Capítulo 8: El Primer entrenamiento de Aria.

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Bostezo por cuarta vez, ayer volví a acostarme tarde por el ensayo y mi hermano pequeño tuvo varias pesadillas por lo que decidió, sin mi permiso, dormir en mi cama. Eso llevó a patadas, golpes, mordiscos y, por último, que me tirara de mi propia cama y tener que irme a dormir a su minúscula cama con forma de coche. Aún tengo la espalda resentida y algún que otro moretón y mordisco.

Llego al instituto con bastante tiempo de antelación para que empiece las clases. Voy a ir a la caseta del club a dejar mi bolsa de deporte. Como veo que mi uniforme va para largo he optado por hacerle caso a Axel y llevar mi ropa deportiva para entrenar con los chicos. Estoy llegando a la caseta cuando unas finas manos se posan en mi hombro. Voy tan dormida que no me he dado cuenta de que Silvia y Celia llevaban un rato llamándome y persiguiéndome.

—Lo siento chicas, no os he escuchado. Perdón.

—No pasa nada. ¿Te encuentras bien Aria?, tienes mala cara. —Silvia vuelve a tener ese tono de voz de preocupación. Me parece tan mona el que siempre esté preocupándose por los demás.

—Sí, solo es que he dormido muy mal. Pero no os preocupéis —Miro a ambas y me doy cuenta de que Celia lleva algo en las manos.

«Amarillo y azul, ¿eso no será...?».

—¡¡¡Mi equipación!!! —grito emocionada, ha llegado antes de lo que esperaba.

—Sí, así es. Toma Aria, pruébatelo.

Tomo mi equipación de las manos de Celia y salgo dispara a buscar un vestuario por el instituto. Según me dijo Mark el equipo de atletismo nos deja utilizar el suyo. Cuando llego entro en el vestuario femenino, que está desocupado, y me pongo la equipación del equipo.

—¡Me queda genial! Que ganas tenía, voy a poder jugar los siguientes partidos. —Una gran emoción me inunda.

Doy saltitos y aplaudo. Cojo mis cosas y vuelvo a salir corriendo hacia la caseta del club. Cuando estoy frente a la puerta cojo aire y abro la puesta.

—¡¡¡Qué ya tengo mi equipación!!!

Sigo dando algún que otro chillido muy agudo por la emoción, hasta que me doy cuenta de que todo el equipo y las gerentes se han llevado las manos a los oídos.

—Ups, lo siento. A veces no puedo controlar mi voz. Lo siento. —Hago una reverencia para disculparme.

«Tengo que llevar cuidado o me quedaré afónica».

—No pasa nada, Aria. —Mark se acerca a mí—. Me alegro de que ya la tengas. Ahora podemos entrenar todos juntos y jugar los partidos.

—¡Sí, capitán! —Me llevo las manos a la boca. Me ha salido un pequeño gallo y me molesta la garganta.

Intento volver a hablar, pero no me sale la voz. Carraspeo un par de veces. Axel me pasa una botella de agua y bebo, cuando ya noto mejor mi garganta hago lo que mi gran maestro me enseño. Canto una estrofa de una canción cualquiera. Primero muy bajo y voy subiendo el volumen de mi voz hasta que sea normal. Luego digo las primeras letras del abecedario para comprobar que he recuperado mi voz, y así es.

—Uf, menos mal. No quiero quedarme afónica.

—Aria, ¿estás bien? —Mark posa su mano en mi hombro y me mira a los ojos.

—Es algo normal en ella.—Habla Axel por mí.—A veces pierde el control de su voz. Lo mejor será que no fuerces más tus cuerdas vocales, Aria.

—Sí, lo siento. —Toso un par de veces y vuelvo a beber agua—. Esta mañana no he ensayado como debería.

—Debes ensayar todos los días y lo sabes. —Me reprende Axel de forma muy seria.

Le sonrío para tranquilizarlo. Axel no solo está al corriente de mis problemas para dormir, sino también de los problemas que tuve con mis cuerdas vocales cuando era pequeña y de todo el largo proceso de curación.

Inazuma eleven: La jugadora maldita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora