Prologo

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Había escapado... Tom Riddle había escapado de Azkaban.

El estupor y caos que generó la noticia se apoderó inmediatamente de todos los magos y brujas del Winzengamont.

Con un rápido y gentil gesto, Dumbledore hizo que la vampira abandonara la sala, asegurándole que él se quedaría para solucionar el desorden.

Valerie caminó por los pasillos del Ministerio sin dar crédito a lo ocurrido.

¿Cómo era posible? ¿Cómo podía haber escapado?

Tom no tenía el poder para fugarse de semejante lugar y no contaba con aliados que pudieran ayudarlo tan fácilmente.

La vampira se sintió perdida y sola.

A medida que sus pies avanzaron de forma automática maldijo en voz baja, Abraxas Malfoy había insistido en acompañarla al Ministerio, pero ella se había negado, rogándole para que se quedara con Walburga. Su vieja amiga necesitaba todo el apoyo del mundo tras la muerte de Sirius.

Sus pasos comenzaron a ser cada vez más lentos mientras su mente se ahogó en sus propios pensamientos. Sin darse cuenta llegó a un enorme pasillo circular donde se encontraban varios ascensores que permitían recorrer el Ministerio de Magia.

Valerie suspiró y se masajeó el rostro agotada, apoyó su espalda contra la fría pared en un intento de apaciguar el torbellino que se apoderó de su mente y cerró los ojos. El silencio del lugar le permitió inhalar y exhalar con lentitud.

— ¿Es usted la señorita Deanoff? — una voz rasposa resonó en el amplio y oscuro vestíbulo.

La vampira abrió los ojos, pero no había nadie frente suyo, extrañada miró a su alrededor y después bajó la vista encontrando a un duende de piel clara, nariz y orejas puntiagudas, cabello rubio y  ojos oscuros.

Suspiró y asintió — ¿Y usted es...?

— Bogrod, empleado de Gringotts — respondió el duende con una leve inclinación.

— Un gusto, señor Bogrod — el duende levantó una ceja y sonrió maliciosamente.

— Su educación le precede, señorita Deanoff.

— ¿Disculpe? — preguntó ella con una ceja alzada.

— Una vampira como usted en el mundo mágico de Gran Bretaña... No es usual ver una criatura mágica relacionarse e inmiscuirse en asuntos, o mejor dicho, en las batallas de los magos. Aun así, su inteligencia, educación y estatus le precede.

— ¿Estatus? — le cuestionó la vampira curiosa.

El duende ensanchó su sonrisa maliciosa — Los duendes tenemos varias comisiones alrededor del mundo... Conocemos bien las afiliaciones entre no solo los magos y brujas, también de otras criaturas. En su caso, es reconocido el estatus que usted posee entre los vampiros, después de todo... su marido...

— Ex marido — replicó Valerie automáticamente.

El duende frunció el ceño, divertido — No sabía que su matrimonio estuviera anulado, señorita Deanoff.

— Señor Bogrod, seré sincera... ¿Podemos ir directo al grano y explicarme a que debo su presencia? — dijo la vampira sin querer seguir ese tema de conversación.

El duende volvió a sonreír y asintió — He venido en representación de Gringotts. Hemos tenido noción de que el mago llamado Tom Marvolo Riddle ha sido despojado de su magia.

— Las noticias vuelan rápido — murmuró ella.

— No necesitamos de las noticias para saber sobre dicho suceso. Las bóvedas de Gringotts están ligadas a cada mago y bruja, particularmente a su sangre mágica. El señor Riddle poseía una bóveda, pero ante la perdida de su magia, la cámara automáticamente buscó al siguiente heredero o nuevo dueño de ella — explicó Bogrod.

— No imaginé que Riddle pudiera guardar su fortuna en Gringotts, en caso de que tuviera alguna... Aun así, sigo sin entender que tiene que ver eso conmigo.

— La bóveda del señor Riddle solo albergaba un objeto... Como actualmente esta ya no responde ante él, el nuevo dueño es usted.

— ¿Yo? — la vampira abrió los ojos sorprendida.

— Así es.

— ¿Por qué yo?

— El objeto guardado tiene su nombre. No estamos autorizados a sacar ningún objeto de alguna bóveda, pero dadas las circunstancias y como usted no posee afiliaciones con Gringotts hemos decidido cerrar la bóveda del señor Riddle y hacerle entrega de lo que hubiera en ella al convertirse en la heredera de sus posesiones — explicó el duende con seriedad.

— No quiero nada que provenga de esa bóveda, señor Bogrod...

— Señorita, yo solo cumplo con hacer mi trabajo. Entenderá que no está tolerado que robemos o nos quedemos con los objetos que nuestros clientes ingresen en el banco. Lo que usted decida hacer después con la pieza no es de mi incumbencia — Valerie respiró hondo y asintió, sin ganas de discutir.

Bogrod sacó de unos de sus bolsillos una bolsa de cuero negra y se la entregó. — Todo suyo.

— ¿Eso es todo? — le cuestionó ella, confundida.

— Eso sería todo. Un honor haberla conocido señorita Deanoff, estoy seguro que seguiré escuchando noticias de usted. Que tenga buena tarde — y sin esperar una respuesta el duende avanzó en rápidos y cortos pasos hacia uno de los ascensores.

Valerie, extrañada, se quedó mirando la bolsa de cuero.

¿Qué podía ser aquel objeto que Riddle guardó con tanto recelo en su bóveda?
Curiosa y con rapidez abrió la bolsa extrayendo una pequeña caja negra con una cinta verde en la tapa.

Intrigada, abrió la pequeña caja y su cuerpo se quedó como piedra: un hermosa sortija de diamantes blancos brilló ante sus ojos. Con su aguda visión notó que en el borde interno del anillo estaba escrito "Valerie Deanoff".

Cerró la caja de un golpe y se dejó caer contra el suelo con fuerza, respirando con dificultad.

Un sortija... Un sortija de...

Todos esos años Riddle guardó en su bóveda el anillo que había comprado para pedirle matrimonio... Él le había comprado una sortija para proponerle matrimonio...

Se tomó el rostro desesperada y frustrada. Su pecho se apretó y un gruñido doloroso escapó de sus labios. Pese a lo mucho que lo intentó, la vampira finalmente se rindió a las emociones que la llenaron y dejó escapar las innumerables lágrimas acumuladas en sus ojos y el sufrimiento que se albergaba en su pecho.

Una hora después, Walburga Black, Abraxas Malfoy y Harry Potter llegaron apresuradamente al Ministerio cuando la noticia de la fuga de Riddle se esparció por todas partes.

En ese frío pasillo fue donde encontraron a la vampira tirada en el suelo, en posición fetal, llena de sangre en su rostro por las lágrimas que no dejaban de abandonar sus ojos, mientras sus manos apretaban la cajita negra que se encontraba cerca de su pecho.

En ese frío pasillo fue donde encontraron a la vampira tirada en el suelo, en posición fetal, llena de sangre en su rostro por las lágrimas que no dejaban de abandonar sus ojos, mientras sus manos apretaban la cajita negra que se encontraba cerca ...

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¡Bienvenidos de regreso! ¿Están list@s para esta tercera parte?

No se preocupen, como soy buena persona y no quiero dejar la incógnita ¡subiré otro capitulo hoy mismo!

Aguarden y verán.

Corrompiendo tu alma negra: sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora