Capítulo 12: La ayuda del rey

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— Azriel ha vuelto...

Vladimir atisbó como la mirada de Valerie se apagó por unos segundos, perdida en algún punto inalcanzable y bajó la cabeza de forma decaída.

Azriel fue y continuaba siendo su mayor enemigo, tras incontables batallas siglo tras siglo. Valerie había sido una parte crucial en la pelea y cuando se convirtió en su esposa firmó para siempre su enemistad con el otro vampiro, pese a que ella ya tuviera razones previas para odiarlo.

Pese a las innumerables batallas y los otros enemigos que debió enfrentar, Vladimir sabía que su peor preocupación siempre sería Azriel, aquel que desafiaba su dominio y poder. Cuando Valerie desapareció y se alejó de él, Azriel también se desvaneció, pero sabía que su repentino retorno cuando encontró a Valerie no era una mera coincidencia.

El rey de los vampiros frunció el ceño levemente y un dejo de molestia se instaló en su pecho. Odiaba que Azriel todavía tuviera la capacidad de afligir, aunque fuera levemente, a su vampira. Sin embargo, Valerie levantó el rostro y se percató como sus orbes volvieron a la vida, colmándose del rencor y repulsión que conocía bien, pero cuando sus ojos conectaron con los de él, un nuevo sentimiento apareció en ellos, uno que pensó que no vería en mucho tiempo: preocupación. ¿Realmente a ella todavía le importaba lo que podía ocurrirle?

No. Ella debía estar inquieta por el bienestar de sus amigos y el peligro que corrían teniendo a Azriel cerca.

— Si él está aquí, es porque quiere terminar lo que empezó — la voz de Valerie sonó sería y cualquier atisbo de preocupación desapareció tan rápido como apareció, dando paso a una fría indiferencia.

Vladimir posó ambas manos tras su espalda, acción que usualmente hacia cuando iba a hablar algo serio. Aglomeró las palabras para explicar que hacía en Inglaterra y las sospechas que tenía sobre las intenciones de Azriel, pero Valerie levantó su mano para evitar que dijera algo, sin embargo, las rojas orbes del vampiro repararon inmediatamente en el anillo que descansaba en el dedo anular de su mano derecha: una sortija con un diamante negro. El mismísimo anillo que él le obsequió siglos atrás, un diamante negro, símbolo tradicional del compromiso eterno.

En un ágil movimiento, Vladimir tomó la mano de Valerie sujetando sus dedos con suavidad para examinar el anillo y luego fijo su mirada en los ojos de la vampira.

— ¿Todavía lo usas mi pequeña? — una mueca de orgullo cruzó las facciones del rey de los vampiros y sus penetrantes orbes se clavaron con tal intensidad que Valerie tuvo que controlar las ganas que tuvo de alejar su mano de su frío, pero suave tacto.

Valerie carraspeó para calmar su incomodidad — Mi intención de usarla no significa lo mismo que para ti.

— Me haz tenido presente en tus pensamientos... — un leve ronroneó cruzó el pecho de Vladimir y volvió a acercarse a la vampira quien lo fulminó con la mirada.

— Siempre vas a estar presente en mi vida, Vladimir — susurró Valerie y se odió porque su voz sonara débil.

El rey de los vampiros no pudo evitar relamerse los labios al escuchar su nombre de esos labios ¡oh, cuanto los había extrañado!

Pero la vampira levantó el mentón de manera soberbia y agregó — Este anillo me recuerda quién fui, quién eres tu y por qué elegí alejarme de ti. Puede que haya escogido sacarte de mi vida y borrar los recuerdos de lo que vivimos juntos, pero no volveré a olvidar lo que fui y la razón por la que me alejé de ti.

Vladimir gruñió, esta vez de profunda molestia e iba a replicar algo, pero Valerie continuó — No sé cuales son tus planes ni tus intenciones, pero el primer paso para que podamos establecer cualquier tipo de tregua y que me expliques porque Riddle está contigo es que me ayudes a salvar a mis amigos.

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora