Capítulo 25: Castigo

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Cuando llego a casa respiro por fin tranquila. Ha sido un día muy largo y solo quiero darme un buen y largo baño. Pero mi plan perfecto se ve destruido por mi madre, la cual aparece hecha una furia.

-¿¡Se puede saber que has hecho!?, ¡el señor Blaze me ha llamado hecho una furia!, según él, le has robado varias cosas y te has metido en su vida privada. ¿¡En que pensabas!?

-¡No he robado nada!, las cartas se las he dado al Viejo y él mismo me ha pedido que le llevara unas cosas a un ser muy querido.

-Dios mío, Aria. ¿Por qué lo has hecho?, tu no eres así. ¡Yo no te he educado así!, me has avergonzado y mucho. Mañana iras a pedirle disculpas al señor Blaze. Te has parado a pesar en que tal vez nos eche. Este es el único lugar con los muros lo suficientemente altos para protegerte de las miradas fisgonas. Estoy muy enfada y sobre todo decepcionada. Hasta nuevo aviso estas castigada, ¿entiendes?

-Sí, mamá.-Agacho la mirada totalmente avergonzada.

-Vete a tu cuarto. Solo sal para lo imprescindible. Mañana te diré tu castigo.-Mi madre se va sin siquiera mirarme. 

Me marcho a mi cuarto y me encierro en él. Me siento en la silla de mi escritorio y me pongo a pensar en todo lo que ha pasado hoy. Y ahora que lo veo con otra perspectiva, no me reconozco. No soy así. Una sensación de malestar se instala en mi y me pone muy nerviosa. Observo mi cuarto y no puedo evitar ordenarlo todo en base acolores, tamaños y formas. Hasta que no está todo correctamente puesto, mis nervios no se calman. Miro el reloj y veo que son las ocho de la tarde. Me pongo a repasar un poco pero los remordimientos no me dejan estudiar tranquila. Pasan las horas y cuando son las diez decido irme a dormir. Me quito del cuello el fular, conozco una sastrería por aquí cerca donde tal vez lo puedan arreglar.

"Debería devolvérselo al señor Blaze, aun que me lo haya dado el Viejo".

Me pongo el pijama y me acuesto. Pero la oscuridad y el silencio hacen que las imágenes de lo que he vivido hoy vuelve a mi mente una y otra vez y no me dejan dormir. Cuando son las doce de la noche un fuerte dolor de cabeza me sacude. Se que ahora si que si no duermo. Me levanto y salgo de mi cuarto en busca de alguna pastilla para poder dormir o que me quite el dolor de cabeza, pero en el botiquín no veo nada. Vuelvo por el pasillo a mi cuarto, pero me detengo cuando oigo que alguien me llama. Me giro y veo a mi padrastro.

-¿Qué haces despierta?-Veo que aun esta vestido. Habrá estado trabajando hasta tarde otra vez.

-Me duele la cabeza.

-¿Otra vez tus migrañas?-Asiento con la cabeza.-¿Te has tomado algo?

-No veo nada. Tal vez no queda.

-No, están en mi habitación. Ve a tu cuarto, ahora te llevo la pastilla.

Vuelvo a mi cuarto y espero pacientemente a que llegue. A los pocos minutos le veo entrar con mi pastilla, un vaso de leche y un bollo.

-No has cenado, así que toma.

-Gracias.-Me tomo la pastilla, el vaso de leche y el bollo.

-Tu madre me ha contado lo que ha pasado.-Una punzada de dolor me golpea con fuerza.- Está bastante enfadada, pero se le pasara. Sabes que ella no puede estar mucho tiempo enfadad.

-No se que me ha pasado. No me reconozco el día de hoy.

-El estrés hace mucho. Tus estudios, ensayos, el equipo, todo eso te habra hecho mella y tu cuerpo habra actuado así.

-No, eso no justifica nada. Nada lo hace. Mañana hablare con el señor Blaze y me disculpare.-Mi padrastro me acaricia la cabeza

-Eres una buena persona, Aria. No lo olvides.-Le sonrío y el me da un beso en la frente.-Buenas noches.

Apaga la luz de mi habitación y se va. Y yo mientras intento dormir algo, aunque no lo consigo. A la mañana siguiente amanezco destrozada, la cabeza aun me duele y no he dormido nada. Me doy una ducha rápida y voy a la cocina, donde mi familia ya esta sentada desayunando. El ver el desayuno me revuelve el estomago y decido no tomar nada. Mi padrastro me pide que tome algo, pero no puedo. Mi madre permanece callada. También me disculpare con ella después. Salgo de casa más cansada de lo normal. Al llegar a la estación tomo el primer tren rumbo a Inazuma. El viaje se me hace eterno. Cuando llego y salgo de la estación me paro en la entrada.

"Voy a clases o..."

Si quiero volver a ser persona tengo que ir a ve al señor Blaze ya. Así que me dirijo al hospital. Cuando llego tomo el ascensor que me lleva a la zona de despachos. Busco su puerta y la toco varias veces y espero a que me de permiso.

-Adelante, señorita Merodi.-Su tono, más serio de lo normal, me hace temblar de miedo.

Abro la puerta tímidamente y entro poco a poco.

-¿Cómo sabía que era yo?-Pregunto con un hilo de voz.

-Instinto.

Entró y me acerco un poco más a él y me arrodillo en el suelo y pongo la cabeza en el suelo. El señor Blaze se levanta por la impresión.

-Señorita Merodi, no es necesario ese formalismo. Por favor, levántese.

-¡No! Yo... lo siento muchísimo. Me avergüenzo y mucho de mi actitud de ayer. Nada lo justifica. Cuando llegue a casa y me puse a pensar en ello, ni siquiera me reconocí. No soy así, no me han educado así. Le pido por favor que me perdone.

El señor Blaze se levanta y se dirige a mi lado.

-Levante, por favor.

Le niego con la cabeza.

-Me niego. Es lo que merezco.- Sigo arrodillada ante él.

-Si alguien entra y la ve así, a saber que piensan de mi.

-¡Nada, les diré el porqué estoy así!

El señor Blaze suspira rendido. Se apoya en su escritorio y me mira.

-¿Por qué lo hizo?-Cruza sus brazos.

-Curiosidad. Sabia que no debía, pero aun así ese sentimiento eran tan grande que no pude con él. Pero ya se lo he dicho antes, nada lo justifica.-Un silencio incomodo se instala entre los dos.

-Le perdonaré.-Alzo la cabeza para mirarle.-Solo le pido que no se meta en mi vida privada.-Remarca mucho la ultima frase.

-Lo prometo.-Vuelvo la mirada al suelo.-Muchas gracias por haberme escuchado.

-Anda...-Me ayuda a levantarme.-Vaya a clase.

-Sí, gracias.-Me giro y voy hasta la puerta y cuando estoy a punto de salir recuerdo algo que decirle.-Por cierto, su tío me dio un fular, lo he llevado a un lugar donde lo dejaran como nuevo, ¿quiere que se lo devuelva?

-¿Te lo dio él?-Le veo sentarse en su escritorio y tomar unos informes

-Me dijo que podía quedármelo, sí.

-Pues quédeselo.

Le vuelvo a dar las gracias, salgo de su despacho y siento que por fin puedo respirar.

Inazuma eleven: La jugadora maldita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora