—No, tu no puedes... —murmuró Valerie y cayó de rodillas al suelo. Él estaba mintiendo, él realmente no podía hacerlo.
—Te niego cómo mujer y te quito tu título de esposa. Te convertirás solo en una hija más de la noche.
—¡Vladimir, no!
—Eres libre, mi pequeña...
La vampira ahogó un gemido de dolor cuando cada fibra de su ser vibró con una intensidad abrumadora, como si su propia esencia estuviera siendo sacudida y desgarrada. La energía que había fluido por siglos entre ambos sin esfuerzo, se volvió tensa y discordante, luchando por mantenerse cohesionada pese a todo.
En aquel momento la sensación de perdida la abrumó por completo, como si le hubieran arrancado una extremidad, una parte de ella que le dejó un vació lacerante en su interior. Cada pensamiento y sensación compartida, cada recuerdo, pareció desvanecerse dejándole el gusto amargo de la verdadera soledad.
Valerie se agarró el pecho desesperada, cuando su mirada reparó en Vladimir, quién también había caído de rodillas, atrapado en las cadenas y sus gemidos de dolor.
A medida que su lazo fue desapareciendo, ambos pudieron sentir una sensación profunda de dolor al haber perdido algo tan preciado para sus existencias. Aquel tormento, se manifestó tanto física como emocionalmente, generando una desesperación y angustia en sus corazones, pues una parte fundamental de sí mismos desapareció por completo.
Valerie no logró recuperarse cuando, súbitamente, Azriel la tomó del cabello y la obligó a levantar la mirada.
—¡Maravilloso! —bramó eufórico—. De haber sabido que cedería tan fácil y te abandonaría sin dudarlo, lo habría intentando antes.
—Te mataré —murmuró ella con vil desprecio.
El vampiro apretó lo labios, molesto, pero ignoró sus palabras, le sujetó el mentón con fuerza y colocó la daga en la punta de su mentón.
—No tienes tu suerte. Si quieres salvar a quienes te importan, toma una decisión rápido.
Valerie pudo sentir el poder y la magia que desprendió la daga y su cuerpo se tensó ante el miedo. Aquella arma era capaz de acabar con ella de un solo corte.
¿Qué debía hacer a continuación?
Desamparada y sola, como nunca antes se había sentido en tanto tiempo, recurrió a lo único que su ser pudo hacer: clavar su mirada en Vladimir. Quiso encontrar, aunque fuera pequeña, alguna esperanza de cómo enfrentar lo que estaba ocurriendo.
***
Odió con cara poro de su ser la terrible sensación de vacío que se expandió por todo su cuerpo, sin embargo sabía que había sido la decisión correcta.
Pero, aquellas orbes que tanto adoraba se clavaron nuevamente en él, llenas de angustia y tormento. Y, por más que acabase de cortar el lazo que los unía, pudo comprender a la perfección las emociones y pensamientos que cruzaron la mente de Valerie.
Ella buscó en él señales de desprecio o resentimiento, que él odiara la situación y deseara que no tomase la decisión de sacrificarlo a él. Sin embargo, comprendió que era eso lo que ella estaba esperando encontrar en su mirada, lo cual no le molestó. Supo, que esa era única forma con la que su pequeña podría vivir con la conciencia más tranquila si tomaba la decisión de matarlo.
Pese a eso, el rey de los vampiros no se sintió capaz de mentirle y le regaló una mirada de absoluta comprensión, pues él, en el infinito e inquebrantable amor que sentía por ella, jamás podría odiarla. Con su mirada, quiso transmitir el profundo entendimiento de la situación, y que pese a todo confiaba en ella de manera absoluta.
Reconoció el desgarrador dilema en el que se encontraba, pero quiso dejarle en claro que, fuera cual fuese la decisión que tomase, él continuaría amándola profundamente. Porque ella era el amor de su vida, siempre había sido y lo sería hasta que muriera.
***
— No... Vlad... —susurró Valerie y su cuerpo se estremeció al darse cuenta del amor que aquellas orbes rojas le declararon.
Vladimir, con toda su sabiduría y compasión, jamás la culparía si tomaba la decisión de sacrificarlo para salvar a sus amigos. Fue entonces que cayó en la cuenta de la profundidad del amor que el rey de los vampiros le continuaba profesando a pesar de los siglos.
La vampira se sujetó el rostro, agobiada, ante como el escenario de la decisión que debía tomar se volvió más sencillo. A su lado, Azriel sonrió con malicia y le extendió la daga.
—¿Qué harás entonces? Para mi que te han hecho más fácil.
Valerie inhaló, agitada, mientras lágrimas de sangre recorrieron su rostro.
—No puedo... —susurró.
—¿Qué cosa? —gruñió el vampiro.
Ella levantó su rostro sin importarle mostrar su vulnerabilidad y bramó —¡No puedo! ¡No puedo matarlo!
— ¿No vas a salvar a tus amigos? Pensé que eras la heroína del mundo mágico —se burló Azriel.
—¡No, no lo soy! Soy sola una maldita vampira que quiere salvar a sus amigos, pero no puedo hacerlo de esta forma—, y clavó sus orbes rojas en Vladimir—. Porque no puedo matar al hombre que amo —, el pecho del rey de los vampiros vibró con fuerza al escucharla.
—¡Si ella no puede, yo puedo!
Vladimir sonrió y frente a ellos apareció súbitamente Riddle, varita en mano, sus orbes resplandecieron con un color rojo y dos afilados colmillos brillaron en su boca.
El mago le arrebató la daga a Azriel mientras Vladimir arrancó una de las cadenas y ató con ellas al vampiro, para pegarlo contra él.
Azriel cayó en la cuenta que su enemigo lo había engañado, y que las cadenas jamás lo habían incapacitado. Ambos vampiros forcejaron, pero Vladimir atrapó el cuello de Azriel con una de las cadenas y pegó la espalda de su enemigo contra su pecho.
—¡AHORA RIDDLE! —bramó.
Riddle tomó la daga, reunió toda la energía que tenía y gritó —¡AVADA KEDAVRA!
La daga voló de sus manos, cargada de aquel color verde e impacto de lleno en el pecho de Azriel. Sin embargo, el poder de aquella arma mágica no se detuvo y tras atravesar al vampiro, se dirigió contra Vladimir y perforó su corazón.
—¡VLADIMIR! —aulló Valerie.
—¡MI SEÑOR! —gritó Razvan.
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Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasado
FanficValerie Deanoff lleva años lejos del mundo mágico en búsqueda de Tom Riddle luego de su misteriosa desaparición de la prisión de Azkaban. Sin embargo, la vampira deberá regresar para un evento importante de sus viejos amigos, sin saber que su retorn...