Capítulo 35

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    -Eres un príncipe muy bonito.- me dice con una voz tan dulce que me desarma por completo.

    -Y tu eres la princesa más bella que he visto en toda mi vida.- le digo sincero porque es la pura verdad.

    -Mami también es una princesa hoy.- dice y la mira con amor haciendo que también gire mi rostro hacia ella y la vea con los ojos inundados de gruesas lágrimas que aunque intenta ocultar, no puede evitar que un par rueden por sus mejillas.

    -Si, tu mami también es una princesa muy hermosa.- le digo mirando directo a sus ojos.

    -¿Vas a quedarte en mi cumpleaños de princesas?- me pregunta con un toque de súplica en su voz.

    -Nada me haría más feliz en el mundo que quedarme en tu fiesta princesa, pero debes preguntarle a tu mami si es correcto.- le digo mientras le rezo a todos los dioses que me permita quedarme.

    -Mami... ¿Puede mi príncipe quedarse con nosotras? Prometo ser una buena niña y compartirlo contigo. ¿Puede... ? Porfis.- le dice a su madre juntando sus manitos y poniendo carita de súplica haciendo que mi corazón se derrita por la ternura de esta niña.

    Y por lo visto su madre tampoco puede resistirse a esos ojitos porque agachándose hasta estar a su altura, la toma de las manos y le habla con mucho amor.

    -Mi cielo, ¿Estás segura de que quieres que se quede a tu fiesta?- le pregunta mirando directo a sus ojitos.

    -Claro que si, ¿ya viste que lindos ojos especiales tiene?- le susurra cómplice y quiero comerla a besos por ser tan dulce.

    -Si cariño los he visto. Entonces si es lo que deseas puede quedarse.- dice y la pequeña comienza a dar saltitos de alegría antes de acercarse nuevamente a mi y tomarme de la mano para casi arrastrarme hacia el interior de la casa.

    No puedo evitar la sonrisa idiota que se dibuja en mis labios al sentir su pequeñita mano rodeando dos de mis dedos mientras me jala hacia la entrada de su casa.

    -Ven príncipe, te presentaré a todos. El es mi Nono Bruno, él es el tío Lulú, y ellas son mis amigas del jardín.- dice señalando a un grupo de niñas que también visten de princesas pero no tan bonitas como ella. -Pero no te acerques mucho a ellas, o van a querer quedarse contigo y tú eres solo para mi mami y para mí. ¿Está claro?- me advierte en un tono serio apuntando un dedito hacia mí y hace que suelte una suave risa, no me quedan dudas de que es hija de mi diosa olímpica con ese carácter.

    -No tienes de qué preocuparte princesa. Tu tienes algo que nadie más tiene.- le digo mirando directo a sus ojitos hermosos.

    -¿Qué cosa?- me pregunta curiosa y no puedo evitar recordar que me hace la misma pregunta que su madre años atrás.

    -Mi corazón, muñeca.- le digo antes de volver a arrodillarme y besar su manito otra vez.

    -¿Escuchaste eso mami, si lo escuchaste? Mi príncipe me regaló su corazón.- dice mirando a mis espaldas, entonces vuelvo a girarme para encontrarme el rostro de Diana con ceño fruncido por lo que acaba de oír.

    -Lo escuché bien mi cielo, ahora puedes ir a jugar con tus amigas que te están esperando.- le dice seria.

    -Bueno, pero tú te vienes conmigo. Luego te lo presto mami.- dice autoritaria y ninguno de los dos es capaz de negarse a esta pequeña.


    Rodeado de pequeñas princesas que no dejan de hacerme preguntas como dónde está mi corcel y mi armadura o cosas así que no acabo de entender, yo solo puedo mirar los ojos de esta niña que me tienen fascinados.

Un Juego PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora