Capítulo 15: Susurros en la oscuridad

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— Fenrir Greyback...— susurró con peligrosa lentitud Vladimir y luego chasqueó la lengua contra sus dientes en un gesto irritado — ¿Ese es el hombre lobo que secuestraste?

Razvan asintió mientras los rayos del sol iluminaron el despacho pulcramente decorado, excepto por el escritorio de madera que tenía todas sus cosas desparramadas por el suelo.

El vampiro pelirrojo no quiso indagar a que se debía el desorden, en tanto, el rey de los vampiros se encontraba sentado en una de las butacas observándolo con atención.

— ¿Y consideraste apropiado dejar a mi esposa sola con un hombre lobo?

El leve tono de molestia no paso desapercibido por Razvan, quien respondió tranquilidad — Son compañeros, mejor dicho amigos. Además, mi señor, usted sabe que un perro como él no será jamás un oponente para Valerie.

— ¡Pero ella no está en las mejores condiciones! — bramó furioso Vladimir poniéndose de pie.

Sus ojos brillaron destilando odio y algunos muebles temblaron levemente ante el aura de poder que emergió de su cuerpo.

— Tu también lo viste, la debilidad presente en su cuerpo.

Razvan se arrodilló rápidamente y un escalofrío recorrió sus extremidades ante la ira de su rey, sin embargo, para su sorpresa Vladimir se movió velozmente hacia él, lo levantó del suelo y sosteniéndolo con su mano alrededor de su garganta lo estampó contra la pared.

El vampiro dejó escapar un siseó de dolor, sabía que estaba en terreno peligroso, cuando Vladimir actuaba con violencia las cosas podían ponerse muy feas, fueras un aliado o un enemigo.

Comprendió que la debilidad de Valerie era un tema muy sensible ya que hacia siglos que no veía a su rey perder los estribos de esa forma.

— Mi señor — susurró Razvan con dificultad mientras su garganta era apretada cada vez con más fuerza. — Usted sabe que no dejaría... No dejaría sola a la reina si no estuviera seguro... de lo que estoy haciendo. Por favor... Confíe en mi criterio, jamás abandonaría mi deber si creyera que ella está en peligro.

El rey de los vampiros lo contempló con dureza para después, de mala gana, soltarlo.

El vampiro cayó de rodillas al suelo y se agarró el cuello mientras tosía con fuerza.

— Te daré esta oportunidad Becali, pero si llego a saber que ese perro no es de confianza o hace algo que afecte a mi esposa serás tu quien lo matará ¿quedó claro? — Razvan levantó el rostro y abrió los ojos sorprendido. — No me importa las consecuencias que ese acto tenga con tu servidumbre y la confianza que Valerie te tiene ¿he sido claro?

Razvan quiso murmurar una maldición, pero sabía de sobra que Vladimir sería capaz de oírlo, no valía la pena tentar la suerte, sin embargo se puso de pie y observó a su rey con el rostro serio y absoluta seguridad en su mirada.

— Como ordene mi señor, pero le aseguro que no será necesario llegar a esas circunstancias.

Vladimir examinó el semblante de su vasallo y sonrió maliciosamente, después de todo por algo había aceptado que Razvan Becali fuera el guardia real de su reina.

— Por el bien de ese perro, espero tengas razón... Como generalmente lo haces — Razvan hizo una inclinación a modo de agradecimiento mientras el rey de los vampiros volvió a tomar asiento con tranquilidad como si lo anterior nunca hubiera pasado. — Pero que esto no se vuelva a repetir ¿quedo claro?

— Si, mi señor.

Vladimir entrelazó sus dedos y apoyo sus codos en los posa brazos.

— Valerie no puede quedar sola en ningún momento, no sabemos cuando Azriel pueda atacar y en las circunstancias en las que se encuentra no se cuanto tiempo sea capaz de resistir una batalla — frunció el ceño y tensó los músculos de su espalda con evidente fastidio.

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora