sus manos acariciaron la daga y le susurró al oído — Solo debes matarlo pequeña.. Y con eso tus amigo seguirán con vida. Una vida por la de las demás, bastante sencillo ¿no crees?

—Y morir yo con él —murmuró Valerie sin dirigirle la mirada.

Azriel rió por lo bajo.

—Vladimir está a tiempo de que te niegue como esposa y ambos lo sabemos —la vampira pegó un vuelco y clavó sus ojos en el rostro de su enemigo—. ¿O será tan egoísta como para dejar que tu vida acabe junto con la de él?

Un gruñido grave y el forcejeo por intentar soltarse de las cadenas fue la respuesta que Vladimir les brindó.

—Es tu decisión, Valerie... — Azriel pronunció su nombre con lentitud y pasión, mientras que sus dedos rozaron levemente su cabello.

—¡Quita tus sucias manos de mi mujer! —bramó Vladimir, furioso.

Valerie contempló al rey de los vampiros por unos segundos, mientras su pecho se apretó con fuerza y su interior se revolvió ante la desgarradora encrucijada.

¿Era posible que tomara una decisión en una situación como esta?

Si bien Azriel tenia un punto, dudó que Vladimir fuera a negar la relación de ambos cuando había hecho todo lo posible por recuperarla.

¿Vladimir o sus amigos? Creyó que la respuesta vendría a ella misma con simpleza, pero la sola idea de que alguno perdiera la vida bajo sus manos le generó un dolor punzante en lo más profundo de su ser.

Sin embargo, lógicamente acabar con la vida de Vladimir y la suya con el fin de salvar a sus seres queridos, podía ser la solución más sencilla, pero ¿aquello realmente aseguraba que tras su muerte estarían a salvo de su enemigo?

Con el paso de los segundos la realidad de la situación comenzó a tornarse cada vez más pesada, mientras que la confusión se mezcló con su propio miedo. ¿Cómo podía Azriel pedirle que tomará una decisión así? Una sensación abrumadora de culpa y la ansiedad de tener que tomar una decisión la ahogaron por completo, generando un conflicto interno que amenazó con consumirla por completo.

Fue entonces que sus ojos se clavaron en las orbes rojas de Vladimir.

***

La observó con detenimiento y se sintió incompetente. Él, quien acaba de recuperarla. Ella, quien por fin había vuelto a aceptarlo como su marido y rey. Y ahora, su principal enemigo la exponía a una encrucijada imposible.

Contempló las facciones y como los ojos de Valerie se vieron sumidos por el tormento y la lucha interna que se libró en su interior. Creyó que su ser se llenaría de ira y desesperación, más en aquel momento las únicas emociones que sintió fueron comprensión y empatía.

Por que era ella.

Lo que sentía por Valerie era no solo lo que su lazo había generado al convertirse en marido y mujer, sino también la relación que se nutrió con el paso de los años. Cada mirada, cada gesto, cada roce, cada palabra y cada acción había reforzado su vínculo, convirtiéndola en el pilar más importante de su existencia.

Porque siempre había sido ella y lo sería por el resto de su vida, y el jamás dejaría que alguien le hiciera daño, menos su propio egoísmo.

Fue entonces que las palabras escaparon de sus labios.

—Yo te niego.

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora