Capítulo 17

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    Canté dos temas más y casi tuvieron que ayudarme a bajar porque la gente no me quería dejar ir, me pedían constantemente más temas.

    Tal es así que cuando bajé del escenario, se seguían acercando haciendo preguntas y pidiendo que vuelva a cantar. Gracias al cielo, Matías y Apolo me rodearon y me llevaron hasta el segundo piso para entrar en la oficina de Mat.

    -Creo que esto se nos está yendo un poco de las manos chicos.- digo un poco nerviosa mientras me quito el antifaz.

    -Tu tranquila muñeca que yo me encargaré de que nadie te reconozca y que estés segura.- dice Matías tomando mis manos para tranquilizarme.

    -No te pases de listo si no quieres que te parta la cara aquí mismo.- ruge Polo interponiéndose entre nosotros para alejarme de su toque y con los puños apretados como si fuera a golpearlo en cualquier momento.

    -Apolo por favor... Solo está haciendo lo que acordamos.- le digo tomándolo del brazo para intentar calmarlo.

    Y aunque cuando digo su nombre parece reaccionar, sigue tenso y de un humor terrible cuando vuelve a fijar sus ojos sobre Matías.

    -Tranquilo tigre, que te dije que mientras ella trabaja aquí estará prohibida para mi, y yo soy un hombre de palabra.- dice con voz grave como si estuviera furioso por algo.

    -Tranquilos los dos por favor digo volviendo a ponerme en medio. ¿Hay una salida desde aquí Matías?- le pregunto intentando poner paños fríos a la situación. -Creo que ya es tarde, necesito llegar a casa temprano esta noche.- digo pensando en que si Polo quiere que pasemos el día juntos mañana, deberé avisar a mis padres, aunque posiblemente mi madre esté más feliz que yo.

    -Si, vengan por aquí.- dice luego de tomarse unos segundos para fulminar con la mirada a Polo.

    Nos lleva hasta el final de su oficina donde tiene un pequeño balcón que da a una escalera que lleva justo hasta el estacionamiento.

    -Muchas gracias Matías, nos vemos la semana que viene.- digo dejándole un rápido beso en la mejilla justo antes de que Polo me jale del brazo hacia la salida.

    -Pero... ¿Qué rayos te pasa? ¿Cómo vas a reaccionar de esa forma delante de mi jefe, estás loco?- digo molesta cuando nos subimos a su coche.

    -¿Que qué me pasa? ¿¡Me tomas por idiota Diana, o es que a caso no te das cuenta que ese tipo te quiere follar como un animal!?- grita molesto haciendo que de un pequeño salto en mi asiento.

    -No me grites que no soy tu hija, y si no me falla la intuición, no es el único que lo quiere hacer.- le digo molesta y me giro hacia él para encontrarme con la furia reflejada en su rostro y las manos apretando el volante.

    -¡No te atrevas a compararme con él! Yo de verdad te...- se interrumpe antes de terminar la frase como si estuviera por decir algo que no debe. -Arrg... ¡Es imposible hablar contigo!- dice dando un golpe en el volante para volver a ocultarse tras su máscara impenetrable y poner en marcha el coche.


    No volví a abrir la boca, no sé que estaba por decir y no me animé a imaginarlo tampoco. Incluso cuando tomó la carretera en dirección opuesta a mi casa, me contuve de preguntarle hacia dónde nos dirigimos. Tampoco él volvió a hablarme, ni me miró en ningún momento, por lo que al cabo de un rato, caí rendida en un sueño profundo.

    Despierto cuando siento que unos fuertes brazos rodean mi cuerpo y me levantan en andas,  antes de llegar a abrir mis ojos el intenso perfume de Polo llega hasta mis fosas nasales provocándome un suspiro involuntario por lo terriblemente delicioso que es.

Un Juego PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora