Las luces de los focos me dan directamente en los ojos cegándome. Interpongo mis manos entre la luz y mis ojos. La luz sigue ahí, cegándome hasta que Amadeus interpone las partituras que lleva en sus manos entre yo y la luz. Después da la orden de que bajen la intensidad.
"Veis, con él, esto no pasa".
Los ensayos se reanudaron sobre las doce del mediodía, cuando yo ya me encontraba totalmente recuperada del partido. Al llegar al teatro algunos de los problemas que habíamos sufrido se habían solucionado, como las bombillas fundidas (que habían llegado antes de lo previsto), el tablón roto y el desagüé. Pero faltaba lo más importante: el maldito enchufe si que se ha llevado algo por delante y mi padrastro esta como loco intentando arreglarlo
-¿Qué se ha roto?-Le pregunto a Amadeus.
-Ni idea. Swat me lo ha dicho, pero no lo recuerdo. Estaba pendiente de otra cosa.
-Ya... es raro que tu estés en las nubes, ¿todo... bien?- Le enseño una gran sonrisa dentada.
-Todo bien.- Me acaricia la cabeza desordenándome el pelo.
-¿Seguro?-Alargo cada vocal de la pregunta que le he hecho.
Suspira derrotado y se sienta sobre el borde del escenario. Me señala que me siente a su lado.
-Aria...-Vuelve a tomar aire. Parece que le cuesta hablar.
-Te pasa algo, ¿verdad? -La idea de que algo malo le pase me aterra.
Amadeus me mira entristecido, poco después cambia su expresión a una neutral.
-No es nada malo. Solo es un quiste que del que me tienen que operar. Nada más.-Me asegura.
-Amadeus...
-No te preocupes.-Me acaricia la cabeza.-Te lo aseguro.
Se queda un rato mirándome, sin apartar su mano de mi. Siento que me miente, que algo me oculta, pero se que con él, insistiendo no sacare nada en claro. Me acerco al él y lo abrazo. Mi madre siempre me dice que los abrazos son sanadores y yo quiero que Amadeus este bien. Poco después Amadeus se separa de mi y vuelve a mirarme con sus ojos color tormenta.
-Brilla siempre como tú lo haces, Aria Merodi.
Con un beso en mi mano derecha, Amadeus se levanta y se marcha.
Después de ver como las chicas del club de música se marchaban, me dejo caer sobre una de las butacas que llenan el teatro. Observo la imagen que tengo enfrente mía y me doy cuenta que en unas horas esto estará lleno de personas escuchándome, escuchándonos.
"Aun no me acostumbro a esto".
Me pongo a repasar todo lo que ha pasado hoy. Ha sido un día demasiado intenso y cuando termine exigiré mis dos semanas de descanso, por qué las necesito. Además, no he descubierto que es lo que le pasa a Amadeus y eso me esta matando. Es demasiado importante para mi y no quiero verle sufrir.
-¡Buh!
-¡¡Ah!!- Me giro para ver quien es la persona que me ha asustado, encontrándome a mi hermana. -Melodía, me has asustado. -Le doy un golpe en el hombro. Melodía salta sobre las butacas para sentarse a mi lado. Ambas quedamos en silencio durante unos segundos.
-¿Nerviosa?
-Un poco, como siempre. -Me encojo de hombros.
-Lo harás bien. Has ensayado mucho.
-Gracias... -Subo mis rodillas hasta abrazarlas.
-¿Todo bien?
-No lo se... hoy ha sido un día raro. Más bien ha sido toda la semana.-Suelto una sonrisa amarga.
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Inazuma eleven: La jugadora maldita.
FanfictionAria Merodi es una cantante de ópera de renombre. A su corta edad ha cantado en las más importantes óperas del mundo para la gente más importante del mundo. Con su llegada a Japón decide unirse al equipo de fútbol del Raimon. En el mundo de la ópera...