El espejo roto

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Escuché como los alumnos comenzaban a salir de sus clases. Yo seguía en el baño, hecha bolita en una esquina. Mis sollozos se calmaron un poco, pero aún así no podía quitar de mi mente aquel pensamiento.

Sabía que había dejado a todos muy preocupados, pero debía salir de allí. También sabía que los chicos vendrían a buscarme, y deseaba que no me encontraran, no tenía ganas de explicar porque mi escena.

Narra Harry

¿A donde pudo haber ido?— preguntó Hermione mientras corríamos por los pasillos de la escuela en busca de Aria.

—No lo sé— respondí. Intenté seguirla luego de que salió de la clase, pero el profesor Moody me lo impidió. Sabía que su estado tenía que ver con lo mismo que yo pensé.

—¿Qué tal en la torre?— sugirió Ron.

—¡Lo tengo!— dije emocionado —síganme.

—¿A dónde vamos?— preguntó Hermione.

—A la torre.

—Pero... ¡Eso lo dije antes!— exclamó Ron.

No dije nada y tan solo proseguí mi corrida hacia la torre.

Al llegar allí, subí rápidamente hacia la habitación de los chicos.

—Aquí estás.

Bajé rápidamente a la sala común, pero antes de poder volver con Ron y Hermione, me encontré con los gemelos al final de la escalera.

—Chicos— dije, los dos apartaron su vista de un papel al que miraban atentamente y me prestaron atención —Necesito pasar.

—¿A donde vas tan apurado, Harry?— preguntó Fred.

—Ah, ya veo, vas a usar el mapa ¿para que es esta vez?— preguntó ahora George.

—Chicos, en verdad necesito irme, Aria salió corriendo de la clase y-

—¡¿Qué?!— exclamaron los dos al mismo tiempo.

—¿A-Aria? ¿Ella está bien?— preguntó Fred algo preocupado.

—No sabemos dónde está— expliqué.

—Bien ¿Que esperas? ¡Vamos! ¡Hay que ver que dice el mapa!— dijo George.

Asentí y los tres salimos a paso rápido hacia la salida.

Al salir, vimos a Ron y Hermione quienes nos miraban algo alarmados.

—Bien— dijo Fred, y me quitó el mapa de las manos. Sacó su varita y murmuró:

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

El mapa se abrió y los cinco miramos.

—¡Ahí está! ¡En el baño de las chicas!— dijo Ron señalando. Efectivamente así era.

Travesura realizada— dijo Fred. El mapa se cerró, y sin decir nada más, corrimos hacia el baño.

Narra Aria

Luego de un rato de estar ahí sentada, en la misma posición y con pequeñas lágrimas rodando por mis rojas mejillas, escuché como la puerta del baño se abría.

—¿Aria?— escuché la voz de Harry acercándose a mí. Levanté mi mirada y pude ver como se acercaba hacia mí a paso ligero.

—Aria...— murmuró agachándose a mi altura —Lo siento, sé que es algo complicado y es horrible de imaginar, y te lo digo por experiencia... ven aquí.

Harry estiró sua brazos y rápidamente fui hacia el. Enterré mi cabeza en su cuello mientras liberaba unos pequeños sollozos. El azabache me recordó con sus brazos y me atrajo más hacia él.

—Se lo que se siente... y sabes que puedes hablarlo conmigo... eso es lo que hacen los amigos... bueno, hermanos.

Lentamente me separé de Harry y los dos nos miramos.

—Lo sé. Siento todo esto, no podía quedarme ahí...

—Está bien, el profesor Moody notó que estabas mal, por eso no te detuvo— explicó Harry —¿Quieres salir o... que me vaya...?

—Voy a lavar un poco mi rostro, te veo afuera— dije, sonreí de lado. Harry asintió y salió.

Me levanté lentamente del suelo y caminé hacia los lavabos.

Miraba mi reflejo en el espejo. Mis ojos rojos e hinchados debido al llanto. Mis mejillas color carmesí y mi cabello algo alborotado.

Pasé una mano por mi cabello rojizo, intentando acomodarlo un poco y enjuagué mi cara.

Me miré por última vez en el espejo y pude ver mi parecido con el de Lily.

De pronto, volvieron a mi mente los pensamientos de su muerte...

Voldemort. Voldemort apareció en mi mente. Él, él mató a mis padres. Él es la razón por la que yo no pude crecer junto a Harry. Él es la razón por la que no recuerdo absolutamente nada de lo poco que viví con mis padres.

La furia me recorrió el cuerpo. No podía apartar mi vista del espejo. Ver mi parecido con Lily me hacia ver lo poco que sabía de ella, su muerte. Voldemort.

Intentaba alejar mi mirada del espejo, lo cual no podía por más que lo intentaba.

Levanté mi puño y segundos después, un sonido de un vidrio rompiéndose me hizo dejar de ver el espejo.

—¡ARIA!— escuché una voz corriendo hacia mi. Miré al espejo. Estaba hecho trizas. Lo había roto. Había roto un espejo con mi puño.

—¡Aria! ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué pasó?!

No presté atención. Estaba sumida en el desastre que había causado. Vidrios por todos lados, mi mano sangrando, el agua del grifo corriendo, quien lo viera diría que la escena pertenecía a una película de terror.

—¡Por Merlín, Aria!— levanté mi vista y pude ver a Fred y George corriendo hacia mí.

Tras ellos venían Harry, Ron y Hermione, quienes tenían la misma expresión de susto que ellos dos.

• • •

—Solo fueron unos leves cortes— dijo Madame Pomfrey.

Los chicos insistieron en llevarme a la enfermería. Yo aún seguía algo asustada por el deastre que había causado.

De pronto, escuchamos como las puertas de la enfermería se abrían: Dumbledore.

Pomfrey y los chicos salieron luego de que Dumbledore se los pidiera. Se acercó a la cama en la que me encontraba sentada y se paró frente a mí con una sonrisa.

—Profesor, en verdad lo siento... yo, jamás había hecho algo así, mi fuerza se descontroló y yo-

—Aria, está bien, entiendo muy bien tu situación— dijo, lo miré con atención—No te preocupes por el espejo, tu amiga Hermione supo muy bien como repararlo.

Yo solo sonreí y Dumbledore me devolvió la sonrisa.

—Bien, Aria, tu padre me explicó todo lo que pasate en las vacaciones— dijo —sufriste un ataque de enojo, es normal que hubieras roto algo ¿Está bien? Vas a ir progresando de a poco, y, si tienes alguna duda, puedes consultarla conmigo.

—Claro, gracias, profesor— dije con una sonrisa.

Dumbledore asintió y salió sonriente de la enfermería.

Segundos después, las puertas volvieron a abrise, dejando ver a Madame Pomfrey.

—Muy bien, Potter, puedes irte, trata de no usar esa mano hasta mañana por la noche.

Dicho esto, asentí y caminé hacia la salida.

Te seguiré amando - Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora